De su experiencia como conferenciante por medio mundo, Martínez-González refiere que no hay padre o madre de menores que no esté preocupado por las amenazas y daños que las pantallas conectadas a internet provocan en la salud mental de sus hijos. Desde la evidencia científica, en '12 soluciones para superar los retos de las pantallas', aporta soluciones al mal que provocan las pantallas en la infancia y en la juventud.
QUIÉN ES
Miguel Ángel Martínez-González es licenciado en Medicina y doctor por la Universidad de Granada, MIR en Medicina Preventiva y Salud Pública, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra desde 2005 y catedrático visitante de la Universidad de Harvard desde 2016. Ha liderado estudios epidemiológicos como PREDIMEDplus (con cerca de 7.000 participantes) sobre los efectos en la salud de los cambios en estilos de vida y alimentación. Premio Nacional Gregorio Marañón (2022). Sus libros Salud a ciencia cierta, ¿Qué comes? y Salmones, hormonas y pantallas, publicados por Planeta, han sido éxitos editoriales.
¿Las pantallas son metáfora de una epidemia digital o neuropsíquica? ¿Podrían ser origen del empeoramiento general de la salud mental?
Sí. Pero ya no es una opinión ni mera correlación estadística, porque hay suficientes elementos de juicio como para considerarlo una relación causa-efecto. Se puede afirmar que las redes sociales, su exceso, más la utilización de teléfonos móviles con conexión a internet, fundamentalmente en adolescentes, es determinante causal de la epidemia de salud mental sin precedentes que padecemos.
Pantallas como epidemia, ¿es emplear muchas horas en internet, smartphone, whatsapp… o estar enganchado a lo que llega a través de ellas, pornografía, adicciones, adoctrinamiento, bullying… o ambas cosas?
Son ambas cosas a la vez; hay un diseño especialmente programado para que estos dispositivos con conexión a internet nos tengan capturados sin darnos un minuto libre. El lema que han tenido siempre quienes han vendido adicciones es captúralos a los trece años y ya los tendrás como clientes para toda la vida. Y esto pasa muy particularmente con la pornografía.
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“Me atendió” el gastroenterólogo sin palparme ni levantar la vista del ordenador. ¿A quién afecta la epidemia digital? ¿Más a los niños/adolescentes/jóvenes, más a ellos que a ellas… o es generalizado?
Es generalizado. Hoy nadie que se libra de estas amenazas; cuando digo nadie, me refiero a todos los países del mundo, a algo global que está afectando a niños, jóvenes, adolescentes, adultos, padres, hijos... Está generalizado. Pero hay unas edades, específicamente entre los 10̵ y los 20 años, cuando el cerebro está sometido a dos procesos: uno es la poda neuronal, y las conexiones que no se utilizan dejan de funcionar. Es como el cemento cuando está fraguando, que cualquier cosa que se escriba va a quedar para siempre. Otro proceso es la mielinización del sistema nervioso central; el cerebro y todo el sistema nervioso, con sus miles de millones de neuronas y sinapsis, se está estructurando en ese momento. Por tanto, la generación de jóvenes que ha llegado a la pubertad con el teléfono móvil en la mano es la que ha resultado más damnificada. Me horroriza pensar que una generación entera, con la excusa de ser dispositivos tecnológicos muy avanzados, ha sido sometida a unas herramientas que han destrozado sus capacidades cognitivas, sociales, emocionales y que están teniendo un impacto demoledor en la salud emocional, mental, de empatía de la gente joven.
Los 12 puntos-soluciones que propone son puro sentido común preventivo, pero me atrapa el primero, ¿damos buen ejemplo los mayores, o hacemos como el cura que ha perdido la fe, que predica, pero no practica con el ejemplo?
Se ha dicho siempre que Fray Ejemplo es el mejor predicador y no es casual que haya puesto como primera solución el gánate la autoridad moral a base de ser ejemplar. Es importante que los padres tengan esa autoridad moral. Los que nos dedicamos a la salud pública, a la epidemiología, no exigimos ni esperamos unos modelos perfectos ni intachables que no tengan una mota de defecto, pero sí esperamos que se esfuercen y mucho. Eso se transmite a los hijos, que se dan mucha más cuenta de todos los detalles de lucha de sus padres por mantener a raya esa tendencia a la adicción que generan los dispositivos con conexión a internet.
Habrá quien piense que solo afecta en lo psíquico, pero ¿esta epidemia digital tiene otras derivas y consecuencias patológicas como insomnio, anorexia, déficit de atención y hasta suicidio?
Así es; resulta muy doloroso ver que la principal causa de muerte de jóvenes en muchos países sea el suicido y, además, el que se contabiliza es solo parte del problema, porque muchos se enmascaran como lesiones accidentales o traumatismos, pero en el fondo son sobredosis para suicidarse. Luego están los problemas de anorexia; hay auténticos tutoriales en internet, en Yotutube y tik-tok sobre cómo convertirse en anoréxica; existe incluso todo un síndrome que describo como el decir palabras malsonantes constantemente que surgen por imitación de influencers, y ha habido miles de chicas afectadas; hay toda una serie de agresiones físicas sexuales promovidas por la pornografía y cuando una generación entera se somete a unos contenidos pornográficos, que son extremos en internet, los padres en muchas ocasiones, están en la inopia. No se dan cuenta que cuando le regalan un teléfono móvil a su hijo le están metiendo un cine pornográfico en el bolsillo. Todo esto se traduce en que han aumentado los delitos contra la libertad sexual, las agresiones a chicas, las manadas que graban agresiones en el móvil y donde los agresores son cada vez más jóvenes. Después están todos los temas de acoso escolar, que antes se limitaban a las horas escolares, pero ahora los acosadores pueden ser infinitos y actuar 24 horas al día. Todo esto cursa con agresiones y violencia en el medio escolar.

Martínez-González propone ‘12 soluciones para superar los retos de las pantallas’.
Las pantallas nos pueden matar (o enfermar al menos), pero sin pantallas no podemos vivir. La única opción es aprender a convivir con ellas y con nuestros hijos. ¿Lo tienen así de claro los padres/madres?
No lo tienen claro, porque creen que al regalar a sus hijos unos dispositivos que ofrecen tantas posibilidades les están dando un regalo maravilloso, cuando lo que hacen es envenenar su mente y poner en sus manos un arma de distracción masiva. Quienes nos dedicamos a la docencia vemos que los alumnos cada vez están más distraídos, que no hay capacidad de concentración mental porque la oferta infinita de posibilidades es algo que distrae mucho. No seamos tecnófobos; la tecnología digital nos ha quitado muchos problemas dándonos facilidades para realizar múltiples tareas, lo mismo que los coches; pero con los coches hemos puesto normas, reglas de tráfico, de circulación, una edad para tener carnet de conducir, etc. Cosas que parecen de sentido común con los coches, ¿por qué no con las tecnologías digitales? Parece que esto es la ciudad sin ley. Igual que ante el tabaquismo se han tomado medidas, se hablará de pantallismo dentro de poco, porque tenemos adicciones a las pantallas, porque se han desmadrado como un río desbordado que inunda y destruye todo, de modo que habrá que ponerle diques de contención al pantallismo.
Si la administración no toma medidas y los padres se desentienden, ¿quién pondrá freno a la epidemia? ¿Nos comerán las pantallas comenzando por las neuronas cerebrales?
Están surgiendo movimientos desde la base de la sociedad que dan razones para el optimismo. Ahí está el que surgió desde un parque de Cataluña, donde se juntaron un grupo de madres, y ahora tienen docenas de miles de personas, en Adolescentes libres de móviles. También ha surgido un movimiento espontáneo Dale la vuelta para combatir la pornografía. En EE.UU. hay una web muy rica en contenidos: Combate la nueva droga que es la pornografía. Tenemos a Ángela Sánchez Pérez y su recogida masiva de firmas, más de 80.000 pidiéndole al gobierno que prohíba tener un móvil a los menores de 16 años. Hay que moverse a todos los niveles, a nivel familiar, en medidas estructurales, a nivel de opinión pública y repetir el mensaje muchas veces hasta que se consiga darle la vuelta a todo este pantallismo.