El primer verano de la jubilación es el más largo para un maestro que cierra definitivamente la puerta del aula tras décadas de formar parte del engranaje del sistema educativo. En muchos casos, no es fácil decir adiós, y cuanto más se ha dado, más cuesta.
Roberto Elizalde Juanto es un ejemplo. Se ha jubilado con 60 años cumplidos como director del colegio público Luis Gil de Sangüesa, donde ha ejercido la última etapa de su carrera iniciada en el curso 1987-88. Lo ha hecho con un colofón emotivo e imborrable en agradecimiento a su buena disposición, generosidad y apoyo. En total, han sido 34 años de dedicación con pasión a la enseñanza.
"Excelente y preciso en su trabajo, como el mejor relojero", "integrador de la belleza en su concepto del orden", "capitán", "acogedor, gran maestro y compañero"... De la valoración de sus compañeras y compañeros se desprende verdadero afecto y que le echarán de menos a la vuelta del verano.
Ha sido un final tan emotivo como intenso, con los dos últimos cursos marcados por la pandemia. "Ha supuesto una exigencia mayúscula en cuanto a dedicación y responsabilidad", confiesa. El verano pasado,en plenas vacaciones, solo faltó cuatro días a la escuela. Tal fue su entrega. Hoy, en el silencio del patio destaca el colorido mural que encargó para animar la vuelta del alumnado. Este talante de cuidar al detalle ha dejado en la apyma Nora y en sus compañeros excepcional recuerdo.
La sensación de limpieza y cuidado del espacio de juegos engarza con el orden interior y el paisaje. Es el entorno en el que se ha enmarcado el ambiente de trabajo con una idea clave para él: "La organización también educa".
Lejos de la pandemia queda su estreno en el magisterio en el curso 1987-88 en el colegio público Eulza (Barañáin).El siguiente, ejerció en Isaba. "Una experiencia reveladora de lo que supone la escuela rural", rememora.
En el curso 1989-90 comenzó en el ámbito de la gestión en el Programa de Educación Compensatoria para la zona rural. Durante este tiempo se fraguaron numerosas relaciones personales en el departamento y en los centros rurales de su competencia: Aibar, Cáseda, Eslava, Liédena, Sada y Yesa. De estos seis, hoy únicamente quedan dos, Aibar y Cáseda. "Esta pérdida me duele y me entristece. Tiene un valor importantísimo que haya escuela en un pueblo".
Seguidamente y durante seis años (1990-1996) desarrolló su trabajo como asesor de Formación del Profesorado. Recorrió los centros navarros en la puesta en marcha de la reforma educativa con la LOGSE. En el Luis Gil de Sangüesa se ubicó la extensión del CAP de Pamplona desde el que se atendía a todos los centros educativos de la zona , incluidos Lumbier y los valles de Roncal y Salazar. Años de mucho movimiento e innovación, plagados de buenas compañías. Aceptó después la propuesta de Inspección de la dirección del Luis Gil (1996 - 2000). Propició una mayor relación entre colegios de zona y este centro comarcal y una buena labor académica y de gestión.
Los seis años posteriores volvió a las aulas rurales de Cáseda como maestro de Infantil y Primaria especialista de inglés. Fue cuando empezó a trabajar con más intensidad las nuevas tecnologías en el aula. Su conocimiento ha sido fundamental para impulsar (ya en Sangüesa) el desarrollo de la competencia digital del alumnado en los centros públicos. (Su proyecto fue uno de los seleccionados para integrar la tecnología educativa en las aulas en el marco del Proyecto IntegraTIC de innovación experimental).
En su última etapa profesional (2011-2021) se ha impuesto la realidad de la despoblación : en 10 años el colegio ha perdido más de 100 matrículas (de 445 a 328). Ha permanecido en el equipo directivo junto a la sangüesina Trini Osés Larrañeta, y la aibaresa Mª José Zabaleta Leoz (los tres han alcanzado la jubilación este año). Les tocó la implantación del PAI y asentaron la herramienta tecnológica como una seña de identidad del centro.
En el recuento, el maestro no pasa por alto los tiempos difíciles, pero se queda con los años inolvidables, satisfactorios, con el reconocimiento del alumnado por la calle y el de la apyma agradecida. Les devuelve el gesto.
Elizalde ha entendido la educación como un compromiso personal y social, con la variable humana como eje. La escuela ha sido su vida y su pasión. A las nuevas promociones les dice que "educar generaciones del futuro no es cosa menor. Que ejerzan desde la empatía como personas que acompañan".
Se ha ido con la emoción en la voz y la mirada, cargado de planes. "Tengo muchísima ilusión por la educación y cantidad de proyectos", resume. Seguro que ya disfruta y comparte alguno de ellos con su gran compañera de viaje, Trini Bielsa, a quien debe, admite, "todo lo que he sido".