Hay tradiciones que son más persistentes que una pandemia que nos ha arrebatado parte de nuestra vida social. San Blas es un ejemplo. La gente haciendo cola para comprar uno de los cordones que le proteja de los dolores de garganta y la entrada de la Iglesia de San Nicolás de Bilbao con una peregrinación constante de vizcainos es una prueba de ello.
Las tradiciones hacen un pueblo y está es sin duda una de ellas. Hoy los cordones viajarán a Madrid, Bruselas, París o Barcelona y un trocito de nuestra cultura recordará que somos un pueblo fuerte más en estos tiempos de pandemia.
A 30 céntimos y de todos los colores. Quien lo lleva está protegido.
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(En elaboración)