Son horas cruciales para poder salvar vidas. El reloj corre en su contra, pero los equipos de rescate no pierden la esperanza de encontrar aún a centenares de desaparecidos bajo los escombros. El último balance oficial elevó a 2.122 los muertos (los datos no han dejado de subir desde que inicialmente se cifraron en 600), y a 2.421 los heridos, como consecuencia del seísmo, que ha provocado además varias réplicas de menor intensidad. La provincia con más muertos es Al Haouz, que registró al menos 1.351, y la segunda es Taurudant, donde el seísmo ha dejado ya 492 decesos. Una tragedia terrible para que la que se han decretado tres días de luto.
Mientras, continúaban las labores de rescate, evacuación y atención a las víctimas que se cuentan también por miles. “Se han movilizado todos los recursos necesarios para responder a las consecuencias de esta dolorosa tragedia”, destacó Interior.
En Mulay Ibrahim, una aldea a 50 kilómetros del epicentro del terremoto, algunos edificios están totalmente colapsados y los vecinos buscan a una familia de cuatro personas debajo de uno de ellos. Dos bomberos españoles recorrían las ruinas de las casas para reconocer el terreno y se topaban con colegas marroquíes que les informaban de la mala noticia: todos habían muerto.
“No podemos tirar la toalla”
Pero Antonio Nogales, no se desanima. “Puede haber huecos de vida, estoy seguro de que en estos días, en alguna parte, puede aparecer gente viva. Lo que no podemos es tirar la toalla”, dice. Nada más llegar el domingo, apuntó, que se encontraron con “muchas dificultades en los desplazamientos, zonas muy diseminadas y mucha desinformación y falta de comunicación de dónde pueden estar las zonas más afectadas”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300.000 personas han resultado damnificadas por el desastre. “Las próximas 24 a 48 horas serán críticas en lo que al salvamento de vidas se refiere”, manifestó Caroline Holt, la directora global de operaciones de la Federación Internacional de la Cruz Roja.
Ayer, la ayuda comenzó a llegar como un tsunami. Una ayuda, que de manera urgente se centra en el rescate de personas que puedan continuar vivas bajo los escombros, más allá de la ayuda material y humana que se pueda brindar al país magrebí para la reconstrucción de las zonas afectadas por este terremoto que sacudió el sur del país el viernes por la noche, con epicentro a unos 60 kilómetros de Marrakech.
Durmiendo al raso
Casi 60 horas después del violento terremoto que hizo temblar el centro de Marruecos, los habitantes del país siguen conmocionados, preocupados por el destino de sus allegados desaparecidos y muy inquietos por cómo afectará el seísmo a la frágil economía del país. Y, sobre todo, lloran en unas calles arrasadas llenas de escombros. Además miles de personas aún duermen en la calle, bien porque lo han perdido todo, bien porque tienen miedo.
Muchas de las víctimas vivian en pequeñas aldeas bastante remotas. Pero el Ministerio de Asuntos Exteriores francés ha confirmado la muerte de cuatro ciudadanos del país europeo muertos y 15 más heridos como consecuencia del terremoto. ”Lamentamos la muerte de otros tres franceses cerca de Marrakech, lo que eleva el número de muertos, a estas alturas, a cuatro víctimas francesas”, indicó.
El ministro Albares subrayó que siguen sin constar españoles fallecidos o heridos, y que el Gobierno contactó con todos los ciudadanos que se habían inscrito en el registro consular. Preguntado sobre si el Ejecutivo tiene previsto fletar algún avión para traer de regreso a los españoles que se encuentran en Marruecos, matizó que no lo ve “necesario”, debido a las distintas conexiones que existen entre ambos países.
En ese sentido, informó de que el Gobierno está en contacto con las aerolíneas Iberia y Binter para explorar la posibilidad de, si es necesario, ampliar la capacidad prevista de las aeronaves que tienen previsto aterrizar en las próximas horas en Marruecos, para que se puedan recolocar a pasajeros cuyos vuelos hayan sido cancelados.
Albares recordó también a los ciudadanos españoles en Marruecos que pueden optar por el transporte terrestre hasta Tánger, desde donde hay amplias conexiones marítimas con España.
El terremoto pilló por sorpresa tanto a residentes como a turistas que estaban en el país vecino en esos momentos, algunos de los cuales ya han vuelto a casa y han relatado el “miedo” y el “caos” vivido. Xavier, contó a su llegada a Barcelona que la noche del viernes se encontraba celebrando su cumpleaños con amigos en una aldea a unos 30 kilómetros del epicentro del terremoto. “Estábamos cenando cuando pareció como si pasara un metro al lado de la puerta. Empezaron a caer las paredes y salimos a la calle, donde pasamos la noche”, confirmó este catalán.
Agregó que el sábado, mientras bajaban a caballo el Atlas, vieron a “mucha gente tirada en la calle, una situación muy caótica y mucha miseria”, lo que le hizo sentir una “gran impotencia por no poder ayudar a las personas”. “Hemos pasado bastante miedo, ha sido una de las peores experiencias de mi vida”.