"Un mago nunca llega tarde, Frodo Bolsón. Ni pronto. Llega exactamente cuando se lo propone". La frase de Gandalf, uno de los protagonistas de 'El Señor de los Anillos', perfectamente podría haberse referido a Roberto Torres. El de Arre, como siempre con una lupa gigante encima de su cabeza, le dio la vuelta a un partido que pintaba feo y lo hizo con una asistencia y un gol en los minutos de descuento.
Roberto Torres no ha comenzado bien la temporada. Era de esperar. Si usted ha tenido la desgracia de tener un covid sintomático seguro que sabe que al mes no está en su plenitud física ni mucho menos, pero eso a ciertas personas desmemoriadas no les debió importar para cruzar muchas líneas la semana pasada con el de Arre.
El navarro ha desarrollado a lo largo de su carrera una capacidad innata de abstraerse de todo ya que casi desde el principio se le ha fiscalizado hasta el respirar. Y eso ha ocurrido incluso cuando se bajó el sueldo a niveles tremendos para ayudar en los peores años del club.
Dicen que el fútbol no tiene memoria y puede que eso sea lo que pase con Torres. Esté mejor o peor, el de Arre siempre puede tener esa chispa en tres cuartos, esa diferencia. Lo sabe Arrasate, que por eso lo ha usado siempre al ver que el equipo se atascaba en la parte final.
Antes de que saliese Torres, Osasuna había conseguido empatar gracias a un gol de Kike García tras un penalti provocado por una genialidad de Rubén García (otro como el '10', que siempre hace que pase algo). Por cierto, un inciso sobre las manos. Las tres (sí, la de Osasuna también) son de libro. "Ocupa con su brazo o mano un espacio mayor corriendo un riesgo y cortar pase o tiro. Brazos alejados del cuerpo". No hay que protestarlo todo por regla. Son manos.
Pero bueno, volviendo a Torres. Con 2-1 filtró un pase dejando solo a Kike, que estrelló el balón en el palo. Llegó el 90 y entonces se destapó. Primero marcando de penalti (beso al escudo correspondiente, este sí que se sabe que no es portureo), después colocando un balón en la cabeza de un imperial David que remató la heróica. En el 94. Parecía tarde, pero ya saben, los magos llegan cuando se lo proponen.