Este año han sido muchas las Cabalgatas de los Reyes Magos que estuvieron pasadas por agua. No fue la primera vez, pero la lluvia cayó más intensa de lo habitual. No consiguió ahogar la ilusión de tan especial noche de pequeños y grandes, pero sí deslució bastante la ocasión. Esta vez los paraguas, en su posición natural, servían para proteger a los espectadores en lugar de ser utilizados para cazar los caramelos que se lanzaban hacia los espectadores.
El origen de esta intensa lluvia estaba en un río atmosférico que llegaba desde el oeste, desde el Atlántico.
Los ríos atmosféricos
Cuando en los colegios se enseña el ciclo del agua, explican que en las montañas nacen los arroyos, bajan por las laderas, se van uniendo unos a otros convirtiéndose en ríos, que pueden ser superficiales o subterráneos, para llegar hasta el mar. Después, la evaporación hace que ese agua se eleve, forme las nubes y vuelva al suelo en forma de lluvia, cerrando así el ciclo.
La primera parte siempre queda muy clara, la podemos ver de primera mano en la vida diaria. Excursiones al monte o la costa, los mapas que muestran las cuencas hidrográficas, los cauces que crecen cuando llueve o los que se secan cuando no.
Pero el camino de vuelta solo lo intuimos cuando observamos las nubes que cubren el cielo. Y lo cierto es que, según explican los científicos y meteorólogos, hay casi tanta agua en la atmósfera como en todos los cauces del mundo.
Al igual que ocurre en la superficie del planeta, en la atmósfera también se forman corrientes que transportan este vapor de agua desde el mar hasta tierra adentro. Son los ríos atmosféricos.
Los ríos atmosféricos son bandas de humedad concentrada alargadas, de varios miles de kilómetros, y estrechas, de apenas unos cientos, que transportan vapor de agua y nubes de forma horizontal. Las impulsan chorros de aire de bajos niveles por delante de un frente frío. Se calcula que siempre hay activas en cada hemisferio entre 3 y 5 corrientes de este tipo, no siempre las mismas aunque alguna sea recurrente, como la Pineapple Express, que va de Hawaii a la costa oeste de EEUU.
Esta humedad y vapor de agua se producen en zonas tropicales o subtropicales y son arrastradas por las corrientes de aire por encima de grandes masas de aguas, como son los océanos Pacífico y Atlántico, hasta que llegan a tierra en latitudes altas y medias. Viajan de oeste a este en el hemisferio norte, por lo que las zonas que más directamente sufren las consecuencias de este fenómeno son las costas oeste de Europa y de la península Ibérica, la de Estados Unidos y la del norte de África.
Las consecuencias
Los ríos atmosféricos traen lluvias y nevadas, algo que por regla general es bueno. Su intensidad dependerá de las circunstancias, de la velocidad a la que se enfríe el vapor del agua y pase a estado líquido. Cuando una de estas corrientes choca con una elevación en el terreno, una cordillera se eleva y se enfría. Esto puede dar lugar a precipitaciones muy intensas.
En los últimos años ha entrado en juego un nuevo factor que está alterando este fenómeno, el calentamiento global. Según explica José Miguel Viñas en su artículo Ríos atmosféricos y eficiencia pluviométrica, publicado en la web El Ágora diario del agua, se está observando cada vez con mayor frecuencia precipitaciones de elevada intensidad. Con un aire cada vez a mayor temperatura en la tropósfera, en contacto con aguas oceánicas superficiales también más cálidas, es previsible que el caudal de vapor de agua de estos ríos aumente. Esto hará más probables precipitaciones más violentas y duraderas en el tiempo.
Cinco categorías
En función de su impacto, los ríos atmosféricos se catalogan en cinco categorías: Débil, cuyo impacto es positivo y son la mayoría; Moderado, que sigue siendo beneficioso pero puede producir algún daño; Intermedio, que puede ser beneficioso pero los daños que causa son algo mayores; Altamente peligroso, cuando el beneficio es casi nulo y los daños muy altos, y Excepcional, cuando resulta muy peligroso, casi destructivo. Hasta ahora se creaban muchas de las primeras y pocas de las últimas, pero con el calentamentiento global, van aumentando las de mayor potencia.