El 26 de agosto de 2011 un cachalote de unos 15 metros de longitud quedó varado en la playa de Zarautz. Llegó con vida a la orilla, pero dos horas después fallecía. Sin embargo, la imagen de esa enorme ballena ha quedado durante estos años en la retina de muchos que ese día no quisieron perderse la fotografía de un cachalote de más de 20 toneladas en el arenal guipuzcoano.
Como no podía ser de otra manera, también suscitó el interés del Aquarium de Donostia. Se decidió trasladar el cadáver del cachalote y enterrarlo en una zanja, en terrenos de Hernani, donde ha permanecido todo este tiempo. Ya hace 12 años, pensando en facilitar su posterior extracción, se cubrió con una capa de grava ya que es más fácil a la hora de desenterrarlo que la propia arena.
El pasado 1 de agosto se realizó una cata para comprobar el estado de los huesos y, una vez comprobado que estaban en buenas condiciones, se programó para la tercera semana de septiembre el proceso de desenterramiento. Así, desde este lunes, Alex Larrodé, historiador del Aquarium donostiarra está trabajando junto a su equipo para desenterrar hueso por hueso el cachalote. El destino próximo de este material será el pabellón que tiene el Aquarium en el barrio donostiarra de Intxaurrondo donde se limpiará el esqueleto y, más adelante, se hará el blanqueo y se restaurará para poder exhibirlo en el futuro.
Durante estos días, mediante una excavadora, se ha ido retirando la arena y la grava localizando uno por uno los huesos del cachalote. Se han recuperado alrededor del 80% de los huesos: algunos de ellos en muy buen estado y otros no tanto.
Lo que se sabe del animal es que era un ejemplar benjamín de cachalote porque tenía los dientes sin desgastar. Se trata de una especie que suele hacer vida en solitario y son muy comunes en nuestras costas. Son capaces de sumergirse hasta los 3.000 euros e, incluso, permanecer hasta dos horas sin salir a la superficie.