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Vida y estilo

Recorre la Francia más bella y adéntrate en Touraine y el castillo renacentista de Chenonceau

Entra en la magia del Valle del Loira por la puerta sur de la provincia de Touraine. y sumérgete en pueblos, monumentos y tesoros de gran atractivo

Seguro que alguna vez has soñado con poder viajar por el tiempo. Sumergirte en épocas lejanas, y contemplar sus joyas arquitectónicas. Pero, ¿y si no necesitaras viajar en el tiempo para hacerlo?

Touraine

Entra en la magia del Valle del Loira por la puerta sur de la provincia de Touraine. y adéntrate en pueblos, monumentos y tesoros que mantienen su gran belleza de antaño. 

Hablamos de un entorno de sinuosos meandros que desprenden sosiego y quietud, mientras que sus paisajes de colinas modeladas por el tiempo evocan también calma.

Loches

Loches es catalogada como "Ciudad de Arte y de Historia" y también como el "desvío más bonito de Francia". Se trata del epicentro del Sud Touraine y ha sido escenario histórico de grandes linajes reales.

Esconde quince siglos de historia e intrigas entre sus murallas, al igual que por su maravilloso casco histórico, sus parques majestuosos y unas calles adoquinadas por donde han transitado numerosos hombres y mujeres ilustres. 

Estos quince siglos de historia de la ciudad de Loches han dejado mucho legado. Para ello se ha creado un itinerario marcado con flores de lis pintadas en el suelo que guían al visitante.

Del mismo modo, la Ciudadela Real de Loches es un valioso testimonio de la arquitectura militar. Más de mil años de historia contemplan esta ciudadela, encargada en su día de proteger y defender a ilustres personajes, desde caballeros a grandes damas, pasando por los reyes de Francia.

En el torreón y en las mazmorras sorprenden por su belleza los frescos de un príncipe caído: Ludovico Sforza, duque de Milán, primer mecenas de Leonardo
da Vinci.

El Torreón de Loches es uno de los más altos de su época y de los mejor conservados de Europa en la actualidad. A los pies de la torre del homenaje se esconde un jardín de inspiración medieval. Todo el complejo puede visitarse con un HistoPad que teletransporta a la Edad Media: habitantes, asaltantes, decoración, mobiliario y hasta un fuego crepitante en la chimenea... ¡Todo!

Montrésor

Montrésor (literalmente, mi tesoro) está clasificado como uno de los pueblos más bonitos de Francia y un destino encantador para los amantes del patrimonio y la fotografía. Sus pintorescas calles y su colorido valle merecen, y mucho, la pena.

El castillo renacentista de Montrésor parece sacado de un cuento de hadas. Fue restaurado en el siglo XIX por el conde polaco Xavier Branicki, conservando su belleza de antaño y su atmósfera encantadora.

La decoración y los muebles son originales, y posee una asombrosa colección de obras de arte, orfebrería de los reyes de Polonia y libros antiguos.

Se accede al primer piso por una escalera expuesta en la Exposición Universal de 1855. Mientras, en el salón principal destaca el piano en el que Chopin compuso un vals para la princesa Branicka. Por su parte, los jardines del castillo son ideales para un paseo romántico.

Chédigny

Es el primer pueblo de Francia galardonado con el sello "Jardín Notable", en el que las aceras y callejuelas rebosan de aromas y colores gracias a las 1.000 rosales, 2.000 plantas bulbosas, un centenar de arbustos, miles de plantas perennes...

Chédigny es un pueblo-jardín peatonal, ideal para pasear. Ha sido galardonado con la Flor de Oro, la máxima distinción para ciudades y pueblos floridos. Esta hermosa experiencia natural puede tener un final de cine paseando por los prados que bordean el río.

Naturaleza inspiradora

Sud Touraine es un territorio extenso, cubierto en un 30% por bosques y con 5 espacios naturales.

Paseo por el Bosque Nacional de Loches

Con los ojos deslumbrados por la majestuosidad del lugar, los sentidos despiertos por la clorofila y la mente en calma, irás descubriendo los amplios caminos forestales que discurren por este Bosque Nacional. Puedes recorrerlo en bici o a pie, y siempre a tu ritmo.

Sud Touraine en bicicleta

La conocida ruta Loire à Vélo también surca los bonitos parajes de Sud Touraine. Aquí, desde Chenonceau, la ruta pasa por bucólicas carreteras secundarias junto a los campos labrados. Es una ruta perfecta para impregnarse de naturaleza y para detenerse en ciudades y pueblos preciosos: Chédigny, el pueblo-jardín, Loches con su historia monárquica y su animación actual, Beaulieu- lès-Loches y su altísimo campanario blanco...

Gastronomía

No puedes visitar esta región sin hacerte con algunos de sus más reconocidos productos para degustar. 

Unos 110 vendedores y productores reúnen sus productos en el mercado de Loches. El mercado es toda una institución y uno de los más famosos del Valle del Loira. Golosos, amantes de lo salado, gourmets, foodies... todos encuentran algo que echarse a la boca entre los animados puestos que llenan de color las calles de esta ciudad todos los miércoles y sábados por la mañana.

Y qué decir de Sainte-Maure de Touraine, el famoso queso de cabra DOP alargado y de color marfil que, desde hace varios siglos, se considera uno de los tesoros gastronómicos de Touraine. Elaborado únicamente con leche cruda de cabra, el queso se espolvorea con ceniza y en su centro se inserta una pajita de centeno grabada con el nombre del productor. 

Sin olvidarnos, claro está, del Macaron de Cormery, un dulce cuya receta nació en el siglo VIII, en la abadía de Cormery. Su aspecto actual no tiene nada que ver con los macarons tradicionales. Los macarons de Cormery se elaboran con almendra molida, azúcar glas, azúcar y claras de huevo, ¡pero las proporciones siguen siendo secretas!

Finalmente, hay que mencionar también a Rillons, el símbolo de la charcutería francesa. Se trata de trocitos de panceta magra de cerdo, especiados, soasados para darles color y confitados en grasa. 

Touraine es símbolo de la gastronomía francesa gracias a locales como Arbore & Sens (Loches), Les Roseaux Pensants (Cormery), Le Clos aux roses (Chédigny), Amore Mio (Loches), Le Prosper (Loches), La Promenade, restaurante de la Maison Dallais (Petit-Pressigny) o La Table du Prieuré (Le Louroux).

Castillo de Chenonceau

Sin duda, uno de los mayores reclamos de toda esta región es el Castillo de Chenonceau, también conocido como el Castillo de las Señoras.

Cuando se construyó el castillo sobre el río Cher en el siglo XVI, Tomás Bohier y su mujer Katherine Briçonnet mandaron derribar la fortaleza y el molino fortificado de la familia Marques, conservando solo la torre del homenaje: La torre de los Marques, remodelada al gusto renacentista.

El Castillo de Chenonceau fascina por la blancura de sus paredes y las curvas de sus torrecillas. Se trata de una edificación de estilo elegante y con una gran impronta femenina en su arquitectura. 

Los únicos vestigios medievales son los del el torreón y el pozo, destruidos durante el s. XVI por Thomas Bohier, entonces secretario general de finanzas del rey Francisco I. Bohier colocó las primeras piedras del actual castillo sobre los pilares de un antiguo molino fortificado, elevando de esta manera el castillo sobre el río.

Asimismo, las estancias están dispuestas ambos lados de un vestíbulo central, y comunicadas por una escalera recta directamente inspirada de los palacios venecianos. Una disposición original que encuentra continuidad en la galería de dos plantas que Catalina de Medici mandó edificar sobre el puente que franquea el Cher.

Los interiores del Castillo de Chenonceau son, sencillamente, impresionantes, y se caracterizan por la fastuosidad de la época, la riqueza de su mobiliario y sus decoraciones. 

Pero el castillo no solo tiene numerosos atractivos en su interior, sino que también los atesora en sus exteriores.

Jardín de Diana de Poitiers

La estructura de este parterre no ha cambiado desde su creación por Diana de Poitiers, aunque el diseño actual es de Achille Duchêne (1866-1947). Este jardín fue encargado por la Cancillería, que era la casa del intendente de Catalina de Médicis.

Dos vías perpendiculares y otras dos en diagonal delimitan ocho grandes triángulos de césped decorados con delicadas volutas de santolina (12.000 m2). En su centro se volvió a instalar el chorro de agua original, como en los tiempos de Diana de Poitiers.

Jardín de Catalina de Médicis

Más "íntimo" (5.500 m2), el Jardín de la reina Catalina de Médicis es la viva imagen del refinamiento. Sus vías dan al agua y al parque, ofreciendo una magnífica vista a la fachada oeste del castillo. Su diseño se basa en cinco paneles de césped, agrupados alrededor de un elegante estanque de forma circular, y punteados por
bolas de boj. 

Jardín verde

Diseñado por Lord Seymour en 1825 para la Condesa de Villeneuve, entonces propietaria y botánica de renombre, que deseaba un parque a la inglesa, el Jardín Verde está situado frente al Jardín de Catalina por el lado norte.

Una colección de árboles singulares dan sombra a este cercado con césped. Este conjunto de ejemplares excepcionales con ramaje secular está integrado por tres
plátanos, tres cedros azules, un pinsapo, una catalpa, un castaño de Indias, dos abetos de Douglas, dos secoyas, una robinia, un nogal negro y una encina. 

En el siglo XVI, Catalina de Médicis eligió este lugar para albergar a sus animales salvajes y construir sus pajareras.

Laberinto

En un claro del parque de 70 hectáreas, el laberinto italiano, deseo de Catalina de Médicis, está hecho con 2.000 tejos sobre más de una hectárea. En el centro, desde la glorieta realzada, la vista del conjunto es fantástica.

Esta pequeña construcción, revestida de mimbre natural, está coronada por una estatua de Venus y a su lado otra, sobre un tronco de madera de cedro, de una ninfa con Baco niño. Un cenador puntuado con macetas de boj y yedras lo rodea y permite descubrir, al este, las monumentales cariátides de Jean Goujon. Las cariátides, Palas y Cibeles, y los Atlantes, Hércules y Apolo, que adornaban la fachada del castillo, han sido reunidos detrás del laberinto.

Granja del siglo XVI

La granja, soberbio conjunto del siglo XVI, con las cuadras de Catalina de Médicis incluidas, da al vergel. El edificio central acoge el taller floral. Parte integrante del encanto de Chenonceau, el ornamento floral de cada pieza del castillo se realiza diariamente. Flores frescas, y fuego en las chimeneas en invierno, ilustran el permanente empeño del castillo para recibir a sus visitantes como a huéspedes.

Galería de los Carruajes

Situada en los grandes establos de la granja del siglo XVI, la Galería de los Carruajes presenta un conjunto de coches hipomóviles nobles y rurales. Se trata de coches de maestro o carruajes rurales, que se utilizaron principalmente en el siglo XIX y aún se emplean, a veces, en los campos de esta región.

Vergel de las flores

El vergel se visita paseando tranquilamente. Ocupa más de una hectárea y está organizado en doce cuadrados rodeados de manzanos y rosales Queen Elisabeth. Una decena de jardineros cultiva un centenar de variedades de flores para jarrones, las necesarias para la decoración floral del castillo, y más de 400 rosales. El visitante también puede descubrir numerosas variedades de verduras y plantas. 

2023-04-28T15:02:17+02:00
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