El Gobierno vasco ha rendido homenaje este viernes a las entidades sociales que han hecho posible la acogida de los refugiados ucranianos, a las familias vascas y a los propios afectados por la guerra, quienes han tenido un protagonismo especial en el acto celebrado en el atrio de Lehendakaritza. Durante el acto, se han proyectado varios vídeos con testimonios que dejan ver el desgarro por tener que abandonar su país de origen, pero también entereza para comenzar una nueva vida, aunque siempre con el corazón partido.
En directo, sobre el escenario, tomaron la palabra la radióloga refugiada en Euskadi, Anna Smolova, quien ha encontrado trabajo en un hospital; la estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad de Deusto Sofía Van, quien cuenta con el respaldo de una familia de acogida; Vasyl, originario de Bucha y residente en Artziniega, quien ha acogido a su madre Halyna tras la incertidumbre de los primeros días de la guerra; y Enrique Angulo, de la asociación Chernobileko Umeak.
Anna Smolova valoró la acogida de los vascos y de las entidades sociales, aunque lamentó los problemas para homologar los títulos universitarios y para incorporar a “muy buenos especialistas” que podrían entrar en la red sanitaria, aportar su conocimiento, y no ser “una carga para el sistema”. La convalidación de los títulos es una cuestión que ha reclamado recientemente el PNV al Gobierno español en el Senado.
Vasyl recordó la crudeza que supuso ver las imágenes de su ciudad destruida, y también el colegio en el que estudió. Rememoró los primeros días de ansiedad en los que perdió el contacto directo con su madre, de quien solo pudo ser informado por vía interpuesta a través de otros hermanos. Sobre su padre, separado de su madre, no supo nada en diez días. Vasyl decidió acudir en caravana con un hermano que reside en Tolosa. Ahora vive ya con su madre, pero esa idea reconfortante no oculta la realidad cruda que están viviendo. Cuando le pregunta a su madre qué tal está, responde “aquí bien, allí mal”, porque ha dejado media vida en Ucrania, y sus nietos siguen allí. Halyna organizaba los viajes de los niños de Chernóbil.
Sofía Van comenzó a estudiar en Kiev un año antes del estallido de la guerra, y ahora estudia también en Deusto, donde espera experimentar un crecimiento personal y agradece el hecho de haber entablado nuevas relaciones de amistad. Enrique Angulo ofreció su perspectiva como miembro de la asociación que ha acogido a niños y niñas de Chernóbil y que ha acompañado a familias refugiadas de la guerra. Aseguró que el Gobierno vasco ha liderado “y canalizado la solidaridad correctamente”. En el debe, señaló “promesas incumplidas” a la hora de respetar el arraigo, donde finalmente se ha producido un enredo en el que, según detalló, se culpaba al Ministerio y a la inversa. Sí quiso señalar que el papel del Ministerio ha sido “muy deficiente” y que el Estatuto que aplica Cear es “muy mejorable”.
En el acto, conducido por la joven ucraniana María Dobryanska, se realizó una foto de familia con las asociaciones del tercer sector implicadas en la acogida.