Hace casi dos años, un 14 de agosto de 2020 en mitad de la pandemia y con mascarilla, Jimmy Cuenca, Felipe Lozano y Adrián Lozada volvieron a abrir las puertas de la Marisquería Iturrama. Lo hacían como dueños en vez de empleados. Y ya le echaron el ojo al local contiguo, antigua sede del Banco Santander desocupada, para una futura ampliación. “Siempre fue una oportunidad”, recuerda Felipe.
Desde que abrieron no han parado y están “llenos desde el día 5 y hasta el día de hoy. Nos consideramos unos privilegiados. Estamos ahí a piñón trabajando, tirando todos los días del carro, y hemos crecido muy rápido en menos de dos años con una pandemia. Y eso, aparte de nuestro esfuerzo, tiene un nombre: clientela fija y buena”.