Resta menos de un mes para que termine la Liga y la palabra "Europa" está en boca de todos, más aún después de una final copera cuyos efectos en el reparto de billetes ha sido concienzudamente estudiado y analizado. No puede negarse que la victoria del Betis en la tanda de penaltis contra el Valencia benefició a las opciones continentales de la Real. Pero, una vez conocidos todos los requisitos para sellar un nuevo pasaporte, procede destacar también que el cuadro txuri-urdin presenta una candidatura sólida gracias a argumentos propios. Uno de ellos, la profundidad y el buen estado físico de su plantilla, quedó patente ayer en el regreso al trabajo en Zubieta.
Tras perder contra el Barcelona y ejercitarse el viernes en el día después de la derrota, la escuadra blanquiazul volvió al tajo pensando ya en su próximo compromiso, el domingo en el campo del Rayo Vallecano (18.30 horas). Lo hizo con buenas noticias, porque así puede considerarse que, a estas alturas de la temporada, un partido no deje secuelas físicas, más allá de las típicas sobrecargas y de la lógica fatiga. Imanol tuvo a su disposición en las instalaciones txuri-urdin a todos los futbolistas que participaron ante el cuadro culé, incluido Martín Zubimendi. El centrocampista donostiarra tuvo que ser sustituido en los minutos de descuento visiblemente acalambrado, problema que quedó en eso y que no impedirá al jugador participar en el próximo encuentro.
Ahora mismo, el entrenador trabaja con un grupo compuesto por 23 jugadores, aunque uno de ellos, David Silva, no podrá jugar por sanción el próximo partido. Se trata de una cifra, en cualquier caso, que permite a Imanol contar con dos futbolistas por posición (dentro del 4-3-3 desde el que fue concebido el plantel) y que, a simple vista, solo cojea en los extremos. Con Oyarzabal y Barrenetxea fuera de combate (Ander Martín y Naïs Djouahra son los refuerzos promocionados desde el Sanse), no parece casualidad que Alguacil esté apostando últimamente por un dibujo (4-4-2 de medular en forma de rombo) sin alas fijas en el ataque.
otra energía
Todos los futbolistas que jugaron contra el Barça siguen disponibles. Y el técnico trabaja con una amplia nómina de efectivos a solo cinco jornadas de que concluya la Liga. Se trata de circunstancias tangibles y objetivas que, de todos modos, pueden trasladarse también al campo de las sensaciones. La Real es un equipo eléctrico cuando puede, con necesidad de imprimir un ritmo alto a los encuentros, y esto es algo que no logró hacer como habría deseado en el tramo final de los dos últimos campeonatos. La Liga exprés posterior al confinamiento, con jornadas cada tres días, mutiló buena parte de sus fortalezas. El año pasado, mientras, la resaca posterior al título copero no se tradujo en relajación alguna, pero sí en una plaga de lesiones que condicionó los últimos encuentros del torneo.
Cogida con alfileres en lo condicional, sin poder aplicar el plan A en plenitud, el equipo accedió a Europa en ambas ocasiones. Ahora, la forma en que los txuri-urdin encaran los partidos marca la diferencia en sentido positivo. Contra el propio Barcelona, sin ir más lejos, plantearon un duelo de gran despliegue físico, presión alta y recorridos muy largos, dentro del que acreditaron energía suficiente durante unos muy exigentes 70 minutos iniciales. También es cierto que, transcurrido ese tiempo, el vigor de la propuesta bajó enteros, algo que puede considerarse totalmente comprensible.
Lo que nunca ha faltado ni faltará es la cintura táctica del staff liderado por Imanol. El 4-4-2 con medular en rombo, aplicado con distintos matices en las tres últimas jornadas, ha aportado a los futbolistas nuevas herramientas para buscar victorias. Y es que todavía van a ser necesarios algunos triunfos más para regresar a Europa el próximo curso.
la plantilla
Pese al lógico cansancio, el equipo encara el sprint final con un vigor físico superior al de las últimas jornadas del pasado curso y del anterior