A partir del miércoles, día 8 de septiembre, 370.000 escolares vascos regresan a las aulas. El objetivo del curso pasado fue garantizar la presencialidad. Y se logró, porque más del 99% de las aulas estuvieron abiertas. El consejero de Educación, Jokin Bildarratz, en una entrevista concedida a DEIA el pasado mes de junio situó como retos del próximo curso "hablar más de pedagogía y menos de sanidad". Parece mentira, pero han pasado casi dos años en los que el covid-19 ha centrado la atención y los medios, tanto que apenas se ha hablado sobre los retos presentes en la escuela vasca: Ley vasca de Educación (dos legislaturas), la fragilidad del bilingüismo, la crisis de natalidad con el goteo de cierre de aulas, la falta de excelencia, la integración del alumnado migrante o el equilibrio entre las redes pública y concertada.
El nuevo curso comenzará con mascarillas obligatorias y grupos burbuja en Infantil y Primaria, pero sin la cuarentena obligatoria para los contactos estrechos de un positivo entre el alumnado inmunizado. La exención de guardar cuarentena mejorará la gestión de los contagios en los centros educativos. Además , la mayoría del alumnado, al menos de Secundaria y Bachillerato o FP, no verá interrumpido su curso. Y es que el 75% de los chavales entre 12 y 15 años se han vacunado ya con una dosis para combatir el coronavirus y el 26% ha recibido toda la pauta del fármaco.
Familias, profesorado y direcciones confían en que la eficacia probada del protocolo anticovid del Departamento de Educación y los elevados niveles de vacunación propicien un año de transición hacia la normalidad. El regreso de las extraescolares y la vuelta del deporte escolar son un aliciente para el nuevo curso. No en vano, la pandemia ha hecho mella en la salud emocional de los más jóvenes. El consejero de Educación anunció el pasado lunes la puesta en marcha de un programa de formación para docentes destinado a vigilar y cuidar la salud emocional y mental del alumnado tras año y medio de convivencia con la pandemia.
Los pediatras ya han advertido de que se han incrementado un 50% las urgencias psiquiátricas, especialmente en adolescentes, y de que se han multiplicado por dos los trastornos alimentarios y han crecido las autolesiones y los cuadros de ansiedad y depresión entre los más jóvenes. Por otro lado, la Evaluación de Diagnóstico 2021 realizada por el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI), que apunta a un descenso del rendimiento en ESO y Primaria en casi todas las competencias, expone el malestar emocional que late en las aulas. La pandemia ha provocado que el 72,3% del alumnado se haya sentido más desmotivado para estudiar. Ante la frase "no estoy motivado para estudiar", el 39,6% se siente un poco identificado, el 19,2% bastante identificado y el 13,5% muy identificado. Dos de cada tres estudiantes alumnos y alumnas (65,4%) perciben que ha descendido su nivel académico. El 33,9% se identifica bastante o mucho con la frase "me he dado cuenta de que mi nivel académico ha descendido". "Tengo más ansiedad o estrés"; el 28,8% se siente un poco identificado, el 18,5% bastante identificado y otro 18,5% muy identificado. A la vista de estas respuestas, una de las prioridades ineludibles del próximo curso pasa por responder a las situaciones de angustia y estrés que genera la no normalidad.
El profesorado se incorporó el pasado miércoles con "las pilas cargadas". Lejos quedan las incertidumbres con las que se comenzó justo un año. El nuevo curso huele distinto. "Empezamos. Y, ¿por qué no decirlo?, con ilusión", reconoce Anartz Muxika, el director general de Orereta Ikastola. "Vamos mejorando y hay que avanzar. Ya sabemos qué evolución ha hecho el covid. Yo mismo pensé que íbamos a llegar a septiembre algo mejor, pero los datos dicen que el 70% está vacunado, y aunque aún hay bastante gente en los hospitales, mejoramos. Y tenemos nuevos proyectos", asegura Muxika.
Aulas al aire libre, sin necesidad de ventilación forzada. El proyecto Baso eskola, una de las apuestas realizadas durante la pandemia, "ha venido para quedarse", augura el gestor del centro. "Hemos creado clases exteriores, empleando los troncos de los árboles para dar en Primaria clases allí y los niños lo han agradecido mucho", afirma satisfecho. La pandemia ha generado buenas ideas que pueden seguir desarrollándose ahora, dice, pero lo más importante es que "la gente respondió muy bien. Es cierto que terminamos el curso muy cansados, y estos días me preguntaba cómo vendrían los profesores el primer día después de las vacaciones y lo que hemos visto está bastante bien. La gente, contenta, con ganas, y sabiendo que la situación es mejor y que de los alumnos y alumnas de más de doce años, la mayoría estará vacunada durante el curso y en Secundaria eso da una mayor tranquilidad a algunos profesores", indica Muxika.
Nada que ver con lo vivido hace un año, cuando "todo eran preguntas, incertidumbres. Y este año lo afrontamos con otra tranquilidad, porque el año pasado muchos trabajadores nuestros que tenían sus padres mayores lo pasaron muy mal. Eso se palpaba. Y andaban con mucho cuidado", recuerda Muxika. "No olvidemos, que para nosotros, las relaciones entre personas son imprescindibles en la educación. No solo para los alumnos, sino también para los propios docentes", opina.
Pendientes de las debilidades
También están preparándolo todo miles de familias. Usua Urbieta, de la Confederación de asociaciones de padres y madres de la Escuela Pública vasca (EHIGE) es clara y afirma que "durante el confinamiento se identificaron con claridad las debilidades estructurales del sistema educativo". La primera, dice, es que "sin educación presencial, el sistema educativo no tiene ni capacidad ni fortaleza, ni estructura suficiente para acometer una educación on line". Y ello, pese a que "equipos directivos y familias de la escuela pública han reclamado desde hace años un plan de digitalización, pero los avances han sido escasos en las dos últimas legislaturas", lamenta.
Urbieta cree que "la transmisión del euskera, lengua vehicular de la inmensa mayoría del alumnado, se ha visto muy afectada durante el confinamiento en contextos no vasco hablantes". De hecho, Educación va a reabrir los barnetegis. Especial atención merece la situación por la que atraviesa el modelo D (euskera), la línea que eligen la mayoría de las familias para sus hijos e hijas, que escolariza ya al 74% del alumnado de Primaria y al 70% de Educación Secundaria.
La portavoz de EHIGE también considera que "la sustitución forzosa de la educación presencial por la educación on line ha afectado con mayor severidad a los niños y niñas pertenecientes a familias de menor renta o de origen extranjero. A la segregación escolar, que es un problema de primer orden en el sistema educativo vasco, se le suma la brecha digital. La escolarización del alumnado más vulnerable durante el periodo de confinamiento se ha resentido", observa. El reto más importante, dice, "ha sido y sigue siendo garantizar la educación presencial.
En ese sentido, hay que poner en valor la profesionalidad y el compromiso de equipos directivos, profesorado, alumnado y familias. Todos ellos han contribuido de manera responsable y cívica a que el curso haya transcurrido con cierta normalidad", destaca.
Euskera. El protocolo para el nuevo curso escolar viene con un anexo para el desarrollo de los barnetegis. Con el inicio de la pandemia de covid-19 hubo que paralizar la actividad de los Centros de afianzamiento idiomático. Para el departamento de Educación ha sido una prioridad volver a poner en marcha esta actividad, pues "son entornos fundamentales para dar un impulso al proceso de aprendizaje del euskera entre el alumnado, de una manera más eficaz".