Osasuna eliminó con todas las de la ley al actual de campeón de Copa. Sí, lo hizo en los penaltis, pero fue totalmente merecido gracias a su espíritu competitivo y a su capacidad de superación en los momentos complicados, que no fueron pocos en el encuentro contra el Betis.
Hizo Osasuna una primera mitad bastante apañada, llevando el partido a dónde quería y sin sufrir en exceso aunque tampoco es que creara mucho peligro. Los rojillos realizaron una labor de desgaste reseñable ante un equipo que no quería saber nada de los penaltis por su experiencia reciente.
Pero llegó la segunda mitad y en un pequeño error, los béticos se adelantaron. Fue un golpe duro, de esos que a Osasuna le cuesta bastante trabajo levantarse en algunos momentos.
Y eso le pasó, a los rojillos les costó encontrar de nuevo el ritmo.Pero en Sevilla se confirmó el nuevo líder del equipo.En el descuento, David García se lanzó al ataque, fuera de posición, para encontrar un centro de Aimar que había aprovechado la lucha del Chimy.
No era fácil, pero fue con todo. Dando ejemplo. Partido a la prórroga. En el suplementario, Osasuna fue mejor, pero otro error descabalgó a los rojillos de la lucha. Tocaba remar.
Arrasate sacó a Aridane en un cambio que no parecía ofensivo. Pero el canario, en el primer balón que tocó, se la puso a Rubén, que andaba renqueante, para que este fuese más listo que el defensor del Betis. ¿Otra vez vivos? Otra vez.
Y es que la historia de este club no entiende de rendirse. Si fuese así, Osasuna estaría en el desierto como muchos otros clubes hace ya bastante tiempo. Pero va en el ADN y, todo aquel que no lo entiende, no triunfa aquí.
Y llegaron los penaltis. Ahí Osasuna tenía a Sergio Herrera. Ventaja clara. El portero le sacó una mano a Canales que es digna de ver repetida unas mil veces en este jueves nevado. Luego Guido se resbaló y la tiró alta, pero antes todos los lanzadores de Osasuna cumplieron con absoluta certeza. No concedieron ni un ¡Uy! a Claudio Bravo.
A cuartos, a un partido nada más de la petición de Sabalza y a tres del sueño de miles de rojillos. ¿Por qué no?