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Restitución y barbarie

Restitución y barbarie

TAL como anunciaba Frida Ghitis para CNN, Biden había prometido que dirigiría el país de forma bipartidista, pero no pudo siquiera lograr que los 50 demócratas en el Senado apoyaran piezas clave de su agenda. Ahora en cambio su administración ha logrado aprobar un importante paquete de normas sobre inflación, cambio climático, seguridad social, control de armas e impuestos. La victoria es aún más contundente si tenemos en cuenta que todas estas medidas se han aprobado con un 50% de los votos, esto es, se han convertido en ley a pesar del voto en contra de todos y cada uno de los 50 senadores republicanos. El eco de este logro en la arena política de la República es inmenso.

La propuesta se ha tramitado mediante un proceso legislativo especial que ha permitido aprobar estas normas por mayoría simple después de una serie maratónica de votaciones y enmiendas conocida como vote-a-rama: un proceso de casi 16 horas desde el sábado por la noche hasta el domingo por la tarde. La administración Biden no solo ha fulminado la resistencia republicana sino que ha logrado unir al Partido Demócrata, al asegurar el apoyo de los senadores Joe Manchin de West Virginia y Kyrsten Sinema de Arizona. El acuerdo permite al presidente presentarse ante la opinión pública como un “líder” que ha vencido la oposición interna y externa: un doer, un factótum.

El pasado domingo, el Partido Demócrata aprobó por un voto la ley sobre atención médica, cambio climático, reducción de la inflación e impuestos con un presupuesto de 750.000 millones de dólares. Con un capítulo de casi 370.000 millones para contrarrestar el cambio climático, es la mayor victoria del movimiento ambientalista de la última década y representa la mayor inversión en este ámbito en la historia de los Estados Unidos. Según el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, la nueva ley reduciría las emisiones de carbono en el país hasta en un 40% para 2030.

Paralelamente, la ley permite a Medicare negociar los precios de ciertos medicamentos y extender la cobertura de la atención médica y al mismo tiempo ayuda a reducir el déficit, ya que se paga a través de nuevos impuestos dirigidos a grandes corporaciones con ganancias superiores a mil millones de dólares al tiempo que aumenta la capacidad de recaudación de la administración pública. Se espera recaudar más de 700.000 millones en diez años con una inversión de 430.000 millones. Según Moody’s Analytics, la norma ayudará a controlar la inflación.

El líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, hizo lo único que podía hacer: mentir para infundir miedo. Aseguró que la ley generaba “gigantescos aumentos de impuestos que acabarán con el empleo” y que era una declaración de guerra contra los combustibles fósiles estadounidenses. Y remató: “El pueblo estadounidense tiene claras sus prioridades. La regulación ambiental sólo es un problema para el 3%. Los estadounidenses quieren soluciones para la inflación, el crimen y la frontera (inmigración)”. Un discurso inmutable. Y, hablando de bipartidismo, la Cámara de Representantes aprobó con 47 votos republicanos el proyecto de ley sobre el derecho federal al matrimonio que blinda la uniones homosexuales e interraciales contra cualquier forma de discriminación. Y una victoria más, Kansas, un feudo republicano, ha votado masivamente en defensa del derecho al aborto en el estado.

El 25 de junio Biden firmó la ley de seguridad de armas de fuego con el apoyo de un gran número de republicanos. La ley incluye un mayor control sobre la compra de armas entre menores de 21 años, amplía los requisitos para adquirir licencias y recoge medidas para evitar el tráfico ilegal de armas. Se trata del avance legislativo más importante en este tema en décadas. Y el Congreso aprobó con un amplio margen la CHIPS & Science Act que asigna más de 52.000 millones de dólares para la investigación, desarrollo y fabricación de semiconductores y proporciona miles de millones más en créditos fiscales para incentivar las inversiones para la fabricación de chips. Tras varios meses de estancamiento legislativo, la agenda de Biden avanza ahora a galope tendido.

Además, los datos económicos son esperanzadores. En febrero de 2020 la tasa de desempleo se ha reducido al 3,5%, una cifra récord en el último medio siglo de historia de la República. El precio de la gasolina se ha mantenido bajo control durante más de 50 días. Desde mediados de junio, el índice S&P 500 ha subido un 13% y el Nasdaq un 16%. En un mercado alcista, al temor a la recesión ha disminuido. Todo ello se ha traducido en una mayor intención de voto azul. Según la última encuesta de la Universidad de Monmouth, el Partido Demócrata podría mantener su mayoría en el Congreso. El 38% de los entrevistados afirmó que votarían demócrata, y otro 12% afirmó que “podría votar” por dicho partido, frente al 34% y el 9% con respecto al Partido Republicano.

La popularidad sigue baja

No obstante, a pesar de que Biden está ganando batallas, “no recibe mucho amor”. La imagen de la inmensa maquinaria de propaganda republicana, que ha invertido millones en dibujar la caricatura de un presidente senil, anémico e incapaz, ha cosechado un gran éxito. Hasta ahora, la incapacidad de la administración Biden para aprobar medidas sobre seguridad social, cambio climático e incentivos económicos, le ha hecho ganar el apelativo de looser, uno de los peores estandartes para un líder político estadounidense. Pero, por lo mismo, las recientes victorias legislativas han ayudado a catapultar la popularidad de Biden hasta el 38%, aunque aún está muy lejos del 48% de julio de 2021. Si los precios de la gasolina siguen cayendo, la inflación comienza a disminuir y el mercado de valores no vuelve a hundirse, el optimismo podría transformarse en votos e índices de popularidad. Hasta aquí, todo dentro de los cánones, pero la política azul tiene también su cara oscura.

En política exterior, la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones con China han propiciado que la administración busque “contrarrestar” la imagen de un líder tímido, débil e indolente. El miércoles el Senado votó en favor de la ratificación de la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN: el senador republicano Josh Hawley de Missouri se quedó solo con su voto en contra. Se considera que es una doble victoria de Biden, frente a Putin y frente al irredento bloque republicano, al cual ha obligado a plegarse en masa en favor de su voto.

El asesinato de Ayman al-Zawahiri en Kabul, convertido en un espectáculo televisivo, fue algo reprobable. Desde la Casa Blanca aseguran que esta medida evitará la muerte de civiles en el contexto de la guerra contra el terrorismo internacional, pero eso no excluye que se trate de un veredicto extrajudicial, un asesinato ejecutado de una forma toscamente cruel. Y grotesco ha sido también el uso político que se ha hecho del homicidio.

Es una autentica lástima que la desmomificación de Biden haya de pasar por el asesinato. Es triste que los consejeros del presidente entiendan que haya que matar a alguien con un dron provisto de cuchillas para convencer a los votantes de que el país tiene un líder “fuerte” y “enérgico”. Y más lamentable es que este crimen influya más en la opinión pública y la intención de voto que las leyes sobre seguridad social, cambio climático y control de armas.

15/08/2022