El Ejército ruso mantiene su presión en el este de Ucrania, donde reivindica avances a “posiciones más ventajosas” y mantiene la amenaza a varias ciudades mientras que Kiev trata de resistir y celebra el anuncio de más ayuda occidental. “A consecuencia de las acciones ofensivas de las unidades de la agrupación Zapadni el enemigo fue expulsado de las inmediaciones occidentales de la localidad de Dvurechoe, en la región de Járkov”, declaró ayer el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, Ígor Konashénkov, en su parte de guerra.
Según el mando ruso, la aviación y la artillería rusas martillearon a la 92ª brigada motorizada del Ejército ucraniano en la localidades de Krojmalne y Berestove y aniquilaron a “más de 30 militares ucranianos, dos blindados y tres automóviles”. “En el marco de las acciones ofensivas de las unidades de la Agrupación Sur en la dirección de Donetsk fueron ocupadas posiciones más ventajosas”, indicó.
Por su parte, el mando ucraniano reconoció que “el enemigo, que sufre grandes pérdidas, no detiene las operaciones ofensivas en las direcciones de Liman, Bajmut, Avdiivka y Novopavliv”, en Donetsk.
Durante las últimas semanas, el Ejército ruso ha concentrado sus acciones en el este de Ucrania y particularmente en Vugledar, Siversk y Bajmut, ya que la toma de estas ciudades –y particularmente la última– abriría el camino hacia Sloviansk y Kramatorsk, los principales baluartes ucranianos en el Donbás.
Mientras, no cesan los rumores sobre una ofensiva rusa de primavera, que podría coincidir con el primer aniversario de la guerra. Petro Andryushchenko, asesor del alcalde ucraniano de Mariúpol, la sufrida ciudad portuaria tomada por Rusia en abril pasado, alertó de la llegada de nuevos refuerzos rusos. Aseveró en Telegram que solo en la última semana el contingente ruso en Mariúpol recibió un refuerzo de entre 10.000 y 15.000 efectivos.