"La gente protege lo que ama y ama aquello que conoce". La frase, atribuida al mítico explorador y navegante francés Jacques Costeau, domina la zona superior de la página web de la Federación Española de Actividades Subacuáticas (FEDAS). El organismo se formó en 1967 y regula desde entonces las disciplinas deportivas y actividades que se realizan bajo el agua en el Estado español, entre las que se encuentran las distintas modalidades de buceo, pesca submarina, natación con aletas, orientación subacuática, foto y vídeo submarino, hockey subacuático y rugby subacuático.
El primer club con actividades inmersivas a varios metros de profundidad ya había sido constituido en Barcelona en 1947. Las competiciones oficiales empezaron a celebrarse con la práctica de la pesca submarina, que experimentó un "auge extraordinario" en aquellos años. Los deportistas catalanes y mallorquines tuvieron un papel muy destacado en la segunda mitad del siglo XX. La disciplina le debe mucho a los logros obtenido a hombres como Josep Noguera, Joan Gomis, Josep Amengual y Pedro Carbonell. Todos ellos cuentan con un palmarés envidiable.
Placajes
Otros deportes como el rugby subacuático aparecieron más tarde. Se conoce bastante poco, al menos en suelo español. Aterrizó hace unos veinte años gracias a la iniciativa de unos jóvenes colombianos. Conviene hacer una primera aclaración: la relación con el rugby es mínima. En ambos casos se transporta una bola y se puede aplacar al jugador del equipo contrario; es decir, el placaje sucede cuando se detiene la jugada agarrando al adversario con las manos. Pero aquí terminan las similitudes de un deporte que, en realidad, no se parece a ningún otro y al que también han querido emparentar con el waterpolo, el balonmano, el buceo o el hockey subacuático.
De Colombia a Erandio…
En el país latinoamericano productor de café, el juego está muy desarrollado y sus equipos han logrado grandes triunfos. Colombia abandera, junto a Alemania, Finlandia, Noruega y Suecia una práctica minoritaria y con escaso tirón en otras partes del mundo. En 2019, el club Orcas, de la ciudad de Medellín, se coronó como el mejor equipo internacional de rugby subacuático por segundo año consecutivo, tras doblegar (2-0) al equipo TSV Maslch de Alemania en la final del campeonato del mundo celebrado en Berlín. La gesta terminó por consolidar en Colombia un deporte que, ya en 2014, venía pisando fuerte; por aquel entonces ya contaban con 500 jugadores en activo, el segundo con más fuerza después de Alemania (1450).
El pasado 30 de julio, el club Martiartu de Erandio acogió la segunda jornada del campeonato del Estado español de rugby subacuático. Según cifras aportadas por la FEDAS, participaron 150 deportistas que jugaron un total de 31 partidos desde las nueve de la mañana a las 19 horas. 10 intensas horas de rugby subacuático donde, junto a los tres equipos más veteranos de la Liga (los Osos de Madrid, el Pirañas Peñafiel de Valladolid y el BCN Rugby Subaquàtic), compitieron el club Leones de Pamplona y los más noveles, el club Fénix de Zaragoza, cuyo estreno en Bizkaia se saldó con éxito. Las crónicas subrayaron "la energía y predisposición" del equipo aragonés que "en poco más de siete semanas" fueron capaces de armar un equipo completo en las distintas categorías. Las "asentadas" bases del club Fénix le permitieron a sus jugadores "entrar en juego e ir aprendiendo a medida que iban pasando los minutos".
… y Pamplona
Amaia Puyo, jugadora del Leones y de la selección española, se mostraba satisfecha con el rendimiento del club navarro en las piscinas de Erandio: "Estamos muy orgullosas porque salió muy bien a nivel organizativo", confesó la deportista a DIARIO DE NOTICIAS. "A nivel deportivo somos un club muy joven, entonces no pudimos hacer podio, pero estamos muy satisfechas con nuestro trabajo porque plantamos cara a equipos que llevan mucho más tiempo en esto". El conjunto navarro se creó a principios de 2019 y es el único de Euskal Herria en esta especialidad. El pasado 6 de noviembre, el equipo de Leones participó en su primer torneo internacional de rugby subacuático en la histórica plaza alemana de Mülheim and Der Ruhr, sede del primer campeonato mundial celebrado en 1980.
El rugido de los Leones se escucha desde 2018 y en sus redes sociales ensalzan esta disciplina deportiva realizada en bañador y aletas con una frase en inglés: "Best sport you’ve ever tried" ("El mejor deporte que has practicado"). Sigue siendo un enigma para la mayoría, pero Amaia Puyo confía en que pronto cambien las tornas y que "en unos años crezca más". Cuatro años después de su formación, el club navarro está formado por unas 30 personas y 5 de sus integrantes participaron en el Campeonato Europeo disputado en Noruega a finales de junio.
Pasado y presente
Contacto, estrategia, velocidad y agilidad, resistencia y fuerza. El origen de este deporte que integra tantas habilidades y recursos físicos se remonta a los años 60 del pasado siglo en Alemania, cuna del rugby subacuático. Los buzos deben seguir un entrenamiento y una formación continua, pues su actividad implica un riesgo muy elevado. Algunos centros de buceo de la República Federal Alemana inventaron y desarrollaron el juego como un recurso para no perder la forma física en los meses de invierno. "Actualmente, el rugby subacuático se practica en un gran número de países y se llevan a cabo torneos nacionales e internacionales, incluyendo campeonatos continentales y mundiales femeninos, masculinos y de equipos juveniles", precisan desde la federación española.
Particularidad
Su caso tiene una particularidad: es el único deporte que se juega en tres dimensiones. En el espacio tridimensional del rugby subacuático están presentes las coordenadas de la altura (o profundidad), el largo y el ancho. La normativa y las reglas generales del juego, así como el sistema de campeonatos mundiales se establecen desde la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (Confédération Mondiale des Activités Subaquatiques - CMAS). En 1972, el juego fue reconocido como deporte por la Asociación Alemana de Buceo Deportivo. Y empezó a desarrollarse una silenciosa carrera que llamó la atención de los países nórdicos.
Bajo control
Se practica a pulmón libre, aunque no se llevan al límite del organismo la suspensión voluntaria de la respiración dentro del agua. La razón principal es que estas piscinas solo tienen entre tres y cinco metros de profundidad y que por cada seis jugadores inmersos hay otros seis esperando su turno en el banquillo para bajar a relevarles. La capacidad de apnea es tan importante como la coordinación entre compañeros del mismo equipo, aseguran aquellos que han practicado alguna vez el rugby subacuático. "Al ser un deporte que se juega sin respirar, se requieren muchos cambios y muy rápidos porque desgasta mucho", añade Puyo.
El tiempo que una persona puede pasar debajo del agua sin respirar varía muchísimo. Con entrenamiento, los neumólogos aseguran que se puede superar fácilmente la barrera de los dos minutos. El apneísta ruso Alexey Molchano estableció una marca de descenso sin propulsión de 11 minutos y 35 segundos. En 2021 batió un nuevo récord al recorrer bajo el hielo 180 metros, superando así en cinco metros el hito del francés Arthur Guérin-Boëri. Dedicó la hazaña a su madre, Natalia Molchanova, leyenda de la apnea y desaparecida en 2015 en aguas de la Isla de Formentera. "No es solo un trabajo o un pasatiempo para mí, sino el trabajo de toda una vida, un tributo al amor y respeto ilimitados por mi madre, un recuerdo de su invaluable contribución a nuestra causa común", expresó el deportista ruso.
Arriba y abajo
Hay dos porteros: uno bajo el agua vigilando la canasta de metal y el otro respirando en la superficie. Es la zona más sensible. La finalidad del juego no tiene ningún misterio: consiste en marcar gol en la portería contraria, como en el balonmano, el baloncesto o el fútbol. Con un máximo de 12 jugadores por equipo, el juego es realmente dinámico. Las posiciones están fijadas de la siguiente manera: dos porteros, dos defensas y dos atacantes. El resto aguarda su oportunidad.
Rara vez las jugadas pasan la barrera de los 60 segundos. En algunos casos, todo sucede a tal velocidad que en pocos segundos ya se ha marcado un gol. El partido se divide en dos partes de 15 minutos, con una pausa intermedia de solo cinco minutos. Si se interrumpe el juego, automáticamente se detiene el tiempo. Las cestas o porterías están hechas de metales inoxidables como el aluminio y se colocan en el fondo de la piscina en cada uno de los extremos. Tienen un diámetro de cuarenta centímetros. Aunque hay ligas y partidos separados por sexos, en algunos casos los encuentros son mixtos y juegan hombres y mujeres juntos.
Flotabilidad negativa
Esta curiosa mezcla deportiva no tendría sentido sin un balón concreto, único en su especie. Se le atribuye al alemán Ludwig von Bersuda, miembro del Club Subacuático de Colonia, la definición de las líneas maestras del rugby subacuático. Bersuda desechó el balón de fútbol por su tamaño y se decantó por unos esféricos similares a los del waterpolo. Tenía que resolver una cuestión primordial: la flotabilidad de la pelota. Para ello, se le ocurrió la idea de echarle agua salada para rellenar el interior y que se hundiera, lo que se conoce como flotabilidad negativa. El balón tiene que permanecer dentro del agua, no puede escaparse a la superficie. Se calcula que los pases entre los jugadores son de unos 2 o 3 metros, antes que la resistencia del agua frené el viaje de la pelota.