Recientemente, un nido de la ánade azulona se convirtió tristemente en noticia porque las labores de jardinería que se desarrollaron en la isleta del estanque en el que se hallaba, en la plaza Ramón Labayen, lo destrozaron.
Pero en Donostia, además de esta plaza, son muchos los lugares, algunos de ellos sorprendentes, en los que nidifican distintas aves.
Joseba Gurutz de Vicente, de Parkea Bizirik, es consciente de que no es una tarea sencilla conjugar las labores de jardinería y otras actuaciones de mantenimiento de la ciudad con el respeto a la temporada de la nidificación de las aves, aunque da algunos consejos.
Uno de ellos pasa por respetar el calendario de la naturaleza. Aunque hay excepciones, los nidos se pueden encontrar, principalmente, entre marzo y junio. Durante este tiempo, explica de Vicente, "se construye el nido, durante más o menos una semana; llega la puesta, entre una y dos semanas; se incuba, entre dos semanas y cuatro y luego, según la especie, algunas crías permanecen en el nido y otras salen", por lo que "necesitan un entorno que les dé refugio, que le proteja".
De ahí que, según apunta el representante de Parkea Bizirik, "lo ideal sería que en ese tiempo no se hicieran labores de desbroce". ¿Y si por alguna causa estas labores no se puedan posponer y los operarios encuentran un nido? En ese caso, "lo ideal sería dejar un diámetro de uno o dos metros alrededor del nido sin desbrozar".
Recuerda Joseba Gututz de Vicente a un jardinero de Cristina Enea que así lo hacía cuando encontraba los nidos de las patas. "Cuando ya abandonaban el nido, acababa la tarea", insiste.
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Pero es que, además, esas zonas verdes "son las casas de otros habitantes del planeta", por lo que "lo ideal sería marcar áreas para el disfrute del ser humano y reservar otras áreas, por ejemplo terrenos con pendiente, para la flora autóctona que tiene vínculo con la fauna".
Y a la hora de tratar las zonas verdes, otro elemento de necesario cuidado son "las zonas intermedias de vegetación". ¿Qué son? Las lianas. "Hiedras que cuelgan, madreselva, zarzaparrilla...". ¿Cuál es su función? Excepción hecha de la hiedra, que no pierde la hoja, al resto de las especies les brotan "un par de semanas antes que en los árboles y los pájaros lo saben". De ahí que en primavera las aves "elijan las lianas para hacer los nidos" que, además, funcionan "como escaleras para llegar a los árboles de pequeños mamíferos y las crías de aves que no se arreglan todavía bien y van llegando arriba dando saltitos".
Calendarizar o reducir el número de cortes de hierba resultaría asimismo de interés y "espaciarlos en el tiempo". "A veces se tratan las zonas verdes como campos de golf con árboles rectos tipo farola". "Si además se corta muchas veces, desaparecen pequeñas flores que atraen a los insectos polinizadores. Esos insectos y sus larvas son el alimentos de muchas especies de aves, desde los mirlos a los txantxangorri". Si el corte de la hierba es muy frecuente, se contribuye al que ya es "un declive generalizado de los insectos polinizadores".
"Esto no quiere decir que de marzo a junio los jardineros tengan que estar de brazos cruzados, sino que podrían dedicarse a otros cometidos como actuar en zonas con comunidades de plantas invasoras para retirarlas y restaurar los hábitat", explica De Vicente. La clave radica en "hacer un calendario que se adecue a lo que pide la naturaleza".
También es importante, considerando las especies que nidifican en las proximidades de los estanques, controlar la época de su vaciado. "Eso siempre viene mal, pero la época menos mala es el otoño". ¿Por qué? "En primavera se dan los cortejos y empiezan a haber crías, que tienen el refugio de los depredadores en la lámina de agua. En verano cambian las plumas, y las aves acuáticas las cambian todas a la vez y no pueden volar casi durante un mes, por lo que están vulnerables y más protegidas en el agua". Por ello resultaría conveniente esperar hasta septiembre u octubre, cuando pueden echar a volar, para vaciar y cambiar el agua de los estanques, ejecutando el proceso en el menor tiempo posible.
Cuidado con el cortacésped
Otro aspecto a considerar es el uso de las máquinas cortacésped que, además de contribuir a la "contaminación acústica", a veces "causan heridas en los árboles jóvenes, en su corteza, y se pueden secar. Por eso el Ayuntamiento está poniendo protectores en la base. Ese aspecto se está resolviendo pero hay otro que no. Y es que al cortar salen tallos disparados, que se esparcen y algunos son de especies invasoras, como el polígono japonés, una de las cien plantas invasoras más peligrosas, porque hace desaparecer todo lo que está a su alrededor".
Otro consejo: mantener las comunidades de zarzas, importantes porque en su floración alimentan a las abejas, en verano con las moras a las aves y micro-mamíferos y sus pinchos "dan protección a las aves que empiezan a volar". Además, muchos nidos están en los zarzales, donde están protegidos.
Y una mirada al pasado. Podría estudiarse recuperar las fuentes de antes, que tenían un diseño que generaba en la parte superior un pequeño estanque donde los pájaros se bañaban, diseño que podría actualizarse con un chorro de agua que no fuera continuo sino que se activara a demanda.
Más acciones positivas:crear más zonas de agua, mejor con una isleta central, y que el área de Parques y Jardines dependiera del área municipal de Medio Ambiente.
De Vicente lanza un llamamiento a no dejar perros sueltos en las zonas verdes, porque asustan a las aves. "Hay 18.000 perros en la ciudad y habría que disponer de parques para perros en cada barrio", propone De Vicente. Respecto a los gatos, pide que no se les alimente en esas zonas, ya que además se nutren de otras especies: "Aunque la gente actúe con buena voluntad este no es su espacio y generan daños".