El empate que la Real Sociedad sumó el jueves contra el Sturm Graz en la Europa League supuso un duro golpe. El cuadro txuri-urdin vio complicarse su clasificación para las siguientes rondas de la Europa League obteniendo un único punto en un duelo durante el que se mostró netamente superior a su adversario, sin poder plasmar ese dominio en el marcador. Desgraciadamente, se trata de un mapa de partido que el equipo de Imanol ha dibujado en varias ocasiones durante los últimos meses. Y lo ha hecho tanto en la competición europea como en la Liga, por mucho que la trascendencia de las noches continentales haga perdurar más en la memoria determinados episodios pasados.
AZ, Rijeka, Sturm...
No resulta exclusivo de Europa, pero sí innegable. A la Real le está costando plasmar en los marcadores continentales la muy meritoria superioridad que demuestra en el juego ante varios de sus rivales. Las experiencias del pasado curso y del actual así lo demuestran. El corto 1-0 con el que los de Imanol vencieron al buen AZ Alkmaar no reflejó lo visto sobre el césped durante los 90 minutos. Merecieron ganar con creces los txuri-urdin al Rijeka en el 2-2 que los croatas arrancaron de Anoeta. Y lo mismo sucedió, acentuado por el elevado número de ocasiones falladas, este jueves ante el Sturm Graz.
Valencia, Betis, Levante...
Pero conviene recordar que, en tardes ligueras más susceptibles de caer en el olvido, el mencionado guion continental se ha dado también en el campeonato local. Durante la pasada temporada, de hecho, se convirtió en habitual en Anoeta. El Valencia de Javi Gracia ganó 0-1 un duelo en el que los guipuzcoanos fueron muy superiores. El Betis empató en los minutos finales (2-2) un encuentro que la Real pudo golear. Y un Levante de resaca post copera encajó un exiguo 1-0 tras calcarse ante el cuadro granota el ya citado partido europeo contra el AZ . Aunque con matices, también cabe situar aquí el 2-0 ante un Granada que aterrizó en Donostia plagado de juveniles por culpa de un brote de covid.
Superioridades desaprovechadas
Al fin y al cabo, hablamos de una circunstancia que no responde a la competición en liza y sí a factores futbolísticos que, en cualquier caso, resultan muy difíciles de analizar. Lo cierto es que, en Europa y en la Liga, viene repitiéndose un tipo de encuentro en el que la Real se muestra muy superior a su rival y no logra traducirlo en goles. Para empezar, cabe subrayar el mérito de los txuri-urdin. En un contexto tan igualado como el actual, merece destacarse que el equipo de Imanol tenga la capacidad de someter como lo hace a menudo a rivales que también cuentan con sus fortalezas. A partir de ahí, toca intentar descifrar por qué se han repetido experiencias tan similares.
¿Agresividad ofensiva?
"Es posible que nadie se acuerde de las oportunidades que hemos desperdiciado. Yo sí lo voy a hacer, porque se trata de un aspecto que debemos mejorar y que nos ha costado puntos últimamente", dijo Imanol en febrero tras ganar al Cádiz (4-1). El técnico denunció en varios momentos del pasado curso la falta de "agresividad ofensiva" de los suyos. El jueves en Anoeta tras el 1-1 ante el Sturm, mientras, se mostró comprensivo: lamentó falta de acierto y también falta de pausa a la hora de dar ese último pase decisivo.
El foco sobre el juego
Sea cual sea el diagnóstico de los técnicos, resulta evidente que la Real, como equipo y como proyecto, ha elegido poner el juego en el centro de todas sus decisiones. Y los resultados, títulos mediante, están a la vista. La txuri-urdin es una escuadra moderna cuyos futbolistas se involucran en todas las fases: el portero, también en la creación; los delanteros, también en la presión y en la elaboración. Quizás por ello, entre los perfiles de sus atacantes no figure el de un killer puro y duro que garantice regularidad en la definición. Los Isak, Oyarzabal, Januzaj, Sorloth y compañía son jugadores capaces de firmar goles de muy buena factura, valiéndose de su calidad. Pero ninguno es un seguro de vida cuando se presenta la ocasión de turno, alternándose aciertos y fallos. Podría residir en todo ello una falta de contundencia a la que, en cualquier caso, también hay que mirar como a un peaje que asumir por todo lo bueno que hace el equipo.