En esta segunda parte de la entrevista, la más personal, Zubimendi explica lo mucho que está trabajando en el día a día, los puntos de su juego en los que cree que ha progresado y lo que le gustaría mejorar todavía.
¿Cómo se siente de aquellas molestias que casi le dejan sin debutar en Cádiz?
–Fueron por carga de trabajo. El cuerpo no está habituado después de un gran descanso y, sin ser lesiones grandes, intenté parar a tiempo para que fueran cortas, y así poder seguir entrenando de otra manera, aunque machacándome también.
¿Ha podido descansar bien este verano?
–Sí, sí, comparando con el año pasado, he tenido tiempo. Sobre todo he desconectado la mente, que el año pasado no pude y, a nivel mental, sí que lo he conseguido.
He visto unas fotos de Barrenetxea en las que se le ve fuerte. Usted también ha cambiado mucho físicamente, si comparamos fotografías de cuando se estrenó.
–Sí, puede ser… Bueno, de Barrenetxea no me sorprende porque es un tío fuerte y, a nada que hace, gana mucho músculo. Es verdad que yo también he podido cambiar, llevo dos años trabajando en el gimnasio y ha sido progresivo.
¿También nota evolución en el juego, en las disputas?
–Sí, sobre todo cuando hay que ir al choque, sientes que vas más poderoso. Eso sí que lo noto.
¿Se siente más maduro también? A la hora de entender el juego o colocarse.
–Sí, sobre todo a nivel de medir las distancias y no correr tanto. El mediocentro, por querer hacer más cosas se mueve tanto de sitio que a veces no está en el sitio en el que tiene que estar. El mediocentro necesita esa tranquilidad de aguantar el sitio, que ya te llegará la bola.
¿Juega más tranquilo?
–Sí. En los primeros partidos la gente no te conoce y sientes esa necesidad de tener que demostrar. Ahora la gente me va conociendo y la mentalidad es otra.
¿Qué le falta por mejorar?
–Me encantaría perfilarme mejor. Imanol me está insistiendo mucho, en que miro demasiado la bola y al pasador y que tengo que estar mejor perfilado.
Es difícil entrenar eso...
–Sí, es difícil de trabajar, pero a eso hay que optar.
¿Ha cogido peso en el vestuario? Ya lleva 100 partidos?
–Sí, puede ser que sí, y eso que mi perfil no es tanto de hablar en alto o de dirigir, sino más tranquilo, pero a mi manera, creo que sí.
¿Se lo pide Imanol? Xabi Alonso incidía en eso, en que asumiera más liderazgo.
–Es que el liderazgo se puede enfocar de diferentes maneras. Parece que el líder es el que más puede gritar, el que más puede hablar, pero al final hay líderes, como Iniesta, que son los que piden la bola, los que empiezan a organizar el fútbol…
Me contó que cuando llegó a la Selección no le conocían. ¿Siente ahora que los rivales le conocen y le tienen más respeto?
–De momento no, porque tengo delante a jugadores que deben respetar más todavía (risas).
Merino habló claro del Mundial, de sus posibilidades… ¿Cómo le pilla a usted?
–Buff, no lo veo cercano todavía. Yo intento trabajar todos los días para que, en el caso de que llegue, estar preparado, pero obviamente si todavía no he ido a ninguna convocatoria, con tan poco margen ir al Mundial está difícil.
¡Pero usted ya ha debutado con la absoluta!
–Eso no vale (risas).
¿Se siente afortunado por haber aterrizado en esta Real, que juega con un estilo que le va tan bien y que tiene este nivel?
–La verdad que es difícil que hubiera entrado en mejor momento, con un técnico que ya conocía de antes, por cómo entrenaba, por cómo jugaba. Es un juego con el que me siento identificado y lo disfruto.
Cien partidos en un espacio tan corto de tiempo no es muy habitual...
–Eso hay que agradecérselo a Imanol, que siempre me tiene en cuenta, sea titular o suplente, confía mucho en mí y estoy contento.
¿Sigue siendo igual de ambicioso?
–Me gusta ponerme objetivos a corto plazo más que a largo, poco a poco.
¿Cómo cuál?
–(Risas) Uno de ellos, marcar más goles. Me veo con opciones, siempre me cae alguna y debo mejorar ahí.
Aquel gol al Alavés que celebró con la Zabaleta. ¿Qué se siente?
–Fue un partido que empecé de suplente y supuso un punto de inflexión para mí, porque luego empecé a ser titular. No sabía ni cómo celebrarlo. Tengo fotos de ese gol desde todos los ángulos, con el puño arriba, hacia el cielo, no sabía ni qué hacer… Fue el primero que pude celebrar.
El gol que nos metió en Europa también lo hizo usted y resume su crecimiento como futbolista
–Luego viendo la repetición, me di cuenta de que había dejado a mi marca solo, había dejado descubierto lo de atrás, pero lo vi tan claro que ya de primeras me entró el pase atrás y luego en el rechace lo metí.
Ahora lo que tiene pendiente es un gol desde fuera del área.
–Eso sí. Este año, Remiro me dice que vamos a entrenar el disparo desde fuera del área. Nos centramos mucho en pegarle duro, pero la realidad es que lo que importa es que vaya a portería, porque si no no hay opción de que pase nada.
¿Ve más camisetas con su nombre por la calle? Ya ha calado en la afición para siempre...
–Sí, la gente me suele enviar fotos de chavales con la camiseta de Zubimendi. Es verdad que lo he notado, pero tampoco me dejo mucho impresionar, porque soy bastante tímido con esas cosas. Siempre intento escurrirme, aunque estoy muy agradecido por todo.
¿Ha cambiado mucho su vida?
–No, no mucho, sigo haciendo lo mismo.
¿Continúa viviendo en casa del aita?
–Sí. Estoy buscando casa, pero no tengo prisa.
¿Y el aita?
–Tampoco (risas). Estamos bien los dos.
Un objetivo personal para esta temporada.
–No lesionarme.