Juan Antonio Larrañaga recuerda para NOTICIAS DE GIPUZKOA el título de Copa de La Romareda, del que hoy se cumplen 35 años
Donostia – Larra fue uno de los elegidos para esa inolvidable tanda de penaltis que terminó con la parada de Luis Arconada al disparo de Quique Ramos. La Real volvió a saborear las mieles del triunfo cinco años después del último título liguero. Fue la reivindicación de un buen número de jugadores que demostraron que no se les había olvidado ganar.
35 años del título de Copa de La Romareda frente al Atlético de Madrid. Echa la vista atrás y ¿qué recuerda?
–Que ese año hicimos una gran temporada. Estuvimos muy bien. En la Copa siempre fallábamos. Fue un año en el que aprovechamos todo. La Copa fue muy buena para nosotros. Hicimos unas eliminatorias muy buenas, pero muy justas, sobre todo al inicio. Creo que ganamos 0-1 algunos partidos bastante nivelados y en terrenos de juego bastante malos, pero la final la merecimos ganar.
Acorde con esa igualdad de la que habla, la semifinal ante el Athletic se decidió, tras el empate a cero en Atocha, con un solitario gol en San Mamés, obra de José Mari Bakero...
–Sí. En Atocha acabamos empate a cero, con muchos lesionados, con diez sobre el terreno de juego, y tengo que decir que terminamos muy contentos con ese empate. Ellos, también. Pensaban que en San Mamés nos iban a ganar y nosotros, al revés, pensábamos que el empate estando en inferioridad numérica, con un lesionado en el campo, terminando jugando con nueve y empatando ese partido, para nosotros fue como un triunfo, sabiendo que en San Mamés íbamos a dar la cara como así fue.
¿Cómo recuerda aquel 27 de junio?
–Con mucho calor, como el que hizo la semana pasada. Muchísimo calor, asfixiante, pero estuvimos bien. No éramos los favoritos. El Atlético de Madrid venía con un presidente nuevo que iba a entrar, que era Jesús Gil, que había fichado a Futre. Parecía que ya habían ganado antes de salir al campo, pero estuvimos muy bien mentalizados, sabiendo lo que nos jugábamos y sabiendo lo que teníamos delante. Estuvimos ganando dos veces en el partido, así que estuvimos bien.
Y llegó la tanda de penaltis, una lotería en la que Toshack apostó por una serie de jugadores no muy habituales en esas lides, ¿no?
–Entre comillas, se escondió mucha gente. Era una responsabilidad muy grande y se acertó. Toshack empezó a mirar a la gente a la cara para ver a quién podía elegir y eligió bien. José Mari Bakero hizo un gran partido y fue el primero que tiró. Musti y Martín Beguiristain, que, en teoría, eran los jóvenes, eran lanzadores de penalti también. Yo lancé el cuarto y todo salió bien. Pero estábamos convencidos de que íbamos a ganar a los penaltis. Yo por lo menos, cuando llegamos a la tanda, estaba convencido.
¿Por qué?
–Sobre todo, porque teníamos en la portería lo que teníamos. Y eso nos daba mucha seguridad a nosotros. Te daba confianza en el sentido de que Luis seguro que paraba alguna. La cuestión era meterla, que es difícil también, pero Luis seguro que iba a parar alguno.
¿Cómo recuerda su penalti?
–Lo peor del penalti fue el camino que había desde el centro del campo hasta el punto de penalti. Es ahí cuando empiezas a pensar y Qué hago, por dónde lo tiro. Iba con la idea de hacer lo de siempre, fuerte, pegado al palo si se podía y así fue.
Después de las dos Ligas, ¿ese título fue una reivindicación para buena parte de la plantilla que quedaba de esa época gloriosa?
–No sé hasta qué punto, pero sí podía ser. Después de las Ligas el equipo bajó un poquito de nivel, pero, poco a poco, con las nuevas incorporaciones, el nuevo entrenador, empezamos a ir otra vez hacia arriba y llegamos a la cima. Sí que pudo ser una reivindicación de aquella gente que estuvimos en las Ligas, que luego sufrimos un poco, para reivindicar que también teníamos ese nivel y podíamos ganar copas. Y eso se alargó el año siguiente, que también llegamos a la final de Copa, aunque la perdimos. Esa temporada, la 87/88 fue un gran año. Fuimos segundos en Liga y perdimos esa final contra el Barça. Fue de las mejores temporadas, aunque no ganamos nada.
¿Cambió mucho la mentalidad del equipo con la llegada de Toshack?
–Sí que cambió. Nosotros también tuvimos que cambiar mucho porque él tenía otras ideas, otro estilo de juego, otra forma de ser también, y tuvimos que adaptarnos a esa situación. Y cuando nos adaptamos, nos conocimos mejor, el equipo dio el nivel que tenía.
¿Se acuerda que se le pasó por la cabeza cuando Ramos Marcos pitó el final del partido?
–No recuerdo. Cuando pitó el final después de que Luis parara el penalti, sentí una inmensa alegría. No sabíamos lo que teníamos que hacer. Es que no sabíamos nada. Estábamos, primero, cansados por todo el calor que habíamos sufrido, por el partido en sí, por la prórroga, por los penaltis, por la tensión que había... bastante teníamos con lo que teníamos, pero sí sentí una inmensa alegría. Te acuerdas de la afición, de la gente que estuvo cerca de nosotros, de los familiares. En cinco segundos se te pasa todo eso por la cabeza.
¿Que la Real haya vuelto a ganar un título de Copa después de tanto tiempo fue una liberación para ustedes, para aquella generación de futbolistas que tocó el cielo con las manos?
–No sé si la palabra es liberación. El equipo, en estos momentos, está dando un gran nivel de juego. Ha sido campeón por sus méritos, no por los fallos de los demás. Lo ha conseguido jugando bien y porque está haciendo muy buenas temporadas. Eso es un trabajo de muchos años y esa situación, no puedes decir que se veía venir, pero el trabajo que se estaba haciendo era bueno y el trabajo ése tiene sus resultados. Más que liberados, estamos muy contentos que la Real vuelva a ser un equipo que es campeón y que puede disputarle a cada equipo en cada partido.
Siendo alguien tan importante en la historia de la Real, ¿se esperaba esta época tan brillante de la Real, el volver a verla campeona de Copa?
–Ahora es muy fácil decir que sí, pero los que hemos estado cerca de la Real, los que hemos trabajado en Zubieta, sabíamos que había que trabajar bien la cantera y que ese trabajo iba a dar sus frutos siempre con la ayuda de un número de jugadores de fuera. Ahí se ha acertado. El trabajo que se ha hecho en Zubieta ha sido muy bueno, desde hace muchos años. Yo sí pensaba que el trabajo iba a dar sus frutos. Lo que no esperaba es que volveríamos a ser campeones, pero sí que íbamos a estar cerca.
¿Qué significa para alguien que se formó en Zubieta ver a tanto canterano subir al primer equipo y ya no solo debutar, sino mantenerse?
–Orgullo. Es que los que salen tienen un nivel muy bueno. Todos están mirando a la Real en estos momentos. Eso es un orgullo para todos. Para todo socio de la Real que vea que se está haciendo un gran trabajo en Zubieta eso es importantísimo. Y hay que estar muy orgulloso de esto.
¿Es de los que piensa que va a ser complicado repetir lo de la temporada pasada?
–Muy complicado, pero bueno, al final nunca sabes lo que va a pasar. Tienes que seguir trabajando, intentar hacer un gran equipo otra vez, intentar que la gente esté bien, que haya pocos lesionados. Eso es importante y más en un club como la Real, que trabaja mucho la cantera, y que las lesiones te condicionan bastante. Nunca sabes lo que va a pasar. Lo que hay que hacer es seguir trabajando y no desanimarse. l
"El título de Copa pudo ser una reivindicación de aquella gente que estuvimos en las Ligas, que luego sufrimos un poco"
"Teníamos en la portería lo que teníamos. Y eso nos daba mucha seguridad a nosotros. Luis seguro que paraba alguna"