La Maravillosa señora Maisel es una serie de televisión estadounidense de drama y comedia ambientada a finales de los años 1950 y comienzos de los 60. En ella la protagonista es una ama de casa de la alta sociedad que, cuando es abandonada por su marido, descubre su talento como monologuista, pero que tiene que lidiar con las reticencias y las gracietas de sus compañeros de cartel que incluso la utilizan como recurso cómico: “Si no os hace reír al menos os hará la cena”, exclaman provocando las carcajadas del público.
En los años 50 el humor era un coto privado de los hombres y no era extraño que argumentos como el de “las mujeres no hacen gracia” se usasen para no darles una oportunidad a aquellas que quisiesen usar este recurso como modo de expresión y para ganarse la vida utilizándolo.
En el panorama estatal actualmente son muchas las figuras femeninas que triunfan con humor como herramienta de expresión. La youtuber Esty Quesada, conocida como Soy una pringada, Inés Hernand, presentadora de Gen Playz, Silvia Abril, Paula Púa, Eva Soriano y Victoria Martín y Carolina Iglesias, autoras del podcast Estirando el chicle, que en septiembre colgaron en solo 17 horas el cartel de completo para su actuación ante 12.000 personas en el WiZink Center de Madrid, son el ejemplo de que hay un hueco para las mujeres que apuestan por el humor.
En Euskadi también las hay y algunas, además, apuestan por comunicarse en euskera, demostrando que la risa es un lenguaje que se consigue no solo con palabras. Suben a nuestro escenario Josune Velez de Mendizabal, Ane Gebara y Kaitin Allendel
Ane Gebara y Josune Velez de Mendizabal
Ane Gebara estudió Magisterio y comenzó su andadura en el mundo del espectáculo contando cuentos, un arte que todavía sigue desplegando. Poco a poco fue encontrando su manera de contar y deleitar a los/as txikis. “Me di cuenta de que meter humor a historias muy bonitas o muy crueles funcionaba muy bien y cada vez fui haciendo más humor narrando, me salía de una manera natural”, explica. De Josune Velez de Mendizabal siempre han dicho que era “una mujerona grandona y graciosa”. Ella había estudiado periodismo y lo desempeñaba en el ámbito de los informativos “donde se requería una seriedad que le chocaba a la gente que me conocía en el ámbito personal”.
Además de contar cuentos, Ane hacía teatro en La Mostrenca y Josune hacía lo propio en la sala Baratza, primero como hobby y luego de manera profesional. En 2017 Harriek kontatu didatena le sirvió a Ane para hacerse con la beca Gazte sortzaileak. Este premio despertó en ella algo que le iba latiendo hace tiempo. “Quería usar más cuerpo, salir de eso tan íntimo que era contar cuentos y el ambiente que se generaba, me apetecía moverme mucho, explotar más y trabajar con los límites”, explica mientras señala que para hacer todo eso tenía claro que quería hacerlo “con una persona muy distinta a mi físicamente”. Y pensó en Josune y la conexión surgió. “Nos habíamos conocido antes, en otro proyecto pequeño y la conexión era buena y pensamos que podría funcionar”, explica Josune.
Eran principios de 2019 y con su unión surgió Les Bobé-Bobé, una compañía en la que, con Jason Guerra, hacen uso del humor absurdo y el euskera. “La gente está metida en lo urgente del día a día y encontrarse con nosotras es salirse de todo eso”, explican. Las dos tienen claro que su unión funciona porque no fuerzan las cosas. “Hay muchas horas de trabajo, eso por supuesto, pero también somos así, nos sale de forma natural”, sentencian. “Tenemos un humor característico, personal. No se trata de voy a ser graciosa o voy a intentar poner una nota de color a esto”, dice Josune mientras deja paso a Ane para que sentencie: “el humor es una actitud, una forma de estar”.
Ambas tienen múltiples facetas creativas que desarrollan por separado con otra gente del mundillo teatral gasteiztarra, pero juntas ya han llevado a cabo 3 trabajos. Su primera puesta en escena conjunta fue Eta kiTTorik ez!, una obra de 50 minutos en la que las protagonistas eran tres hermanas, aunque una de ellas estaba muerta. Un cóctel de magia y misterio, con un mensaje importante a través de la expresión, con mayor peso que las palabras.
En junio, han estrenado (H)Ondoko gela, en la que entran en acción dos detectives. “Una es más serena, madura, tal vez demasiado formal y la otra, todo lo contrario”, explica Josune que recalca algunos puntos de ellas que se pueden trasladar a su trabajo en la compañía: “aprenden la una de la otra y viceversa, sin caer en la lucha de poder, mientras llevan a cabo una investigación”.
Con este espectáculo, tirando del humor absurdo, ponen de manifiesto “la invisibilización de la mujer en el campo de las detectives, donde no hay referentes, y la reivindicación del euskera como vehículo para la comedia en particular y el teatro en general”, destaca Ane. Daisy Crazy, es el tercer trabajo en el que han actuado juntas “la grandona graciosa y la cuentacuentos”. Entre ellas se nota ese hilo de complicidad y sororidad que dotan a sus trabajos de un poso especial. Pendiente la una de la otra el feedback fluye y el público siente la conexión. Y mientras eso pasa, las carcajadas hacen acto de presencia.
Kaitin Allende
Comienza diciembre y con el último mes del año llega un momento especial para Kaitin Allende. El día 9, en el San Agustín kulturgunea de Durango, estrena un espectáculo. Se llama Kilimaterioa y lo ha montado junto con Oihane Perea, Irati Anda e Iratxe Ibarra. “Monólogo y bertsos, todo en uno. Un experimento que hasta ahora sólo nosotras nos hemos atrevido”, explica ilusionada. Desde hace unos años compagina su trabajo en el magazine del fin de semana de Radio Vitoria, Déjate llevar, con su labor como monologuista.
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El empujón de sus amistades hizo que comenzara a tomar clases en la sala Baratza de Gasteiz, con Jorge Loza. Cuando la pandemia paró su gira, hizo un curso de interpretación de teatro con Aitor Collado y ahora está estudiando para aprender a trabajar y cuidar la voz con Inma Arroyo. “El hecho de que mi ama esté enferma con ictus y no pueda moverse ni hablar me da más motivos para llevar el humor allí donde vaya, porque también es un acto en su honor, porque si yo soy así es por ella”, aclara antes de sentenciar que “es pura transformación, de pasar el dolor al humor, también tiene su dosis terapéutica”.
Su formación y ganas dieron sus frutos en la primera edición de Komedialdia Gasteizko Umore Jaialdia, donde ganó el concurso de monólogos siendo la única persona que actuó en euskera. “Apuesto por mi lengua materna y mis monólogos los entiende todo el mundo. Aunque no sean euskaldunes se lo pasan genial y se ríen mucho. La cuestión es tener actitud receptiva y estar preparada para echar unas risas y pasar un buen rato”, explica cuando se le cuestiona si actuar en euskera puede restarle público.
Para elaborar sus piezas Kaitin se inspira en su propia vida, sus aventuras, trabajo, en lo que ve alrededor. “Mi primer guión es Artistak eta kazetariak 1.0 y habla de mi trabajo en la radio, el segundo, Guraso Txinpartak, es de padres y madres guays”, explica. Ahora está con Klimaxetik klimateriora eta buelta, que habla del ciclo de la vida de las mujeres “que siendo tabú” (el climaterio engloba desde el comienzo de los desarreglos hasta que ya eres menopaúsica). “Nos lo presentan como una mala época para la mujer, pero, para nada. Tiene muchas cosas buenas y, entre sofoco y sofoco, nos lo pasamos bien con el abanico”, bromea.
Aunque Kaitin considera que no hay diferencia entre el humor que hacen las mujeres y los hombres –“cada uno cuenta la feria como le va y habla de los temas que le tocan en su vida, pero nada más”, dice– si que cree que a las mujeres se les programa mucho menos que a los hombres y que “a las mujeres creadoras nos llaman para el 8 de marzo y el 25 de noviembre, parece que no podemos actuar en otras fechas”. Y mientras reivindica más oportunidades y enumera a grandes profesionales como “Belen Nevado, Beatriz Elgezabal, Idoia Torregarai, Mirari Martiarena, Josune Velez de Mendizabal y Ane Gebara, Pantxika Lamur y Despotorropen mic”, vuelve a recordar que el día 9 tiene un estreno en el que espera “escuchar las risas, las carcajadas y los aplausos”. Y, aunque cree que “es más fácil hacer llorar que hacer reír”, seguro que lo consigue.