Salomé Hernándo: "No han subido las solicitudes, pero lo que autorizamos se está vendiendo, y bien"

Puede parecer simple. En Navarra hay muchos árboles, se talan y con ellos se consigue madera, leña y otros materiales para hacer derivados como el papel. Pero no es tan sencillo. Detrás de la extracción hay mucha planificación para que siga siendo una fuente de energía sostenible.

“Partimos de una planificación forestal que determina lo que en un decenio (diez años) hay que ir cortando año a año, y sobre esa planificación se va al campo con personal técnico y guarderío forestal y se corrobora lo que hay allí y las características de la madera, así como la cantidad y las condiciones. Todo ello se plasma en un pliego de condiciones”, inicia la explicación Hernando.

“Una vez se recibe la autorización la entidad local hace la venta, que suele ser por subasta, y una vez adjudicada emitimos la licencia de corta. Lo tienen que hacer en las condiciones y restricciones que se les indica porque hay regatas, aves rapaces… Después guarderío de medio ambiente hace un seguimiento y al final se hace un acto de reconocimiento final para ver si se han generado daños en pistas. Así se asegura que hay una gestión sostenible y que el recurso no se agota”, termina de desarrollar las fases.

Todo este plan, por el cual se obtienen hasta 400.000 m3 de madera al año de los que una parte es leña, se elabora a muy largo plazo. La planificación forestal estudia el monte, con las características de cada zona, incluyendo edades de los árboles. “A veces dices aquí no voy a actuar hasta dentro de 30 años. En otros sitios haces podas, y en otros toca que el monte se regenere. Se hacen distinto tipo de intervenciones dependiendo de la edad. Con esta planificación sabes cómo está ese monte y luego, con personal de campo, se concreta más específicamente, aunque ya te haces una idea de los productos que vas a sacar y la calidad. Y después, se revisan cada diez años”, desembrolla.

SE APROVECHARÁ BOSQUE QUEMADO

Navarra sufrió en el pasado mes de julio los incendios más voraces de su historia, que calcinaron hasta 15.000 hectáreas sobre las que ahora hay que tomar decisiones. Una de ellas ha sido autorizar la saca de madera quemada. “Hay riesgos asociados a los incendios, como plagas, que hacen que esa madera haya que retirarla. Siempre está la opinión de que se va a acelerar la erosión, pero se hace con las precauciones para que no suceda. Dentro de lo que es una desgracia, hay que intentar que las pérdidas económicas se puedan mitigar”, argumenta Hernando.

Esos árboles que, por ejemplo, solo han sido afectados en sus copas, este invierno calentarán diversas instalaciones, algunas de ellas públicas. “Hay muchos ejemplos de buenas prácticas en entidades locales, que se autoabastecen para calentar sus instalaciones”, confirma Hernando, que subraya que la leña “es una fuente sostenible y de economía circular”, aunque aclara: “No es para que lo haga cualquiera, pero no dependes de fuentes externas, que nos hacen ser muy vulnerables”.