Carles Puigdemont lo ha vuelto a hacer. En su (pen)último giro de guion en un día muy señalado y cuando todo apuntaba a su arresto ha desaparecido entre la multitud y ante decenas de cámaras de televisión y vuelve a situar la política en un espectáculo más propia de una película de ficción que de un documental realista. El líder de Junts cumplió su palabra y regresó a Catalunya, dio un discurso de cinco minutos, se dio un baño de masas y se esfumó, al más puro estilo de Houdini, el mago del escapismo, como ya lo hizo el 30 de octubre de 2017 en el que tras decir a sus consellers que se verían al día siguiente, huyó en coche por la frontera francesa para instalarse en Waterloo (Bélgica).
Según Interior de la Generalitat, el expresident de Catalunya tenía pactado con los Mossos d’Esquadra su entrega después del discurso en el Arco de Triunfo, a pocos metros de la sede del Parlament catalán donde una hora después iba a empezar el pleno de investidura de Salvador Illa como president de la Generalitat. Finalmente, la entrega no se produjo y Puigdemont despistó a todos aprovechando la multitud congregada para subirse a un coche y marcharse sin que el dispositivo policial de más de 300 policías supiera su paradero. Empezó entonces la denominada operación Jaula para buscar por toda la ciudad de Barcelona al líder de Junts.
Mientras Puigdemont y la policía jugaban al gato y el ratón, en el Parlament se celebraba el pleno de investidura de Illa, al que pretendía haber accedido el líder de Junts. Un pleno que corrió el riesgo de ser suspendido, tal y como se preveía si se producía la detención, pero que finalmente siguió adelante sin noticias del líder de Junts. Como era preceptivo, el candidato socialista fue el primero en subir al estrado para explicar sus intenciones como president y someterse a una investidura con mayoría gracias a ERC y Comuns. La votación final reflejó los 68 síes que suman los tres partidos en el Parlament, justo los que dan la mayoría absoluta en un hemiciclo de 135 escaños, en el que también están representados Junts, PP, Vox, CUP y.Aliança Catalana.
servicios públicos Illa ya es president de la Generalitat pero se enfrenta a una legislatura muy complicada porque ni Esquerra ni Junts van a formar parte de su gobierno y, por tanto, le espera una legislatura en minoría en la que tendrá que forjar consensos para sacar adelante sus planes. En un discurso íntegramente en catalán que duró unos 40 minutos, Illa llamó a combatir los “discursos del miedo” mediante la conformación de “coaliciones amplias de progreso, que apliquen políticas realistas, solventes, con mirada larga, para hacer frente a los riesgos y problemas que nos afectan”. Prometió, además, transformar Catalunya en diferentes ámbitos, pero puso énfasis en los servicios públicos y en la economía.
En este sentido, hizo hincapié en la necesidad de recuperar la excelencia en políticas públicas como la educación, la vivienda, la sanidad o la seguridad e impulsar la prosperidad. “Debemos volver Catalunya a la vanguardia europea en la prestación de servicios públicos”, remarcó Illa.
Asimismo, subrayó su voluntad de unir a los catalanes y gobernar para todos. “Catalunya somos todos. Las instituciones son de todos. Mi gobierno será un gobierno para todos los catalanes”, señaló. El líder del PSC defendió Catalunya como “una nación abierta, plural y diversa, que se implica en la construcción de una España plurinacional y una Europa federal”.
También reclamó la aplicación “ágil, rápida y sin subterfugios” de la ley de amnistía y aseguró que será “radical en la defensa de los intereses de Catalunya” y que los pactos de investidura con ERC y los Comuns “pasan a formar parte íntegramente” de su programa de gobierno.
Financiación singular
Tras agradecer a sus socios de investidura su apoyo a su candidatura, Illa reiteró su compromiso para cumplir los acuerdos pactados, entre ellos el de la “financiación singular” (ERC lo denomina concierto económico catalán). “Son dos acuerdos de investidura, no de legislatura, y por eso soy consciente de que necesitaré seguir buscando acuerdos”, apostilló.
Tirando de este hilo, el presidente del grupo parlamentario de Esquerra, Josep Maria Jové, avisó al candidato socialista de que su voto en la investidura será “un sí en guardia” y le recordó que “sabe que no tiene garantizada la legislatura”. En el turno de réplicas, Jové señaló que a los republicanos, que pasarán a la oposición, no les “temblará el pulso” si Illa no aplica lo acordado para sacar adelante su investidura. Aquí y donde haga falta, seremos garantía de su cumplimiento”, indicó, deslizando que ERC también puede ser determinante en el Congreso de los Diputados.
Jové recordó a Illa que no cuenta con una mayoría parlamentaria para “pasar página” del procés ni para llevar a cabo su programa electoral, sino solamente “para desplegar y cumplir con el acuerdo firmado con ERC”, que supone “un salto haca adelante” en términos de soberanía, en especial en materia de financiación.
Sobre esta cuestión, la portavoz parlamentaria de Comuns, Jéssica Albiach, reclamó un sistema fiscal “más justo y progresivo en el que pague más quién más gana y más gasta”. En este sentido, añadió que el catalanismo “se convierte en sentimiento cuando da oportunidades a los catalanes, y para ello hace falta un nuevo sistema de financiación que ha de servir para seguir progresando”.
Estado confederal
Por su parte, la CUP, el otro partido independentista, cuestionó, el apoyo de ERC al PSC, en palabras de su portavoz parlamentaria, Laia Estrada, y lo calificó de aberración. En este sentido, añadió que el socialismo que representa Illa “está relacionado con casos de corrupcción, es el PSC más españolista”.