La tradición manda en Durango y como cada 13 de octubre, la villa se tiñó de blanquiazul para celebrar el día de San Fausto. Con algo más de retraso de la hora tradicional, 7.30 horas, la primera vaquilla daba la bienvenida a los madrugadores y a los que habían disfrutado con la gaupasa inaugural.
La sokamuturra no sería lo mismo sin los dulzaineros. Desde las 7.00 horas ya animaban las calle con el tradicional paseillo hasta el arco de Santa Ana donde amenizaron cada una de las sueltas. Madrugaron para hacer sonar sus dulzainas. “Desde el año 86 participo en las Zezenak Dira. Somos una veintena y solemos turnarnos para venir a Durango”, explicó Jon Gaminde, de Bizkaiko Gaiteroak, que acudió con sus compañeros Aitor Otxandio y Asier Buruaga.
Las quejas e incluso algún abucheo llegaron a última hora cuando se ponía punto y las primeras vaquillas. Y es que solamente hubo tiempo para cuatro toros, en vez de los cinco habituales. “El seguro termina a las 9.30 horas y tenemos que acabar a esa hora. Hemos empezado más tarde y no se ha podido sacar al último novillo”, explicaron desde la organización.
Tras un inicio de jornada apasionante, uno de los actos más multitudinarios fue el reparto de artopilles a las 12.30 horas en los bajos del ayuntamiento. Un año más, minutos antes de endulzar los paladares de los presentes, Jon Sarobe, dantzari durangarra, se subía al escenario en la plaza del Ayuntamiento y bailaba el aurresku ante las autoridades y el numeroso público que abarrotaba el lugar. A continuación, los miembros de la corporación municipal actual con la inestimable colaboración de las flamantes txupineras Marisa Barrena y Amparo Ereñaga, repartieron los dulces artopilles regados con mosto o txakoli a las miles de personas que acudieron. La temperaturas primaverales que se dieron durante toda la jornada se tradujeron en un ambiente sensacional por las calles de Durango, una villa que no descansará hasta el domingo 23.