Iñaki Gabilondo (Donostia, 1942), respira realismo por sus cuatro costados. Desde Madrid, disfruta del momento que está viviendo su equipo, pero con los pies en el suelo. "Hay que tener ilusión, pero no hacerse ilusiones". Palabra de un txuri-urdin de corazón
Disfrutando como un niño, ¿no?
–Sí, pero con un disfrute controlado porque soy consciente de que esto, que tiene un mérito enorme, tiene una gran dificultad de mantenerse. Sabemos que este es un proceso muy complicado y muy largo.
Pero no me negará que no tiene el gusanillo metido ahí dentro, ¿no?
–Hombre claro. Pero ¿sabes lo que a mí me hace más ilusión? Yo sé que los resultados, estando la Liga tan igualada como está, por cualquier cosita pueden comenzar a volverse en contra. Y esto pasará. Y como hay tanta igualdad, igual pasamos de ser primeros a estar quintos, sextos o séptimos. Lo que me tiene más contento y más satisfecho es que el club está dando una gran medida de todo, de formalidad, de organización, de plan... Y el conjunto del club, del equipo, la actitud, la imagen que está dando, es absolutamente satisfactoria y eso sí que está por encima de la arbitrariedad de los resultados. El equipo es bueno, pero no es el resultado de la casualidad. Es el resultado de un trabajo bien hecho. Las cuentas van bien, pero tampoco por casualidad. La actitud la están manteniendo ante la sociedad guipuzcoana, ante los medios de comunicación y todo ese conjunto es muy satisfactorio, es muy como queríamos todos que fuera la Real. Y estamos muy orgullosos de eso. Luego, el resultado, es un elemento muy aleatorio en una Liga muy igualada, en la cual estamos haciendo un maravilloso papel con un equipo lleno de gente joven, ocupando posiciones de alto privilegio. Pero a mí me parece muy importante que los hinchas de la Real sean conscientes de esto que estoy diciendo para que no pase lo que tantas veces pasa, que cuando empiecen a pintar bastos, que en algún momento ocurrirá, y como Imanol no para de recordar, de repente empiece mucha gente a comportarse como una sociedad que se ha frustrado un poco. Eso sería muy malo. Es bueno que la hinchada dé una buena medida, a la altura de todo el resto del club, cuando empiecen las cosas a no salir tan bien y entonces es cuando habremos redondeado el círculo perfecto.
Hablando de la afición, ¿ha podido ir al nuevo Anoeta?
–Sí, claro que he ido. Esta temporada, no. Me parece algo fenomenal. Se ha producido un milagro grande, la recuperación del espíritu de Atotxa, que eso me parecía imposible después del traslado del campo de Duque de Mandas a Anoeta. Los viejos seguidores de la Real tuvimos la impresión de que habíamos cambiado de domicilio y que nos habían llevado a un lugar totalmente inhóspito y desconocido. Pero cuando se ha quitado la pista, coincidiendo con este momento bueno del equipo, que repito que es un momento muy bueno de club, el campo ha recuperado el viejo espíritu de Atotxa en un escenario aún más grande y con otra novedad. El club está muy bien y la hinchada, de pronto, se ha puesto a darle al campo una personalidad que necesitaba y que ahora ya tiene. Se dice que de lunes a viernes hay que ser los mejores y luego el sábado y el domingo hay que tener la posibilidad de disputar con los mejores, y si tienes suerte, ganarles, pero lo que sí puedes intentar es mantener un pensamiento ganador.
¿Qué le parece la figura de Imanol Alguacil?
–Está muy en la línea de todo lo que te digo. Es una especie de conjunto sin fisuras. Hay una gran armonía en todo lo que estamos viviendo ahora. No es fácil que eso ocurra. Yo soy hincha de la Real desde el día siguiente de mi bautizo. Me hicieron socio de la Real y ahora tengo 79 años. Tengo algo visto ya. No es fácil que se dé algo así, que esté el club bien, que lo esté el equipo, que esté bien el entrenador, la afición... Es una circunstancia que no es fácil de conseguir y hay que disfrutarla. Imanol forma parte de este mismo conjunto de circunstancias, todas ellas positivas. Es de la casa, mantiene el espíritu de la casa, es el más forofo que el más forofo de todos los forofos, pero es un técnico que está demostrando que sabe lo que hace. Es una especie de sueño ideal. La parte que se ha de someter a examen es la capacidad que tenga el equipo de resistir, que no es fácil, y la capacidad que tenga la hinchada de comportarse como se está comportando cuando empiecen a ir las cosas algo peor. Entonces se podría decir que ahora mismo somos... la pera.
¿Ve a la Real capacitada para mantenerse en la lucha hasta el final?
–No lo sé. Me cuesta mucho creer que se va a poder resistir hasta el final. La Liga es muy larga. Está llena de peripecias, de bajas formas, de lesiones, de expulsados... y en esas circunstancias la tradición nos dice siempre que los equipos con plantillas tan grandes y tan cuajadas, como tienen estos grandes equipos, terminan imponiéndose cuando empiezan a flaquear un poco los que están con la lengua fuera. Pero eso es lo que dice la tradición. Ha habido excepciones y nosotros mismos hemos sido una excepción. Por tanto, creo que hay que ser realista, en el sentido perfecto del término, de la Real, y, además, tener sentido común para entender la dificultad para que esto pueda llegar hasta el final de temporada. Otra cosa distinta es tener la capacidad de soñar. Mira, mi eslogan de vida, no solo para esto del fútbol, sino para la vida, es muy sencillo: Hay que tener ilusión y no hacerse ilusiones. Es una frase que puede resumir lo que te quiero decir. Hay que tener la ilusión de que se puede conseguir, y no hacerse ilusiones porque puede pasar que no se consiga. Dan un poco de miedo los hinchas demasiado jóvenes, que no han visto la larga peripecia de este club y se acostumbran muy rápido a algunas cosas que son difíciles de conseguir. Y es a esa gente a la que me dirijo básicamente. La clave es esa, tener ilusión, que yo la tengo, y no hacerse ilusiones.
¿Con qué jugador de la actual plantilla se está ilusionando?
–Hay muchos que me están llamando muchísimo la atención. Te podría decir que Aritz Elustondo, que estaba dando sensación de inseguridad por la posición, porque no se sabía si era lateral o central; se ha convertido en un central absolutamente fabuloso. Lo de Le Normand, ni te digo. Creo que este tío es una muralla, una cosa increíble. Tiene que tener cuidado con las manos, le gusta mucho empujar y hace alguna tontería con las manos que, en ocasiones, puede suponer riesgos, pero es muy bueno. Zubimendi y Guevara, para mí, también son una sorpresa. Y ya no te digo Mikel Oyarzabal. Estoy de acuerdo con Imanol. Creo que Merino es el jugador más completo que hay en la Liga. En conjunto, vas mirando uno por uno, y me ilusionan todos. Y luego está la gozada que supone para los viejos seguidores que vayan saliendo uno detrás de otro jugadores del Sanse, que se tiran al primer equipo y no desentonan. Y hablo de Lobete, Turrientes y otros cuantos como ellos. Estoy un poco decepcionado con que vaya tan poca gente a Anoeta a ver al Sanse. Cuando nosotros éramos jóvenes, íbamos a Atotxa a ver al Sanse casi como si fuera la Real. Solía haber mucha animación. Esperaba que este año con Xabi Alonso y con todo este meneo que está habiendo, que iba a haber una mayor ilusión. Eso me está defraudando un poco, francamente lo digo.
Por cierto, ¿qué significó para usted ver a la Real ganar la Copa?
–(Risas) No tengo palabras. Estuve a punto de ir a Sevilla, porque el presidente me propuso la posibilidad de ir, pero no pude. ¿Qué quieres que te diga? Eso es la pera. Con eso tenemos para 20 años. Ya más en serio, yo soy menos resultadista. Naturalmente, me haría una ilusión terrible que pudiera llegar otro título, pero está todo tan igualado que eso mismo te permite soñar, porque no es una locura soñar, pero al mismo tiempo te obliga a ser cauto, porque hay que ser consciente de esto. Si la Real mantiene esta personalidad que está teniendo y esta solidez que está mostrando como club, yo creo que está haciendo lo mejor. Yo ya les he dado el título. Ahora hay que soñar. No quiero que el balance de un año de la Real se mida exclusivamente en el resultado. Date cuenta de que hemos pasado unos años muy malos, despersonalizados por completo, que no sabíamos quiénes éramos, que teníamos un lío de club, de equipo... Era todo un desmadre. Y cuando veo esto, esta es mi Real, la soñada. Yo estoy en Madrid. Si tu supieras el gustazo que da ver el respeto que inspiramos como equipo y como club... La prensa, ya sabes cómo solemos ser, tiene un respeto y un reconocimiento que a mí me llega de gusto. Estamos disfrutando mucho. Cuando Imanol dice que está muy orgulloso, yo también estoy orgulloso.
¿Ha sacado mucho pecho?
–No, yo saco menos, pero mi hijo el mayor no veas. Es una barbaridad cómo saca pecho.
Realista de corazón, ¿se puede quedar con un momento en la historia de la entidad blanquiazul?
–Hombre, el empate a dos en El Molinón no se olvida. Esa es el top de las gozadas junto con la victoria de Sevilla en la Copa. Cuando éramos pequeños, cuando no podíamos imaginar que pudiéramos ganar nada, hubo muchos magníficos momentos también, pero los hitos de gloria, la Copa frente al Athletic da mucho gusto, y el empate a dos en El Molinón para ganar la Liga fue increíble. Yo esa la disfruté mucho. Es que yo era el director de informativos de la tele en Madrid y me vengué de todo el madridismo circundante aquel día poniendo en portada una imagen congelada con los jugadores del Madrid creyéndose ganadores. Aquel día fue el que más disfruté.
¿Quién ha sido su ídolo?
–He tenido muchos ídolos. Pela Arzak era amigo mío, de mi cuadrilla. A mí me gustó mucho Rafa Mendiluce. Es uno de los jugadores a los que más he admirado. De los tiempos posteriores, me parecía absolutamente maravilloso Satrústegui. La Real tenía en aquel momento jugadores como Arconada, Zamora o López Ufarte, que eran fuera de serie, pero me produjo una gran admiración Satrus. Y de los que están ahora, me impresiona cómo es Mikel Oyarzabal, y no solo como futbolista, que es muy bueno. Tendríamos que dibujar un retrato robot de él, un jugador por el que los guipuzcoanos nos sentimos representados, por su actitud, su formalidad. Igual no es un exquisito, pero sabes que es un tipo que no te va a fallar.