Arte, cultura y religión. No importa qué razón atraiga a los visitantes, los belenes expuestos en la Iglesia del Carmen de Gasteiz han sido durante décadas uno de los principales reclamos en esta época navideña. En 2020, se tuvo que dar el alto (como a tantas otras iniciativas) pero este año la parroquia vuelve a reunir más de 80 ejemplares de la icónica escenografía cristiana.
Pero no es necesario ser creyente para disfrutar de la exposición. Ni siquiera tener interés en la religión, ya que los belenes van un paso más allá y se posicionan como obras de arte al disfrute de todas las comunidades.
"Queremos contagiar el amor del belén a la ciudad", indica Alfonso Ruiz de Arcaute, miembro de la Asociación Belenista de Álava. Por ello, la Iglesia dará cobijo a una amplia diversidad de belenes hasta el próximo 6 de enero.
Y es que el nacimiento de Cristo ha sido reescenificado de múltiples maneras. Ya sea como pitufos, Playmobil, o, cómo no, gasteiztarras, con el Ayuntamiento de fondo mientras Jesús llega a este mundo acunado por el calor de un clásico tren castañero.
A pesar de evocar historias principalmente antiguas, los asuntos de actualidad también tienen cabida en la exposición, como el volcán Cumbre Vieja que ha sido tristemente protagonista en la isla de La Palma.
El de toda la vida
Aún así, siempre hay lugar "para los belenes de musgo y corcho de toda la vida", asegura Ruiz de Arcaute. Algunos de los ejemplares son similares a los que han poblado las casas vitorianas desde hace décadas, con los que se pretende "invitar a que todos hagan el belén este año".
Si alguno de los visitantes quiere coger ideas para asombrar a sus familiares este año, en la exposición se pueden apreciar diferentes modelos de varios artistas en las que se juega con la profundidad o las luces y sombras, entre otras técnicas. Del mismo modo, las estructuras también varían según el autor.
"Esta, por ejemplo, tiene una estructura más italiana, con figuras hechas por él", explica Ruiz de Arcaute mientras señala un impresionante belén de cuatro pisos. Asimismo, también deja entrever la importancia de dicha obra para el artista: "Le salvó del aislamiento por el covid, le mantuvo entretenido", asegura.
Al ver estas obras, es fácil sentirse intimidado, pero el belenista procede a disuadir estas dudas: "Aquí hay belenes de todo tipo, de gente experimentada y no", informa, y da la bienvenida a cualquier alma creativa a que comparta sus trabajos, los cuales pueden llegar a ser parte de la exposición en un futuro.
Recuerdos cercanos
Por ello, la exhibición también incluye muestras del proceso detrás de los belenes. Normalmente formados por poliespán, las obras se han ido adaptando poco a poco a las nuevas tecnologías, por lo que el uso de microsoldadores tampoco está fuera de lugar junto a los más tradicionales cutters.
Entre todas estas obras, es complicado quedarse con solo una como favorita. Ruiz de Arcaute, por su parte, tiene muy buenos recuerdos asociados a varios de ellos. "Por ejemplo, el que hicimos en las jornadas de formación el pasado mes de septiembre junto a otros 80/90 belenistas de todo el país", señala.
Con los belenes tan cerca del corazón, no resulta extraño que desde la asociación no detengan su sueño de que los belenes se conviertan en Patrimonio Cultural Inmaterial. "Nunca voy a dejar de decirlo hasta que se consiga", añade Ruiz de Arcaute.
Además, no solo la asociación ha querido dar la bienvenida a la Navidad con los belenes. Proyectos colaborativos con escuelas (cuyas obras también se exponen en la parroquia) y establecimientos repartidos por toda la ciudad animan el ambiente festivo que se respira en Gasteiz.
Por todo ello, a pesar de la incertidumbre que ha rodeado estos últimos dos años, la familiaridad y cercanía que otorga la Navidad se ve aún más intensificada con la recuperación de esta tradición sempiterna.