No tenía una tarea fácil. Después de que la víspera Marimar Blanco le emplazara “a romper aquí con Bildu”, ni la hermana de Miguel Ángel se ensañó en su discurso ni el presidente español se vio obligado a aludir siquiera a la coalición soberanista. Su mensaje se centró en las víctimas y en emular una iniciativa ya puesta en marcha hace un tiempo en Euskadi, la de llevar sus testimonios a las aulas. “Ni todos los actos de reconocimiento, ni la entrega de condecoraciones ni las medidas de carácter asistencial de apoyo, ni los homenajes serán nunca suficientes para compensar la ausencia de tu hermano”, arrancó dirigiéndose a la hermana del edil. “Ni la de todos aquellos hombres y mujeres que, como él, salieron un día a trabajar, a defender sus ideas políticas en un Ayuntamiento, a escribir en un periódico, a dar clase en la universidad o simplemente a pasear y nunca más regresaron dejando en sus familias un hueco insustituible”, ilustró el socialista, que instó a “seguir empeñados en el afecto hacía las víctimas”.
“Todos recordamos dónde estábamos el 13 de julio de 1997 cuando llegó la peor de las noticias”, evocó, y nació “un frente común espontáneo contra la violencia, la injusticia y la barbarie”, el de una ciudadanía, “la vasca y española, que cansada de sentir miedo y más unida que nunca se enfrentó al terrorismo”. Y así, “nunca más tendríamos miedo y nunca más nos quedaríamos en silencio por culpa de aquellos que recurrieron a la violencia contra todo el que pensara diferente”, manifestó el presidente del Ejecutivo español.
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Sánchez indicó cómo el pasado octubre se producía el décimo aniversario del fin del terrorismo en el Estado, diez años en los que se ha tenido que “reconstruir todo aquello que, con violencias, con amenazas, con extorsiones y con intimidación, habían intentado destruir”. Y enumeró: “ETA no consiguió ninguno de sus objetivos, dejó tras de sí víctimas mortales (854), 86 víctimas de secuestros y más de 7.000 heridos, sin contar las familias de todos ellos. Diez años en los que aquellas esperanzas de paz que exigíamos en 1997 se han convertido por fin en una realidad”, se felicitó.
Pero cree que hay que seguir “contando esta historia y mantenerla viva”. Por ello, de cara a las nuevas generaciones, ve importante iniciativas como las que se están desplegando por parte de los ministerios de Interior y de Educación y Formación Profesional que, bajo el título Memoria y Prevención del terrorismo, llevarán testimonios directos de las víctimas a las aulas de la educación secundaria y el bachillerato en todo el Estado.