La tiranía del calendario genera situaciones de auténtico estrés. El Athletic puede dar fe de ello. A las once de la noche del lunes cerró su partido de liga y apenas tuvo unos escasos instantes para disfrutar de la victoria sobre el Espanyol que acentúa sus posibilidades de conseguir una plaza europea. El martes la plantilla regresó al trabajo, pero ya para poner el foco en el gran encuentro de este jueves ante el Valencia en la ida de las semifinales de Copa, donde confía en sacar un buen resultado en San Mamés de cara al duelo de Mestalla tres semanas después y donde confía en consumar el objetivo de agarrar el billete a la final por tercera temporada consecutiva, lo que se entendería como otra hazaña histórica de la entidad bilbaina.
La última flexibilidad en las restricciones a causa de la pandemia del covid-19 permite ampliar el aforo de La Catedral al 85%, por lo que el ambientazo superará incluso al que se se vivió en las eliminatorias frente al Barça y el Real Madrid, lo que son palabras mayores. Marcelino así lo ha podido disfrutar en propia persona y no ha ocultado la emoción que le ha supuesto ser partícipe de esas noches mágicas. Por ello, se muestra a pecho descubierto y lo ha reiterado por activa y por pasiva.
Su deseo minutos después de que el Athletic apeara al Madrid de los cuartos de final no era otro que el partido de vuelta de su emparejamiento de semifinales se jugara en Bilbao. Le daba igual el rival. Su petición no se cumplió y, para más inri, la suerte ha querido que le enfrentara a su Valencia, al que hizo campeón de Copa en 2019. Esta competición es así de caprichosa y única.
El pasado reciente incluso quita parte de la razón a Marcelino, quien paradójicamente ha sido protagonista directo de esta realidad. Así las cosas, el Athletic ha superado con éxito las ocho semifinales que ha experimentado en este siglo XXI en las tres competiciones del K.O. posibles en la que ha participado, Copa, Supercopa y Europa League, lo que le pone en la parrilla de salida como máximo favorito ante el conjunto che si se toma como referencia esta estadística.
Si se quiere hilar más fino, el Athletic se ha clasificado para las finales de Copa de 2015, 2020 y 2021, las tres últimas que ha disputado, después de imponerse en las respectivas semifinales tras jugar el partido de ida en San Mamés, como va a ocurrir en esta ocasión. Y si se quiere subrayar ese hipotético favoritismo, Marcelino conoce que en el emparejamiento anterior que enfrentó al Athletic y al Valencia, datado en los octavos de final de la Europa League 2015-06, el conjunto entonces dirigido por Ernesto Valverde se clasificó en el capítulo definitivo en Mestalla a los cuartos de final, donde cayó a posteriori ante el Sevilla en la tanda de penaltis.
Por rizar el rizo, el propio técnico fue víctima de esta máxima, ya que, como jefe del Villarreal, cayó en los octavos de Copa de aquel mismo curso, tras perder en San Mamés por 3-2 y volver a hacerlo en la vuelta en feudo amarillo por 0-1. Curiosamente, en la primera ocasión en que Marcelino se la jugó con el Athletic en esta competición se remonta al ejercicio 2007-08, cuando su Racing ganó en El Sardinero por 2-0 y en el viejo San Mamés cerró la eliminatoria con el 3-3 en el viejo San Mamés.
El efecto San Mamés, visto lo visto frente al Barça y al Madrid, incluso el lunes ante el Espanyol en liga, ofrece su plusvalía, se juegue el partido de ida o el de vuelta. En la campaña 2014-15, el Athletic comenzó su semifinal con el Espanyol en Bilbao con un decepcionante empate (1-1) y frente a un rival que presumió de un buen momento, pero en Cornellà, en plena fiesta perica, los leones dieron la vuelta a la tortilla con los tantos de Aduriz y Etxeita en el primer periodo.
Hace dos temporadas, con Gaizka Garitano en el banquillo, el conjunto rojiblanco solventó el primer capítulo ante el Granada gracias al solitario tanto de Muniain y ya en Los Cármenes le tocó sufrir tras un mal partido que arregló Berchiche tras el 2-0 provisional a favor del equipo nazarí.
En la pasada edición, el Athletic, con las gradas vacías por culpa de la pandemia, se tuvo que conformar con las tablas (1-1), aunque en Orriols sacó galones para meterse en la final gracias a la diana de Berenguer, decisivo ante el Madrid, en la prórroga.