Situada en el corazón de Euskadi, la costa guipuzcoana es una joya escondida que despliega un abanico de paisajes espectaculares y una rica herencia cultural y gastronómica. Extendiéndose a lo largo de unos 86 kilómetros desde la frontera con Francia hasta el límite con la provincia de Bizkaia, esta franja costera se encuentra marcada por la belleza natural y el patrimonio histórico que caracterizan a esta región atlántica tan preciada y valiosa. Una tierra en la que destacan sus escarpados acantilados, playas doradas, encantadores pueblos pesqueros y verdes colinas que descienden hacia el mar Cantábrico.
Casas de colores
El punto de partida perfecto para iniciar nuestra ruta por la costa guipuzcoana es Hondarribia. Este encantador pueblo, situado en la frontera con Francia, se encuentra impregnado de historia y belleza. Una vez allí, nos topamos con su casco antiguo amurallado, donde las calles empedradas serpentean entre coloridas casas de arquitectura vasca, adornadas con balcones de madera llenos de flores. El Castillo de Carlos V domina la escena, ahora convertido en un parador, desde el que se puede disfrutar de las vistas panorámicas del mar. Aparte, pasear por el puerto es uno de los mayores placeres de la villa, ya que sus restaurantes ofrecen lo mejor de la gastronomía local con sus exquisitos pintxos y su valioso marisco fresco.
Pasai Donibane
Nuestro siguiente destino no podía ser otro que Pasaia, un pueblo marinero dividido en cuatro distritos: Pasai San Pedro, Pasai Donibane, Pasai Antxo y Trintxerpe. En concreto, el barrio de Pasai Donibane es especialmente encantador, con sus casas antiguas que parecen asomarse al agua, conectadas por estrechas calles y pasadizos. Se trata de un lugar en el que la tradición marinera se respira en cada rincón, pues la posibilidad de cruzar la ría en una de las pequeñas embarcaciones locales es una experiencia única que permite apreciar la serenidad y el encanto de este puerto natural. Aunque tampoco podemos olvidarnos de la Casa Museo de Víctor Hugo, donde el célebre escritor francés se alojó e inspiró para sus obras.
Su besugo, un plato estrella
Nos movemos hasta Orio, una ciudad conocida por su estrecha relación con el mar y la pesca. Su casco viejo, repleto de casas de piedra y calles empinadas, ofrece un ambiente acogedor y completamente auténtico. En Orio el aroma del mar se mezcla con el de los tradicionales asadores de pescado, donde el besugo a la parrilla se convierte en el plato estrella de la localidad. En el puerto, los barcos pesqueros y las txalupas tradicionales nos recuerdan la importancia que supone la pesca para los oriotarras. Algo que nos confirma un paseo por su playa de la Antilla, donde su arena dorada y fina nos brinda la oportunidad de relajarnos y disfrutar de las vistas al mar Cantábrico.
Un testigo de la Belle Époque
Donostia es, sin duda, una de las joyas de la corona de la costa guipuzcoana. Famosa por su playa de La Concha, una de las playas urbanas más hermosas del mundo, la ciudad combina su elegante arquitectura de la Belle Époque con una vibrante escena cultural y culinaria. Se trata de un enclave único en el que caminar por su paseo marítimo permite disfrutar de sus jardines y admirar el Palacio de Miramar. Su casco antiguo se encuentra repleto de bares de pintxos, lo que lo convierte en un paraíso para los amantes de la gastronomía. Al igual que para los amantes de la naturaleza, pues al subir al Monte Igueldo o al Monte Urgull podemos disfrutar de las vistas espectaculares que nos ofrecen tanto de la ciudad como de la bahía. Además, Donostia también es famosa por su rica agenda cultural, de la que destaca por encima de las demás la celebración del reconocido festival de cine internacional Donostia Zinemaldia.
Txakoli y pescado a la brasa
Caminamos hacia un pueblo famoso por ser la cuna de Juan Sebastián Elcano, el primer navegante en circunnavegar el mundo. Getaria es un encantador pueblo pesquero en el que, al igual que en muchos otros, la tradición marinera está presente en cada rincón. Con un casco antiguo formado por callejuelas empedradas en el que se encuentra la iglesia de San Salvador, apreciamos la atmósfera medieval que ofrecen sus entrañas. Lleno de barcos pesqueros y restaurantes que sirven txakoli y pescado a la brasa, su puerto es el corazón palpitante de su pueblo. Aquí cabe destacar el Museo Cristóbal Balenciaga, dedicado al famoso diseñador de moda, que añade un toque de elegancia y peculiaridad a esta curiosa villa.
La playa más larga de Euskadi
Damos unos pasitos hacia la localización reconocida por su extensa y hermosa playa, siendo esta la más larga de Euskadi, que atrae a surfistas de todo el mundo. El paseo marítimo de Zarautz es, sin ninguna duda, un lugar ideal para caminar o andar en bicicleta acompañados de las vistas panorámicas del océano y su horizonte. Sus plazas animadas, sus tiendas, sus bares y sus restaurantes nos invitan a disfrutar de la cocina vasca en un casco antiguo que atrapa. La Torre Luzea y el Palacio de Narros son testimonios de la rica historia de Zarautz, al igual que su playa, que cada verano se llena de vida y color con los festivales y eventos que celebran su cultura local.
Piscinas naturales
El broche de oro de nuestra ruta lo pone un pueblo de fuerte carácter marinero que conserva un casco histórico declarado Conjunto Monumental. Pues las estrechas vías de Mutriku, flanqueadas por casas señoriales, nos transportan a otra época. El puerto se encuentra protegido por un imponente rompeolas y es el alma del pueblo, pues en él los pescadores realizan su captura diaria y continúan con la tradición que se ha heredado de generación en generación a lo largo de tantos años.
Además, las piscinas naturales de agua de mar, ubicadas en su playa, ofrecen una experiencia única de baño. Aparte, Mutriku también es conocido por su geología, con impresionantes formaciones rocosas y acantilados que revelan millones de años de historia, lo que nos recuerda a los míticos Flysch de Zumaia y Deba, que no se quedan atrás en cuanto a ser un escenario impresionante que atrae a visitantes de todo el mundo.
Finalizamos este viaje por las entrañas de una región que recordaremos con cariño, y cuyos parajes emblemáticos, propios de cualquier película de fantasía, permanecerán guardados en nuestro corazón, aún cuando pensemos que no podrían ser más significativos e importantes para nuestra rica historia y herencia cultural.