La ciudad de Leópolis, refugio relativamente seguro en el oeste de Ucrania para miles de desplazados de las zonas del frente, se quedó ayer de nuevo sin luz ni agua corriente tras un segundo ataque ruso contra las infraestructuras de suministro básico.
Según el gobernador de la provincia, Maksym Kozytskyi, dos explosiones golpearon sendos centros de la infraestructura energética de la ciudad este martes, en una segunda oleada que afectó a cerca de un tercio del suministro eléctrico.
El alcalde, Andriy Sadovyi, reveló que al menos una persona resultó herida y que cerca del 30% de Leópolis estaba sin luz y el suministro de agua estaba suspendido en partes de la ciudad.
En dos días 21 misiles rusos golpearon la ciudad y sus alrededores. Mientras que diez de ellos fueron interceptados por la defensa aérea, once alcanzaron sus objetivos. Según el gobernador Kozytskyi, cuatro subestaciones eléctricas quedaron “completamente destruidas”, lo que dejó durante buena parte del lunes sin luz a casi el 90% de la ciudad y otros 1.400 asentamientos del entorno.
Los tranvías no circulaban por el centro histórico y el tráfico fue perceptiblemente menor, mientras la mayor parte de la actividad comercial paró por la falta de electricidad.
En la lista de las compras urgentes que los habitantes solo podían pagar en metálico estaban el pan y las baterías. “La demanda no era tan alta sin embargo como lo fue al principio de la invasión y ahora estamos bien preparados”, señaló el responsable de una tienda de telefonía en el centro de la ciudad.
En algunos lugares aparecieron puntos de suministro de agua con varios grifos, incluida la céntrica Plaza Rynok. Solo algunos habitantes tenían agua gracias al empleo de generadores eléctricos diésel.
Visita de Grossi
En este contexto, Rusia negó ayer que se plantee emplear las armas nucleares durante su campaña militar en Ucrania, al tiempo que recibió al director de la agencia atómica de la ONU, Rafael Grossi, para hablar de la central de Zaporiyia, requisada por Moscú.
“Nuevamente hay que aclarar que Rusia no amenaza a nadie con el uso de armas nucleares”, dijo Serguéi Riabkov, viceministro de Exteriores ruso, en declaraciones a la agencia RIA Nóvosti.
Al mismo tiempo, Vladímir Putin recibía en San Petersburgo a Grossi. El presidente ruso, que decretó recientemente que la planta de Zaporiyia pase a propiedad del Estado ruso, se mostró dispuesto a abordar abiertamente la situación en torno a la mayor central nuclear de Europa.
En respuesta, el argentino subrayó “la suma importancia” del encuentro, ya que los asuntos a tratar “tienen relación directa con la seguridad física de la central de Zaporiyia”.
Tras reunirse la pasada semana con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el funcionario argentino subrayó que para el OIEA la planta “es una instalación ucraniana” que pertenece a Energoatom, la corporación atómica ucraniana.
Presos liberados
Por otro lado, el jefe de la oficina de la Presidencia ucraniana, Andriy Yermak, anunció ayer un nuevo intercambio de presos por el que 32 soldados ucranianos han sido liberados y se ha recuperado el cuerpo del ciudadano israelí Dimitro Fialka. “Entre los liberados hay oficiales, sargentos y soldados de las Fuerzas de Defensa de Ucrania. Han estado en lugares de feroces combates. Muchas de estas personas fueron consideradas desaparecidas”, explicó en su perfil oficial de Twitter. Las autoridades de Ucrania estiman que unas 2.500 personas se encuentran retenidas actualmente en Rusia. Yermak reconoció que las negociaciones para tratar de recuperar a todos estos presos son “difíciles”, habida cuenta de que avanzan con cuentagotas.
El acuerdo más relevante hasta la fecha se tradujo el 21 de septiembre en el canje de más de 200 presos de ambas partes, fruto de unas negociaciones en los que se implicaron también otros países.