HAY dos nombres que se disputan el honor de ser quién inventó la cafetera: el Conde de Rumford y François Antoine Descroisilles. El primero fue un conocido físico británico que inventó y mejoró hornos industriales, máquinas y utensilios de cocina entre ellos: la cafetera por goteo a finales del siglo XVIII. Sin embargo, fue Descroisilles quien en 1802 diseñó una cafetera más perfeccionada: cafeolette. Esta fue la que se llevó todo el éxito y el reconocimiento, de ahí que sea considerado el verdadero padre de la cafetera. ¿Cómo era esa cafeolette? Unía dos recipientes metálicos que se comunicaban con una chapa llena de agujeros, como un colador. Al ponerlo a hervir, el vapor subía hacia el depósito de arriba pasando por el filtro y a través del café molido, extrayendo su esencia, color y sabor. ¿Les suena, verdad?
La asociación BilbaoCentro propone la ruta de los mejores cafés de Bilbao, una tierra donde se sirven grandes tazas
Pero miremos más atrás aún, a los orígenes que, como todas las grandezas, tiene múltiples padres. Al parecer la historia que más consenso alcanza es que su origen se sitúa en Etiopía, en concreto, en la provincia de Kaffa. Entre las muchas leyendas que relatan el descubrimiento del café, la más extendida es la que protagoniza Kaldi, un pastor que vio sorprendido cómo su rebaño de ovejas se volvía más enérgico tras haber mascado cerezas rojas de café. Tras comprobar por él mismo el efecto estimulante de este fruto, decidió llevar unos pocos a un monasterio para que sus monjes lo probaran, pero su sabor amargo hizo que tiraran a las brasas los restos de los granos para quemarlos. Y ¡voilà! se produjo la magia: el rico aroma de los granos de café tostados sí les gustó y les dio la idea de preparar una infusión con ellos. Su vida cobró nervio.
Han pasado siglos y siglos desde entonces y las tazas de café se han expandido por todo el mundo. Hoy se veneran como los granos de los dioses la variedad de café Civet, también llamada Kopi Luwak (café de civeta traducido del indonesio), el ya citado café de Kaffa, plantado en altitud en Etiopía o el café Jamaica Blue Mountain (JBM) una variedad sembrada en suelo volcánico bajo temperaturas suaves. De él hablaba ayer mismo maravillas el presidente de BilbaoCentro, Adolfo Lorente, durante la ceremonia en la que la asociación trazó la ruta 2022 de los mejores cafés de Bilbao y agasajó a tres tazas históricas: las de Monterrey, el local de la Gran Vía que hoy gobierna Jon Lasa y en que fue fundado en 1952 por Dionisio Lasa con ese nombre de aires aztecas que homenajeaba a la tierra mexicana en la que uno de sus once hermanos abrió la primera Casa Vasca; las del Scala, un templo de la calle Ercilla donde se sirve, a gusto del consumidor, cafés negros como el infierno o suaves y cremosos como las nubes. El concejal Xabier Ochandiano echaba de menos los batidos de vainilla de su infancia en ese mismo local, donde José Santamaría es rey y señor. Ignacio Cano llegó del café Iruña que nació de los sueños del navarro Severo Unzue y que se ha convertido en un local ADN de Bilbao con sus azulejos, la decoración mudejar y un café sabroso.
En la ceremonia se agasajó, además, a históricos cafés como los del Iruña, el Monterrey y el Scala, cada cual con su historia
Describamos la ruta. En el mapa van quedando huellas. Digamos que del New Monaco vino Koke Quintana; del Sandwich Coffe Cristoforo Dottisti e Izaskun Linares; del bar Label Joana García y Jorge Ivanov; del Colmado Ibérico Begoña Murias; del bar Bahía Patxi Rementeria; del café Roma, José Luis Rezola Atienza; de Punto de Encuentro, Oskar Martín; del Aritz, Yahya Najib; del Zalea no pudo llegar nadie; del Jateko, José María Monjón y del bar Alameda, Gabriel Mañeru. A la cita no faltaron, además de los citados, el gerente Jorge Aio, Olga Zulueta, la concejala Itxaso Erroteta, José Mari Amantes; José Sierra, Javier González y Álex Rodríguez, de Café Baqué; Arantza Garrido y Paula Zuluaga, de Café La Fortaleza, Edu Etxebarrieta, Txema Maura, Belén Zurbano, Jon Zuazola, María Loizaga, Jon Aldeiturriaga y un buen puñado de seres cafeinómanos.