Los tres abogados rusos condenados hoy a entre 3,5 y 5,5 años por extremismo -Vadím Kóbzev, Ígor Sergunin y Alexéi Lipster- han pagado un alto precio por hacer de mensajeros de su célebre cliente, el fallecido líder opositor ruso, Alexéi Navalni.
"Nos juzgan por difundir las ideas de Navalni, entre otras personas", afirmó Kóbzev durante una de las últimas vistas del proceso.
La Fiscalía argumentó que los abogados de Navalni se aprovecharon de su estatus como representantes legales para servir de cadena de transmisión entre el opositor ruso y el exterior, lo que le permitió continuar liderando su movimiento "para planificar, preparar, promover y cometer delitos de carácter extremista".
Perfil bajo
Los tres juristas siempre mantuvieron un perfil bajo mientras trabajaban para Navalni y han estado a la sombra de su célebre cliente.
La inesperada "fama" les llegó en octubre de 2023, cuando la policía registró sus domicilios para enviarlos seguidamente a prisión preventiva bajo acusaciones de extremismo.
Más tarde se supo que las autoridades seguían las reuniones entre los abogados y Navalni a través de cámaras ocultas en las prisiones, donde se encontraba el opositor.
Los tres juristas fueron reconocidos por la ilegalizada organización de derechos humanos Memorial como presos políticos.
Kóbzev, de 41 años, llevaba trabajando con Navalni desde 2011, cuando empezó a representar al líder opositor tras su detención, que siguió a las mayores protestas antigubernamentales en la historia moderna de Rusia.
Precisamente Kóbzev, padre de tres hijos, ayudó a Navalni con la mayoría de las acusaciones que fue encarando el político desde entonces.
También es el único de los tres abogados que en el momento de la detención seguía representando al opositor.
De tal palo tal astilla
Lipster, de 38 años, creció en una familia comprometida con los valores democráticos y los derechos humanos.
Su abuelo es el veterano activista de derechos humanos Lev Ponomariov, mientras su madre, Elena Lipster, es una de las abogadas más conocidas de la década de los 2000.
Mientras Ponomariov fue colaborador de Andréi Sájarov, Elena representó entre otros al oligarca Mijaíl Jodorkovski y su socio Platón Lébedev en uno de los juicios más sonados de las últimas décadas, el de la petrolera Yukos, perseguida por el Kremlin.
Lipster comenzó a defender a Navalni cuando este ya estaba en prisión. Previamente, el abogado representó a un conocido activista ruso, Ildar Dadin.
Precisamente, durante ese proceso el jurista logró uno de los mayores éxitos de su carrera. Junto con sus colegas, Lipster logró la revisión del caso de Dadin, la primera persona condenada a una pena de cárcel en Rusia por reincidencia administrativa.
Liptser y sus colegas lograron no sólo la revocación de la sentencia por el Tribunal Constitucional, sino también el pago de una indemnización al opositor.
Admisión de culpa
Menos conocido es Ígor Sergunin, el tercer jurista de Navalni, un viudo de 46 años, que tiene bajo su custodia a un hijo menor.
Sergunin, al igual que Lipster, llevaba dos años sin representar a Navalni en el momento de su detención.
A la vez, es el único de los defensores que reconoció su culpa en un intento de evitar una larga condena.
Otros dos abogados de Navalni, Olga Mijáilova, y Aleksandr Fedulov, se exiliaron en el extranjero para evitar la persecución penal en Rusia.