El primer cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se prolongó durante cerca de tres horas, se dividió en cinco asaltos y fue de lo más general, el contexto de crisis en el que se enmarcó, hasta lo concreto, el cuerpo a cuerpo entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición. La intensidad fue por tanto creciente, con acusaciones mutuas de proferirse insultos y con pocas expectativas de lograr un entendimiento entre el PSOE y el PP ante una coyuntura especialmente adversa. Ambos dirigentes marcaron sus posiciones, expusieron sus condiciones para acordar las medidas con las que paliar la actual crisis energética y dejaron poco margen para el pacto. Tras un duro cruce de acusaciones, Sánchez apeló al PP para que “actúe por el bien general y no por intereses particulares”, y que en consecuencia “cumpla con la Constitución y renueve el CGPJ y el Tribunal Constitucional”. Esta semana será clave con la apertura, hoy mismo, del año judicial y con el pleno que el CGPJ celebrará mañana para debatir el nombramiento de dos nuevos miembros del TC.
La expectación era máxima dada la imposibilidad de Feijóo de participar en los debates del Congreso, al no tener la condición de diputado. Su petición para confrontar con Sánchez fue atendida por Moncloa y el marco elegido fue el pleno del Senado, cuyo reglamento constriñe mucho los tiempos y benefició sin duda al presidente español, como se encargó de atestiguar el líder popular desde la tribuna de oradores.
En una primera intervención sin límite de tiempo, que duró 65 minutos, Sánchez alternó una explicación de las medidas que se han adoptado con el anuncio de las que están por llegar, todo ello salpicado con pullas dispersas al PP. Recuperó su discurso contra la banca y las empresas energéticas, acusando al PP de estar a merced de sus designios. Expresó su disposición a prorrogar las medidas de apoyo a familias y empresas “el tiempo que sea necesario” y defendió que el Estado está en una situación más ventajosa que el resto de países europeos para afrontar la crisis. Por este motivo, el líder del PSOE avanzó que España llevará al terreno de los hechos su solidaridad con esos países, al igual que sucedió en dirección contraria durante lo más duro de la pandemia. Manifestó además una “previsión positiva, de crecimiento”, también en comparación con el continente.
El presidente del Gobierno avanzó que habrá “medidas adicionales” de ahorro energético, pero que “no van a ser dramáticas” dado que “no habrá racionamientos ni escenas apocalípticas” como las que, en su opinión, describe la derecha. Lanzó por ello un mensaje de “tranquilidad” a la ciudadanía y explicó que el tope al gas ha supuesto un ahorro de 2.000 millones de euros para las familias y la industria. Añadió que, desde su puesta en marcha, se está conteniendo el coste la factura de la luz más de un 15%.
Como una de sus medidas destacadas, anunció que la gran industria que recurre a la cogeneración estará acogida de forma temporal a la excepción ibérica, el mecanismo de compensación del tope al gas, de modo que “van a poder seguir operando y garantizando el empleo en todo el territorio”. La propia industria ha pedido una medida que beneficiará a sectores como la cerámica, el ladrillo, la química, la papelera, el textil o los fertilizantes, que suponen un 20% del PIB industrial.
“No es no” de Sánchez
En su intervención principal, de 15 minutos, Alberto Núñez Feijóo puso las cartas sobre la mesa ofreciendo a Pedro Sánchez su apoyo para completar el mandato de esta legislatura –queda poco más de un año para las elecciones generales– si rompe con Unidas Podemos, cesando a los ministros de esta formación, y si deja de apoyarse en sus socios parlamentarios, como ERC o EH Bildu. “Nadie en España cree que Bildu es más constructivo que el PP. Nadie cree que es más fácil una mesa de diálogo con ERC que con el PP. Nadie cree que vaya a proponerle más ocurrencias el PP que Podemos”, aseveró. Cargó duramente contra la gestión del Gobierno de coalición, que se dedica según él a tildarle de “ignorante”, “catastrofista” o de “trumpista”, pero luego adopta medidas que el PP propone como bajar el IVA a la luz o la excepción para las instalaciones de cogeneración de industrias de gran consumo conocida ayer.
Feijóo se cuestionó si “no hay nadie con autoridad para mandar parar los líos” del Ejecutivo, que se caracteriza por la improvisación, la falta de recursos o la fijación por las encuestas. Demandó a Sánchez que deje de gobernar con “prejuicios” ideológicos en materia energética, por ejemplo en lo referente a las centrales nucleares, pero se mostró escéptico ante un posible acuerdo. Así, reprochó al socialista que “el no es no es el único principio inmutable” en su trayectoria política.
Insolvencia o mala fe
En su réplica, que duró tan solo diez minutos menos que su discurso inicial, Sánchez se lanzó a la ofensiva total contra el PP. Desacreditó la gestión y las propuestas de Feijóo como líder del partido y se preguntó como un mantra si desde que asumió ese cargo ha actuado “con insolvencia o con mala fe”, apoyado por los poderes que le auparon. Calificó además de “falacia” plantear la construcción de nuevas centrales nucleares para abordar la crisis porque ello llevaría entre 15 y 20 años de media.
Feijóo aseguró, por su parte, que “si rectifica nos tendrá a su lado”, lamentó los “insultos” dirigidos a su persona y concluyó que “su intervención no es propia de un presidente, para hacer oposición solo debe esperar a las próximas elecciones”.
Una vez solventado el enfrentamiento estrella de la velada fueron subiendo al atril el resto de grupos como ERC, cuya representante en el Senado Mirella Cortés pidió a Sánchez que deje de “vilipendiar” a los independentistas y de “mirar a la derecha”. Reclamó que mire mucho más hacia la izquierda si quiere ganar las próximas elecciones generales y contar con su apoyo.
Desde EH Bildu, Gorka Elejabarrieta defendió “medidas estructurales y de calado” en el sector de la energía y exigió al presidente español que “no haga caso a aquellos sectores ultraconservadores y negacionistas” que representa el PP.
Sin corbata y con Susana Díaz como anfitriona
Como si fuera consciente de que el reloj corría en su contra, Alberto Núñez Feijóo fue el primero en acceder ayer al Senado, entre los aplausos de la bancada del PP y siempre acompañado del presidente del partido en la Cámara alta, Javier Maroto. A continuación lo hizo Pedro Sánchez, también con el calor de los suyos, y de inmediato se hizo evidente que la equipación no era la misma para los dos contendientes: los integrantes masculinos del PSOE llevaban traje pero no corbata, en consonancia con el gesto en favor del ahorro energético que planteó el presidente español.
Sánchez se llevó la mano al corazón mientras ocupaba su asiento, en el que estuvo acompañado por las tres vicepresidentas de su Gobierno, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera. Detrás, fieles como Patxi López y Rafael Simancas, también con el botón de la camisa desanudado. El presidente del Senado, Ander Gil, tomó la palabra y la sesión comenzó con un minuto de silencio por las últimas mujeres asesinadas por violencia machista.
A continuación se produjo el momento más curioso de la tarde, que provocó no pocos murmullos. Los nuevos senadores por designación del Parlamento de Andalucía procedieron a acatar la Constitución, y una de las primeras fue Susana Díaz, antaño archienemiga de Sánchez, que tras jurar la Carta Magna recibió el saludo cariñoso y un beso del líder socialista.
Gil fue bastante flexible con los tiempos de Feijóo, y de hecho se las vio y se las deseó para que finalizara cada uno de sus turnos. Cuando la temperatura del debate subía hasta límites excesivos llamó la atención a los senadores mientras recordaba la trascendencia de la sesión, y fueron citados por su apellido el díscolo Rafael Hernando y José Luis González La Mola. La sangre no acabó llegando al río.