La caída de la reforma de la ley mordaza ha dejado un clima entre la perplejidad y el disgusto porque ha reducido a papel mojado medidas como la rebaja de las multas en función de la capacidad económica de cada persona, y unos acuerdos que reforman 36 de los 54 puntos de la ley que aprobó el PP de Mariano Rajoy. La decepción por el fin abrupto de las negociaciones tras el rechazo de EH Bildu y ERC a una reforma que veían insuficiente se ha dejado sentir entre los colectivos sociales (Amnistía Internacional y Greenpeace, entre otros). En este escenario, PNV y Sánchez, defensores de la reforma impulsada por los jeltzales, están exhibiendo en las últimas horas una sintonía total que contrasta con la agitación en otros socios de investidura. Ayer miércoles cerraron filas con un discurso coincidente y que atribuye al “electoralismo” de Bildu y ERC la caída de la reforma.
En el debate del martes, sorprendió que Bildu y ERC decidieran tumbar la reforma en la comisión de Interior, sin darle la oportunidad de pasar a pleno y poder negociar un par de semanas más. Solo un día después de ese veto, ayer miércoles trascendió que ERC quiere forzar otro intento de repescar la reforma con Bildu y Unidas Podemos, con una nueva iniciativa que quiere que se registre entre los tres, y que recogería los acuerdos ya alcanzados. Es decir, reiniciarían el proceso llevando ellos la iniciativa, pero en base a unos acuerdos que dejaron caer 24 horas antes. Eso les permitirá llevar la batuta, y quizás también quitarse la espina de las críticas que ha provocado su decisión o, incluso, tratar de exprimir las contradicciones en Podemos.
En puertas de las elecciones que tendrán lugar el 28 de mayo en los municipios y en varias comunidades autónomas, el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, solo pudo explicarse la caída de la reforma como parte de los juegos “preelectorales” y lo consideró un error en una entrevista en TVE. PNV, PSOE y Unidas Podemos llevaron nuevas propuestas el martes pero decayeron igualmente, y en las últimas horas Podemos se ha partido por la mitad. Sánchez, en una rueda de prensa junto al primer ministro de Portugal, no cargó tintas con Podemos, sino que acusó a Bildu y ERC de hacer un cálculo electoral. Y, además, cree que han “errado en el cálculo”. Sánchez destacó que el acuerdo “ponía fin a todos aquellos artículos que se identificaron con ese término coloquial de ley mordaza”. “Hay algo peor que hacer cálculos: es errar en el cálculo”, lanzó.
Esteban dijo que la caída de la reforma ha sido “un absoluto error” y “la responsabilidad la tienen Bildu y ERC”. Argumentó que estos dos grupos podrían haber puesto sobre la mesa enmiendas que ofrecieran salidas en los puntos que para ellos eran líneas rojas, pero “no han presentado nada”. Durante el debate del martes, ambos partidos insistieron en prohibir el uso de pelotas de goma como material antidisturbios y prohibir las devoluciones de migrantes en las fronteras de Ceuta y Melilla, es decir, no admitían una negociación sobre vías intermedias ni una reforma. Jon Iñarritu anunció ese día cuatro enmiendas con ERC para “eliminar” esas cuestiones.
Eran puntos que para el PNV o para el negociador de Unidas Podemos, el líder del PCE, Enrique Santiago, no justificaban la caída de toda una reforma, de 36 acuerdos. Santiago, jurista al igual que el jeltzale Mikel Legarda, había matizado, además, que las pelotas de goma no aparecen en la ley mordaza y que deberían ser objeto de debate en un protocolo o en leyes autonómicas. En este contexto, Esteban concluyó que “se está jugando al preelectoralismo”, al “todo o nada”, y “cada uno está pensando en otras cosas que no dice públicamente”. Se quejó de que Unidas Podemos es un “pequeño avispero” y “algunos tienen el chip electoral”, mientras Santiago “ha hecho un esfuerzo muy loable”.