Take Kubo se ha convertido por méritos propio en la gran revelación de la brillante primera mitad de la temporada txuri-urdin. En gran parte porque su contratación despertó un desproporcionado recelo en un amplio sector de la afición realista. Sin embargo, la confianza era total en el cuerpo técnico. No sabemos si hasta el punto de rendimiento que ha alcanzado y de compromiso que ha demostrado, pero lo cierto es que en Zubieta tenían la certeza de que iba a escribir páginas brillantes con la camiseta de la Real.
“Dije que quería participar en 20 goles porque era una forma de apretarme a mí mismo”, declaró en una entrevista a este periódico al comienzo de temporada. Hasta la fecha ha disputado 23 partidos en los que ha logrado tres goles y ha dado cinco asistencias. Según él, con su gracia habitual y su espontaneidad poco japonesa (suele contar que le acusan de tener “lo peor de mi país y de los españoles”), le han birlado un par de pases decisivos y más de una pena máxima no pitada: “Me pusieron la excusa de que eran penaltitos. Luego ya verás como nos pitan alguno de esos en contra...”. Pese a que le faltan dianas para acercarse al ritmo que necesita para alcanzar la participación en los 20 goles, Kubo siente que tiene que mejorar mucho en esta faceta tal y como declaró en el mismo césped del Bernabeú: “Me faltó el gol, no sé qué pasó en las acciones que tuve, pero tengo que estar más tranquilo delante de la portería para marcar más y dar el salto a jugador nivel élite. Para eso necesito mejorar mis números en tantos y asistencias. Con las ocasiones que dispuse tenía que haber marcado algún gol”.
El que está como loco con Kubo es Imanol. El técnico se ha encontrado a un futbolista que encaja a la perfección en sus dos sistemas. Es más, normalmente es quien marca el verdadero cambio de registro cuando el técnico modifica la estrategia, como se pudo comprobar en Madrid.
Hasta la fecha ha jugado a gran nivel de extremo en ambas bandas y de mediapunta. No hay que olvidar que el oriotarra buscó una fórmula que funcionase cuando Oyarzabal cayó lesionado y su brillante idea fue entregarle las llaves del ataque de su equipo a Silva. En su ausencia, como ha acreditado en los dos grandes templos de nuestro fútbol, no ha dudado en otorgarle los mismos galones al nipón. Ese el es el nivel de confianza que le tiene a día de hoy.
Kubo completó una actuación magnífica en el Bernabéu en la que desplegó lo más granado de su amplio repertorio. Primero en el citado 4-4-2 con un trabajo oscuro y poco lucido marcando y anulando a Toni Kroos, pero siempre participando al primer toque en las posesiones blanquiazules con detalles de calidad.
Cuando pasaron a actuar en un 4-3-3, el japonés firmó unos minutos inolvidables como extremo derecho. Contuvo a Camavinga y generó hasta cuatro ocasiones para marcar, aunque una vez más, falló con la espada al entrar a matar con dos disparos demasiado inocentes.
Como suele ser habitual con los jugadores que deslumbran en el Santiago Bernabéu, más aún cuando tienen pasado blanco, la prensa que cubre la actualidad del Madrid no ha tardado en repasar las cláusulas que podrían traerle de vuelta. Hasta en Barcelona han recordado que le tuvieron ahí y gusta mucho. Pero ahora respira txuri-urdin por los cuatro costados: “¿Volver al Madrid? Yo solo pienso en la Real”.
E Imanol lo celebra como el domingo tras el empate 0-0: “Le estamos cuidando, lleva tres semanas que casi no puede entrenar... Yo más no le puedo pedir”.