El Gobierno español ha reunido ya una mayoría absoluta de 176 escaños para aprobar este jueves la reforma laboral, y lo ha hecho con los síes del PDeCAT y UPN. Es una mayoría raspada, pero le bastaba con reunir más votos a favor que noes, y con este bagaje tiene ahora tres escaños de margen frente a los 173 rechazos. Aunque esta mayoría da más oxígeno a Sánchez, sigue sin ser un gran colchón que le evite una sorpresa de última hora, y políticamente fractura el bloque de la investidura.
Pedro Sánchez tiene ya encarrilada la convalidación del decreto, si bien durante toda la jornada sondeó las opciones de granjearse los votos de ERC y PNV. Tras estas novedades, los jeltzales todavía ven opciones de acuerdo siempre y cuando se atienda su única condición, la prevalencia de los convenios vascos sobre los estatales, y auguraban que este jueves será "un día largo" hasta la votación en el Congreso de los Diputados.
Sánchez se ha abrazado a la vía Ciudadanos y a la suma de varios partidos minoritarios sin contar con los socios de investidura, pero Pedro Sánchez exploró también el margen que tiene para recabar "todos los votos posibles" en la convalidación del decreto. Hasta ahora, era la vicepresidenta segunda y líder de Unidas Podemos, Yolanda Díaz, quien mostraba un mayor interés en pactar con PNV y ERC para evitar la fotografía con la derecha de C's o al menos maquillarla.
VOTOS DE UPN Y PDECAT
El PDeCAT no ve una mayoría parlamentaria clara para aprobar las enmiendas que quería incorporar, de manera que ve preferible no tramitar el decreto como proyecto de ley.
Con su movimiento, la antigua Convergència, separada de Junts, marca perfil en el espectro nacionalista catalán, posicionado mayoritariamente en contra. Se reivindicó como el único grupo que votó a favor de la reforma de Rajoy y lo hará con la de Sánchez.
Para superar los 173 noes, a Sánchez le bastaba con la abstención de UPN, que finalmente dio su voto a favor desmarcándose del PP de Casado y con la ausencia de cesiones al nacionalismo vasco y catalán como condición. Esparza apeló al "sentido de Estado" pese a su habitual ofensiva contra Sánchez, apostó por no arriesgar la llegada de los fondos europeos al igual que el PDeCAT, y confió en abrir una nueva etapa de diálogo.
Un acuerdo del PNV con Sánchez evitaría que Moncloa sucumba a la geometría variable y se olvide de sus socios. Existe el riesgo de que Sánchez interprete que tiene una nueva mayoría a su disposición, con las apelaciones de UPN y C's al diálogo, aunque los naranjas son un partido en descomposición. Estos partidos excluyen a los nacionalistas vascos y catalanes, y podría ser que Moncloa no mueva fecha hasta el final con el PNV si no se suma también ERC y compensa el hipotético descuelgue de la derecha.
COMUNICACIÓN ABIERTA CON EL PNV
Los jeltzales se mantienen firmes y votarán en contra si no se blinda la prevalencia de los convenios vascos, pero escucharán cualquier fórmula que tenga "rango de ley y sea inmediata en el tiempo", y el Ejecutivo español tiene sobre la mesa su propuesta. Sin embargo, la situación es muy complicada. El PSOE pone límites porque no quiere alterar lo pactado con la patronal CEOE y los sindicatos CCOO y UGT, y estos días ha quedado patente el intento del Gobierno español de despachar este diálogo con la transferencia del Ingreso Mínimo Vital, o bien con una reforma del Estatuto de los Trabajadores.
TENSIÓN CON ERC
LOS CONTACTOS DE ÚLTIMA HORA
"Si el Gobierno nos da garantías, analizaremos la situación", Moncloa tiene 176 síes 173 noes
Sánchez, por su parte, mantiene la baza de la presión y, con los resultados electorales de Portugal en mente, avisa de que quien no aporte estabilidad saldrá "perjudicado".