Se cree que el presidente, señor Ojer, nada más regalar el último rabo de la función, bajó del palco a todo correr. En la puerta del coso estellés le debía esperar un coche en el que debía estar un notario de la ciudad para ir a toda mecha a registrar en el lugar pertinente el nuevo Guinness World Records en la modalidad de obtención de peludos trofeos en una corrida de toros.
Es inaudito que en menos de 48 horas en una misma plaza de toros, dentro de un serial taurino, unos toreros, los del sábado, en una función al mismo precio parecían que venían de la Cruzadas después de diez años batiéndose el cobre, unos terciados por el hule y otros, los indemnes, con secuelas psicológicas e interferencias sensoriales graves en su hipotálamo. Y, ayer, la función mixta fuera un auténtico bodón; un atracón de caldereta de pelúas y rabos.
Es como para pensar que en la programación de abonos taurinos y de fiestas patronales se incluyeran dos espectáculos de distinta y antagónica índole: A: Corrida de toros-toros y B, eso, caldetera de orejas.
Todo esto no es ningún pecado, ni siquiera taorómaco, porque es el deseo de un público que llenaba la plaza después de retratarse en taquilla y puede hacer de sus actos festivos, sobre todo si son de generosidad, lo que le venga al pairo. Además, en Estella son así. Y, ayer, se produjo el récord.
La corrida fue entretenida y un éxito de público y, no digamos, del marcardor. La gente se lo pasó bien. El empresario, que se lo merece, estaba muy satisfecho. El presidente, encantado, con abanico y todo y su Guinness. Se debe poder consultar ya el registro en https://www.guinnessworldrecords.es/records/toros/trofeos.
Dejando el intento de gracia, y adentrándonos en lo propiamente taurino, se puede destacar muy por encima de las seis puestas en escena, la de Guillermo Hermoso de Mendoza ante el quinto toro, un tal Sultán luso de Rosa Rodrigues, cuajado y que fue el único del cuarteto para toreo a caballo que soportó un único rejón de castigo. Guillermo, con una doma perfecta y espectacular, cuajó una gran faena en los tres tercios montando a Alquimista, Berlín, Corsario y Esencial. Puso la plaza a revientacalderas. Con Berlín logró la perfección en el toreo de frente y de costado, y clavando en lo alto de poder a poder. Montando a Corsario, ejecutó unos quiebros sensacionales y remató la obra con Esencial, jugándosela a una y a dos manos por lugares inverosímiles. Mató al primer intento. Dos orejas y rabo. Hasta ahí, por méritos, comprensible.
Pablo topó con dos toros parados y sin posibilidades. Ante el muy deslucido primero, tuvo que hacerlo todo él. Pinchazo, rejón defectuoso y descabello. Dos orejas. Otro tanto ocurrió con el cuarto. Bien con Berlín e intentando alegrar la cuestión montando a Ecuador. Cuatro cortas y rosas al marmolillo. Otras dos orejas.
Morante quiso torear bien. Además, bien vestido y siempre con torería. Incluso, buscó siempre el cruzarse y cargar la suerte. Ninguna de sus faenas, a pesar de lo incondicional del personal, tuvo continuidad. El inicio de faena al segundo de Azcona, Agualimpia, fue genial en trazos y hondura. Pero nada más. Al primero lo mató mal y le regalaron dos orejas. Al ese 6º lo mató bien, pues el rabo.
LOS TOROS
Ganaderías. 4 toros de Rosa Rodrigues para rejones. Parados los tres primeros, que soportaron dos rejones de castigo. Con movilidad y son el quinto, premiado con vuelta al ruedo que no se dio. Y dos de Hermanas Azcona para lidia a pie: más cuajado y bonito el que hizo sexto. Nobles, manejables, pero con falta de recorrido.
Los toreros
P. Hermoso de Mendoza. En el 1º, 2 orejas. Y en el 4º, 2 orejas.
G. Hermoso de Mendoza. En el 2º, 2 orejas. Y en el 5º, 2 orejas y rabo.
Morante de la Puebla. En el 3º, 2 orejas. Y en el 6º, 2 orejas y rabo.
Las gradas
Presidencia. Increíble por generosa a cargo de R. Ojer. asesorado por Crespo y Loranca.
Ambiente. Lleno. Algo nublado, restándose el calor. Morante invitó al sobresaliente Jesús Chover a poner las banderillas al 6º toro. Lo hizo de modo brillante.