Reala

El codazo de Dembelé a Aihen, merecedor de expulsión en el minuto 12

Munuera Montero, sus asistentes y, sobre todo, el ínclito González González no consideraron punible un golpe voluntario, certero y violento de Dembelé en la cara de Aihen
José Luis Munuera Montero, durante el partido entre la Real y el Barcelona

La jugada que pudo cambiar el signo del encuentro Real-Barcelona, por lo menos a la misma altura del gol a los 48 segundos de Lewandoswski o de las dos asistencias y el tanto de Ansu Fati, fue el flagrante codazo sin el balón en juego que le propinó Dembelé a Aihen. Corría el minuto 12 del encuentro con 1-1 en el marcador cuando, en un saque de banda y sin que hubiese mediado ni la más mínima provocación golpeó con su codo en la cara del realista que cayó fulminado al suelo.

Las imágenes desvelan que ni el árbitro ni el linier de esa banda estaban observando la jugada, por lo que fue más error del cuarto árbitro y, sobre todo, del ínclito González González que desde su poltrona en el Var sigue sin eludir ninguna posibilidad de perjudicar a la Real.

Lo curioso que es Munuera Montero se acercó a la posición de Aihen y pareció comentarle a Aritz, que se había cruzado el campo para protestarle la acción, que lo había visto perfectamente. Por si fuera poco, como denunció Aihen en rueda de prensa una vez acabado el duelo y con la precaución de no meter la pata para evitar que le pueda caer una sanción, el colmo fue el comentario de unos los linieres a los jugadores de Imanol: “Las imagenes hablan por sí solas. Nos dijo que había agachado yo la cabeza” (recordó a la famosa y delirante declaración en su día de Gajate en la que, tras ver el camino a los vestuarios, dijo que Hugo Sánchz le había dado “con la cabeza en el codo”). Imanol también se manifestó en este sentido, “la imagen del codazo sí que he visto y sobran las palabras”.

La indignación en el vestuario txuri-urdin ya era palpable en el mismo descanso cuando repasaron en vídeo la jugada. No podían dar crédito a que el Var no hubiese entrado y a que Munuera Montero no hubiera sido capaz no ya de expulsarle, sino de simplemente mostrarle como mínimo una tarjeta amarilla.

Pero aún hay más. Es cierto que la jugada pasó en un principio casi inadvertida por la sencilla razón de la retransmisión televisa solo ofreció en el momento una repetición desde una posición muy lejana en la que no se podía apreciar la contundencia de la violenta e incomprensible reacción del galo. La mayoría de los presentes en el campo ni se percataron, motivo por el que no se produjo una protesta masiva e incluso varios de los especialistas arbitrales de los distintos medios opinaron que no era lo suficientemente grave como para que recibiese más castigo. Eso sí, las imágenes del robo de balón ente Kubo y Silva a De Jong las repitieron desde todos los ángulos posibles para encontrar una supuesta falta que no se produjo.

Fue en el descanso cuando la retransmisión emitió la jugada desde más ángulos y varios de los comentaristas arbitrales no tardaron en cambiar de opinión para considerar que la jugada era merecedora de expulsión. Para más inri y dolor, fue el propio Dembelé el que desniveló el duelo con su chut cruzado con el que materializó el 1-2.

Munuera Montero olvidó las gafas en el taxi que le llevó al aeropuerto

No debía estar muy tranquilo al final del encuentro el colegiado, quien a las 2.30 horas de la madrugada se vio obligado a incluir un anexo en el acta para rectificar el error en el que había incurrido en primera instancia. En la versión publicada en la web de la RFEF minutos después de concluir el choque trasnochador de Anoeta, el colegiado había indicado que en el minuto 69, Take Kubo había dejado su lugar en el campo a Ander Barrenetxea, cuando quien había entrado en el triple cambio que efectuó Imanol fue Mohamed Ali Cho. Esta circunstancia llevó a Munuera Montero a tener que incorporar un anexo al acta “motivado por un error en la cumplimentación de las sustituciones”.

Algo debía perturbar al colegiado, que será recordado para siempre por el “Todo ok, Jose Luis” del no penalti de Rulli a Vinicius (también del supuesto de Merino a Suárez en el Wanda que significó el 2-2), ya que por la mañana cuando iba camino del hotel se olvidó las gafas en el taxi que le llevaba al aeropuerto. El colegiado, que vive en Córdoba, se ha dado cuenta pronto de su descuido y solicitó al taxista que se las dejase en el hotel en el que se había hospedado. Lo normal es que se las manden, porque después de este error lo lógico es pensar que se pase un tiempo sin visitar Donostia. Aunque teniendo en cuenta lo poco que respetan a la Real en los comités, tampoco se puede descartar nada...

23/08/2022