Nacida en el pueblo cordobés de Pueblonuevo, desde niña supo que el arte formaría parte de su vida. Con apenas dos años ayudaba a su padre, taquillero de cine, a pintar los carteles de los estrenos que proyectaba la sala. Hoy, residente en Muxika y tras medio siglo residiendo en Euskadi, Rosa María Sánchez, autodidacta y gran aficionada a la pintura, muestra algunas de sus obras en la sala de exposiciones Ezkurdi de Durango. "Siempre me ha gustado el olor a pintura. Fue mi padre el que despertó en mi esta pasión siendo una niña y hoy la mantengo. Tengo que reconocer que mientras pinto disfruto, es una manera de evadirme y lo hago cuando estoy bien porque de mala leche no me sale", reconoció con gracia la aficionada.
Fue a los doce años cuando Rosa llegó a Gernika. Buscando un futuro mejor sus padres decidieron trasladarse a la villa foral aconsejados por unos primos. En la escuela todo lo relacionado con las artes plásticas era liderado por aquella niña que sentía algo especial cada vez que pintaba o coloreaba cualquier dibujo. Fue entonces cuando con quince años decidió apuntarse al taller de pintura del municipio donde recibía nociones básicas con Luis Iriondo, superviviente de guerra, que todavía traslada hoy sus conocimientos a los alumnos. "Más que dibujar, lo que me encantaba era pintar. Decidí apuntarme, pero yo lo que realmente quería era que me metieran con los mayores para ir a la calle a pintar. Recuerdo que no me dejaron y me tenía que quedar con los de mi edad en clase y no me gustaba", repasa entre risas su trayectoria dejando claro su espíritu libre desde niña.
Ligada al deporte durante toda la vida como monitora en diferentes disciplinas, hace cuatro años Rosa decidió volver al taller de pintura de Gernika al que llegó siendo una adolescente. Es una manera de seguir formándose y compartir sus pasión con otros aficionados a las artes plásticas. Mismo motivo le condujo hace un par de años a formar parte de la Asociación de Artistas del Duranguesado. Dedicándose sobre todo al óleo, Rosa comenzó a realizar copias de cuadros con protagonismo sobre todo para los paisajes. Su primera exposición la realizó con 18 años en Mungia y "la verdad que solamente recuerdo uno de los trabajos; un cuadro clásico de un barco italiano", recuerda con nostalgia la artista, que siempre ha disfrutado tomando parte en diferentes concursos y exposiciones. El año pasado se impuso en el concurso de pintura Villa de Durango en la categoría artistas locales.
La muestra, que podrá verse hasta el domingo en la sala de exposiciones Ezkurdi, se compone de 65 cuadros al óleo y una pequeña selección de plumillas. Bajo el título Basoko Altxorrak, la exposición recoge un amplio repertorio de cuadros de temática relacionada con las setas y los bosques con protagonismo para los montes, caseríos y eguzkilores. "Siempre me ha encantado el mundo de las setas. De niña, las recogía por el monte con mi padre y la semana pasada estuve con mi hijo en Soria", explico sobre otra de sus aficiones.
Perdida la cuenta de los cuadros que ha podido pintar a lo largo de toda su vida y con Dalí como uno de sus referentes, la artista reconoce que "no tengo un estilo definido; lo que sí tienen siempre mis cuadros es mucho color". A la hora de pintarlos, "soy muy nerviosa y quiero acabar rápido". Muestra de ello, "empiezo varios a la vez y mientras se me seca uno, voy con el otro", asegura entre risas a sus 61 años y abuela de dos nietos. A los pequeños, Eder de 5 años y Eian de dos, reconoce con cariño que "no tengo paciencia para enseñarles a pintar".
Con el propósito fundamental de seguir disfrutando de la pintura, los interesados en presenciar los trabajos de la polifacética artista pueden hacerlo hasta el domingo en la sala de exposiciones Ezkurdi. Y el trabajo de Rosa se puede seguir en Instagram: rosarte60.