El Ejército ruso sufrió ayer su segunda gran derrota en el este de Ucrania en menos de un mes tras retirarse del bastión prorruso de Limán, en la región de Donetsk, 24 horas después de anexionarse esa y otras tres regiones del este y sur del país vecino. “Debido al riesgo de ser cercados, las fuerzas aliadas han sido retiradas de la localidad de Limán hasta posiciones más ventajosas”, informó Ígor Konashénkov, portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia.
Esta derrota es difícil de digerir, ya que el presidente ruso, Vladímir Putin, prometió el viernes a los rusos tanto en el Kremlin como en la plaza Roja que garantizaría la seguridad de los nuevos territorios con “todas las fuerzas y medios”, en lo que llamó “misión libertadora”.
Además, este repliegue tiene lugar después de la retirada hace tres semanas de la vecina región de Járkov, humillación que obligó a Putin a decretar la movilización parcial, muy impopular entre los rusos. De hecho, según la prensa, los primeros batallones con reservistas ya se encuentran sobre el terreno, aunque su presencia apenas se ha notado.
Reconquista ucraniana
Los ucranianos tenían a Limán entre ceja y ceja desde que recuperaron la región de Járkov, ya que se trata de un importante nudo ferroviario.
Antes de firmar el viernes el tratado de anexión en el Kremlin, el líder de la autoproclamada república popular de Donetsk, Denís Pushilin, ya reconoció que había recibido “noticias alarmantes” de Limán, donde sus tropas estaban casi rodeadas.
Desde la noche del viernes los rusos intentaron “desbloquear” con intensos bombardeos la ciudad, a la que el estadounidense Instituto sobre el Estudio de la Guerra daba 72 horas. Sin embargo, como ocurrió con Járkov, el parte militar ruso se escudó ayer en que las unidades ucranianas tenían superioridad tanto de hombres como de equipos.
Defensa adujo también que la artillería rusa había causado numerosas bajas a las brigadas mecanizadas ucranianas 66 y 93, además de destruir tanques y otros vehículos militares. Y admitió que, “pese a las pérdidas sufridas, al disponer de superioridad en fuerzas y recursos, el enemigo introdujo refuerzos y continuó su ofensiva en esa dirección”.
Según Kiev, en Limán se encontraban unos 5.000 hombres, aunque ni Moscú ni los prorrusos han precisado ninguna cifra. El nudo de Limán conduce tanto a los irreductibles bastiones ucranianos en Donetsk, Kramatorsk y Lugansk como a la zona prorrusa en la vecina Lugansk.
El imparable avance ucraniano, sumado a que la línea de frente que deben proteger los rusos tiene más de 1.000 kilómetros de largo, ha puesto en serios aprietos las capacidades del Ejército ruso.
Aunque los prorrusos aseguran controlar la carretera que lleva a Kremina, ya en la región de Lugansk, Kiev también recuperó cinco localidades en las inmediaciones de Limán. Las derrotas en el campo de batalla dificultan aún más la labor del Kremlin ya que, tras revisar por segunda vez en su historia sus fronteras, no controla totalmente la geografía de las cuatro regiones anexionadas.
Fronteras poco claras
Al Kremlin se le acaban las respuestas. Horas antes de la firma de los tratados de anexión, el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, adelantó en rueda de prensa que el viernes se aclararía el tema de los límites exactos de la anexión. Incumplió su palabra. 24 horas después, los rusos seguían sin saber exactamente qué es lo que se ha anexionado Rusia, aparte de la noción vaga del este y el sur de Ucrania.
Los contornos de Donetsk y Lugansk no despiertan dudas sobre el papel, aunque el Ejército controla poco más de la mitad de la primera de esas repúblicas populares.
El problema reside en Jersón y Zaporiyia, que conforman lo que se conoce como corredor terrestre hacia Crimea. A día de hoy no se sabe si Putin se conformará con las partes de ambas regiones sureñas actualmente bajo control del Ejército ruso o querrá llegar hasta la frontera administrativa. Se espera que Putin lo aclare una vez el Tribunal Constitucional y ambas cámaras del Parlamento den el visto bueno a la incorporación de los nuevos territorios.
La Movilización, un problema
La movilización también ha encallado nada más arrancar. Putin ha tenido que aplazar un mes la llamada a filas de reclutas ante la saturación en las oficinas de reclutamiento, según reconoció ayer el Kremlin. Llamó a filas a 120.000 personas entre 18 y 27 años, que iniciarán el servicio obligatorio el 1 de noviembre en vez del 1 de octubre, como es tradición.
Putin, cuya aprobación ha caído varios puntos debido a su decreto de movilización, admitió esta semana errores por parte de los militares y ordenó que vuelvan inmediatamente a casa aquellos rusos citados por error.
Al mismo tiempo, promulgó un decreto que simplifica la concesión de la ciudadanía a los extranjeros que sirvan en el Ejército, aunque muchos países del espacio postsoviético han prohibido a sus ciudadanos combatir en Ucrania.
Algunas regiones rusas también se están planteando legalizar el envío al frente de presidiarios, que reducirían diez días su pena por cada jornada en las filas del Ejército.
En corto
Turquía
Denuncia la anexión. Turquía rechazó ayer la anexión de cuatro regiones de Ucrania, anunciada por Rusia, y respaldó la integridad territorial de Ucrania, informó el Ministerio de Exteriores turco en un comunicado. La nota señalaba que Turquía nunca ha reconocido la anexión de Crimea por parte de Rusia en un “referéndum ilegítimo” en 2014 y que “en todo momento” ha subrayado su apoyo por la integridad territorial de Ucrania.
China
También reticente. China no apoyó la anexión rusa de las regiones ucranianas controladas por el Ejército ruso en el sur y este de Ucrania. Sin embargo, se abstuvo en la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU en la que EEUU intentaba aprobar una resolución de condena de la anexión.