Reala

Real Sociedad | Tribuna de prensa: de parto en parto

Tribuna de prensa
Real Sociedad | Tribuna de prensa: de parto en parto

Cuesta ganar en casa y cuesta abrir la lata. Es lógico. La táctica y la energía física lo igualan todo hasta el extremo

Cuenta la leyenda que, cuando un niño va a venir a este mundo, la ginecóloga y la matrona de turno proponen al aita cortar el cordón umbilical. Habladurías. Yo estuve dos veces en situación y a mí nunca me dijeron nada. Aunque, pensándolo bien, quizás vieran mi cara y estimaran, con acierto, que bastante tenía manteniéndome consciente, sin desmayarme ni nada parecido. No, no me gustan los médicos, ni siquiera los del hospital materno-infantil. Y lo paso mal si asisto a un parto, en la Policlínica o en el estadio de Anoeta. ¡Cuánto cuesta ganar un partido de fútbol! El domingo salí del campo dándole vueltas a la cabeza, buscando temas sobre los que escribir aquí. Y enseguida creí haber encontrado uno: las dificultades que sufren hoy día todos los equipos para abrir la lata. Es casi como dar a luz. Justo entonces, me subí al coche y encendí la radio: "Minuto 27. Barcelona 3, Osasuna 0". Los culés están en forma y ya no les considero rival directo de nuestra Real. Así que quedan fuera de mi ecuación y sigo adelante, principalmente porque la trayectoria txuri-urdin depara datos muy ilustrativos, aplicables además al ámbito global del juego.

Las cifras

La Real ha afrontado esta temporada 20 partidos como local, anotando en ellos 19 goles, menos de uno por encuentro. Se ha quedado sin marcar en cinco de estas citas, todo un 25%. Y además el reparto de las dianas realizadas, a nivel temporal, no resulta precisamente equilibrado. Hablamos de un total de 900 minutos disputados, sumando todas las primeras partes de Anoeta este curso. Pues bien: en ellas, la cifra de tantos txuri-urdin es de únicamente seis, uno cada dos horas y media. El más tempranero lo hizo Oyarzabal contra el Celta, en el minuto 13. El segundo más madrugador es el de Isak al Villarreal, ya en el 32. Podría seguir con la ensalada de números. Pero no se trata aquí de reproducir en el lector mis suculentos mareos cuando nacieron Iker y Danel. Prefiero traducir al cristiano las estadísticas y subrayar la forma en que el fútbol ha evolucionado durante los últimos años. El factor táctico está de sobra comentado en este espacio. Todo se estudia. Todo se analiza. Todo se entrena. Todo se prepara. Y la fuerza de los colectivos ha ganado mucho peso en detrimento de la calidad individual. Esta cuenta, sin embargo, con un fiel aliado. El tiempo. El simple paso del tiempo.

cuestión de energía

Porque este es un deporte de fondo, de largo aliento, y cuando termina una Liga el algodón no engaña. Ahí está la actual clasificación para demostrarlo. Después de 28 partidos, la tabla apenas ofrece sorpresas. Todos ordenaditos. Pero el asunto cambia, obviamente, si el margen de error se ve reducido. Pasando de 28 encuentros a uno solo, por ejemplo, nos encontramos con campanadas como las que se dan año tras año en la Copa, un torneo donde las distancias entre unos y otros disminuyen. Y dentro ya de los 90 minutos de una misma contienda, el equilibrio siempre resultará mayor en la primera parte que en la segunda, por aquello de que la energía equipara aún más el nivel de los contendientes. Esta circunstancia, unida a los datos de la Real anteriormente expuestos, nos acerca a la explicación de lo que viene sucediendo en Anoeta antes de los descansos. Frente a la creencia más o menos extendida de que al equipo txuri-urdin le falta gas, vigor e intensidad para salir en tromba, defenderemos aquí que en marzo de 2022 semejantes puestas en escena han pasado prácticamente a mejor vida. Antes los partidos se asemejaban a bares del Oeste en los que podías triunfar a lo Bud Spencer, entrando cual elefante en cacharrería y sacudiendo mamporros. Ahora, mientras, se parecen más a tatamis de judo, porque en ellos no te va a valer solo con la fuerza. Toca aceptar cada combate y pensar, eso sí, que tu teórica superioridad técnica verá la luz conforme vayan pasando los minutos, cuando el adversario empiece a flaquear.

el derbi

Que se lo digan si no a la Real. Que se lo cuenten si no al Alavés. No es Mendilibar un técnico que se estruje mucho los sesos para sorprender a los rivales. Pero esto no resulta óbice para que sus planteamientos se hagan incómodos a más no poder. Se basan en la valentía y en la energía. Valentía para presionar arriba. Y energía para sostener lo que exige actuar así durante un partido completo. El equipo babazorro fue osado en Anoeta, siempre. Sin embargo, hubo un momento en el que las piernas comenzaron a acompañarle en menor medida. ¿Se quedó el triunfo en casa gracias a una jugada a balón parado? Sí pero no. Los tres minutos previos al cabezazo de Zubimendi significaron un constante asedio txuri-urdin, con saques de banda, córners, la falta de Rafinha que casi se cuela y la clarísima ocasión de Sorloth a centro de Portu. El cuadro de Imanol había logrado generar este panorama sacando el balón desde atrás como casi no pudo hacer en la primera mitad. Aprovechó así que cada salto a la presión de los visitantes, cada ayuda, cada cobertura, cada basculación, se producían ya unas milésimas de segundo más tarde. Parece poco. Pero se trata de tiempo suficiente, un literal abrir y cerrar de ojos, para que un equipo trabajado como el nuestro, con las ideas claras y calidad por arrobas, te ponga a correr hacia atrás. Por ahí se empezó a ganar el parto. O el partido, mejor dicho. Perdón.

15/03/2022