Hay tradiciones que se mantienen a lo largo de los años. Aguantan el paso del tiempo y van pasando de generación en generación, pero, que se mantengan no quiere decir que se conozcan a la perfección. Por lo visto y comprobado en el pequeño mercado que se organiza por San Blas en pleno Casco Viejo de Bilbao, quien más quien menos se hace un lío con la tradición del cordón de San Blas. El matrimonio formado por Gloria y Alfonso es de los que cumple con la tradición año tras año. Sin embargo, Alfonso explica que "te los pones y luego al de siete días lo tienes que quemar". ¿Seguro? "¡No!", le interrumpe Gloria, que le corrige y contesta que son "nueve días". Primera pregunta y primer lío.
Claro, cristalino más bien, lo tiene Emilia. "Llevo viniendo muchísimos años y siempre compro cordones para toda la familia", ha comentado. Sin dudarlo, explica que la tradición es "colgárselo al cuello, y después de nueve días hay que quemarlo para que te proteja la garganta durante el año". En su caso, como en el de la mayoría de quienes se han acercado hasta la feria, ha comprado el pack completo; cordones, rosquillas y caramelos de malvavisco.
Volviendo al matrimonio anterior, en el caso de Alfonso cuenta que "a mi los cordones me los llevaba siempre una compañera del hospital, me los traía de Amorebieta". Pero a la hora de quemarlo: "Alguna vez lo he dejado hasta que se caía por sí mismo", comenta. Con dudas o sin ellas, se han llevado unos cuantos cordones bendecidos, no vaya a ser que el frío vuelva a apretar y se enfríen las gargantas.
Un grupo de jóvenes, al lado de otro puesto parecen charlar sobre si comprar o no algún cordón de San Blas. Finalmente dan el paso y los compran. "Rosquillas no porque están muy caras pero los cordones eran baratos", comentan. De la tradición tienen más dudas que certezas: "¿Luego hay que quemarlo no?", pregunta una de ellas. "Sí, pero hay que hacerlo después de no sé cuantos días, le responde una amiga". Tampoco se ponen de acuerdo en si funciona o no. "En casa siempre nos los hemos puesto pero no creo que funcionen, la verdad", a lo que otro joven del grupo añade: "Yo funcione o no me lo voy a poner, que para eso nos lo hemos comprado".
En el otro extremo, el bilbaino Jesús, con un carro de cordones, asegura que "siempre, durante muchos años, compro cordones para todos los de casa, y deben funcionar porque seguimos manteniendo la tradición", ha explicado. Como en otros casos, además de cordones, "compro de todo, es un día y creo que es bonito mantener este tipo de tradiciones".