donostia –Nerea Uranga forma parte de esa generación perdida que no sabía lo que era celebrar un título con la Real. "Recuerdo más momentos malos que buenos", reconoce. Pero ese 3 de abril saboreó las mieles del triunfo como nunca antes lo había hecho.
"La recuerdo muy nerviosa, tensa", rememora. "Es una cosa que no había vivido antes y piensas: Como perdamos, va a ser muchísimo peor que cualquier otra cosa". Iba preparada por si acaso "con un escudo con el que te proteges para que luego, si es un golpe, que no sea más duro", confiesa. En su opinión, "no fue ese partido que lo ves relajado". Es más, "ese día no era para disfrutar mucho". Lo hizo cuando el colegiado decretó el final de la contienda.
No le falta razón cuando dice que recuerda peores momentos que buenos. "Por ejemplo, el descenso lo tengo súper reciente, lo recuerdo mucho, incluso más que la fiesta del ascenso. Me acuerdo que en el partido en el que Savio falló un penalti estábamos de viaje de fin de curso por Huesca. El día del descenso estaba con una amiga y no paré de llorar. De eso sí me acuerdo", asegura esa fanática de la Real que todos los partidos acude a su asiento de Anoeta para animar a la Real. "Lo que recuerdo con la Real son cosas que duelen, más que alegrías. Cuando entramos, por ejemplo, en la Champions en Riazor, me supuso una gran alegría, pero no una fiesta".
Pese a que la pandemia impidió que Gipuzkoa entera se lanzara a la calle, Nerea lo celebró "como se merece". Sus aitas, espectadores de lujo en La Cartuja, llegaron al día siguiente. "Lo celebramos con los vecinos de los aitas, los aitas, mi hermano y yo, y fue brutal. Lo celebras con tu gente. Me lo pasé muy bien y estuve súper contenta", confiesa. "Que no puedes celebrarlo con una gran fiesta, pues sí, pero a mí me dio más pena no estar allí que la farra en sí". Y se acuerda de lo vivido en Lyon. "Me acuerdo más del viaje, de ir, de la gente y luego de la victoria, también, pero no tanto de cómo lo celebramos", subraya. Lo mismo le pasó con la Copa ganada por el equipo femenino en Granada: "Fui el día anterior y me volví a las 5 de la mañana del día siguiente. Más que de la celebración, me acuerdo de pasar el día allí y del momento del partido".
No se olvidará de ese 3 de abril que "abrimos una botella de champán francés" cuando terminó el partido. Tampoco, por supuesto, del abrazo que se dio con su hermano: "Era pura felicidad. Fue abrazarnos y empezar casi a llorar. Luego llamamos a los aitas y también se nos escaparon unas lágrimas. Pero ese abrazo fue lo mejor para decir: Por fin hemos ganado", sentencia la fiel seguidora txuri-urdin.
"Que se acabe ya" Quizá el momento de mayor tensión llegó, por increíble que parezca, con el gol de Mikel Oyarzabal. "Que se acabe ya, que pite el final", deseó Nerea. "Visto el partido y visto cómo compite el Athletic los finales de partido, que siempre achuchan, meten centros, que casi hay que meter el autobús londinense para que no nos metieran, ese fue un momento de mucha tensión", analiza Nerea, para quien "cuando vas ganando, tienes más tensión que cuando vas empate. A mí me pasa", reconoce. "Cuando metió, lo celebré, pero no tanto. Quería que se acabara ya. Y luego ya, cuando terminara, ya vendría toda la celebración".
"Recuerdo con la Real más momentos malos que buenos y esa Copa significa felicidad"
Nerea uranga
Socia de la Real