Al contrario de lo que sucede en otros deportes, el protagonismo en el fútbol casi siempre es para la primera unidad. Esa que, en concreto, está formada por once jugadores a los que se presenta a todo pulmón a través de la megafonía de los estadios y que, desde el pitido inicial, tienen la fortuna de poder defender los intereses de su equipo, el cual, como es lógico, también trata de enfocar su comunicación interna hacia esa línea preestablecida que ofrece mucha más visibilidad a los titulares.
Sin embargo, los futbolistas que no forman parte de esa realidad –esto es, los suplentes– muchas veces son iguales e, incluso, más importantes que los elegidos inicialmente por el entrenador, puesto que, pese a ser la letra pequeña de todos los grafismos multimedia, tienen en sus botas la oportunidad de cambiar el devenir de un partido, sin importar cómo haya transcurrido este previamente, cuando por fin se les da la opción de saltar al terreno de juego.
Ahora bien, para que lo anterior sea posible, es fundamental que se cumplan varias premisas. La primera, que el técnico de turno confíe en esos hombres que tiene en la caseta, porque, si el responsable de hacer los cambios no está por la labor, no hay nada que hacer; luego, que todos los relevos estén preparados y capacitados para echar una mano a los compañeros que ya llevan un buen rato en el verde; y, finalmente, que la contienda se encuentre en un buen momento para cada sustituto en cuestión, lo cual, en principio, debe analizar el entrenador antes de tomar cualquier decisión.
Pues bien, entre los diferentes puntos que se acaban de mencionar, hay uno o varios que no se cumplen en el Deportivo Alavés, donde, desde que José Luis Mendilibar cogió las riendas hace dos meses –aunque con Calleja sucedió similar–, los suplentes apenas han aportado al equipo. Se podría decir, además, que ha sido todo lo contrario, ya que, salvo en contadas ocasiones, los sustitutos no solo no han mejorado el rendimiento de los sustituidos, sino que han pasado completamente desapercibidos sobre el césped.
Esto último, por pura naturaleza futbolística, se ha visto de manera muy evidente entre los relevos del ataque, que son los que más veces reciben la llamada del preparador vizcaíno en el momento que este quiere agitar los encuentros. Algo que, hasta ahora, ha hecho sin mucho éxito, pues, exceptuando el derbi ante la Real Sociedad, el Glorioso ha sido incapaz de sumar puntos siempre que se ha visto por detrás en el marcador, lo que, entre otras cosas, denota que la capacidad de reacción desde el banquillo no está siendo suficiente.
No obstante, el rendimiento de los cambios no se mide solo en narrativas desfavorables. Estos también sirven para cerrar partidos y, tal y como se vio el pasado sábado frente al Getafe, tampoco están ayudando en este sentido. Y es que Manu Vallejo, que entró en el minuto 70; Pellistri, que hizo lo propio el 84; y Pere Pons, ya con el tiempo reglamentario cumplido, fueron capaces de ofrecer exactamente lo mismo sobre el tapete del Coliseum Alfonso Pérez: nada.
Al igual que tampoco lo hicieron previamente Ximo Navarro, Manu García, Toni Moya, Pina, Miguel De la Fuente e, incluso, Sylla, quienes, bien por su actuación individual o por el momento en el que saltaron al terreno de juego, no tuvieron ninguna incidencia positiva en el devenir de cada encuentro en particular, lo cual ha generado una situación que, en términos generales, está perjudicando sobremanera al Alavés. Porque, sin importar el rival al que se enfrenten, los albiazules se juegan siempre todo a una carta. Esto es, un plan A que, si se viene abajo, termina con los pupilos de Mendilibar tumbados en la lona.
Por lo tanto, entre los diferentes aspectos que deberá perfeccionar el conjunto gasteiztarra en las próximas semanas para, de esta manera, optar a la permanencia, también se encuentra la necesidad de potenciar la incidencia de los suplentes. Y ya no solo por lo que estos puedan aportar en las segundas partes, que ya de por sí es muy importante, sino porque, cuando los que vienen por detrás aprietan, los de delante lo hacen aún más.