El concejal de Cultura del Ayuntamiento donostiarra, Jon Insausti, afirma estar preparado y con ilusión para afrontar el programa festivo del invierno donostiarra, que comienza con la popular feria de Santo Tomás que vuelve a la normalidad después de dos años.
2020 y 2021 fueron años que, por virtud del covid, las fiestas desaparecieron del calendario. Y Santo Tomás ser perfila como el “pistoletazo de salida” para los eventos festivos más inmediatos, que desde el Ayuntamiento se han preparado “con mucho cariño”.
“Estos últimos años hemos tenido que hacer muchas renuncias, tanto colectivas como personales, siempre por un bien común. Así lo entendimos y así lo hicimos”, destaca Insausti. Uno de los elementos “sacrificados” fueron las actividades festivas , ya que “las propuestas simbólicas” que les tomaron provisionalmente el relevo no consiguieron cubrir el hueco de “algo que celebramos en conjunto”.
Así entiende que tiene que vivirse la feria de Santo Tomás en la ciudad, con pocas novedades, ya que la esencia de este evento está muy enraizada. Habrá 160 puestos, aunque la presencia de los baserritarras desciende, solo cuatro puestos de frutas y verduras que no cambian de ubicación. Para obtener un puesto de txistorra la demanda, asegura, “ha sido muy alta”.
Aunque el Centro y la Parte Vieja volverán a ser el corazón de la fiesta, esta también llegará de una forma u otra a los distintos barrios donostiarras. “Recuperamos el Santo Tomás de 2019”, destaca Insausti, que agradece la labor de distintos colectivos para que la “estela” de la fiesta llegue a toda la ciudad. “Volvemos a tope”, abunda.
Pasada esta primera cita queda esperar a Olentzero y Mari Domingi, que volverán a pasearse por las calles donostiarras después de tomarse un descanso forzado. También retornan Melchor, Gaspar y Baltasar a su cita con los más pequeños aunque, avisa Insausti, “todavía no sabemos por dónde se van a asomar”.
Si hay una cita marcada en rojo en el calendario de Donostia es la de la fiesta de su patrón. Hay ganas de celebrar San Sebastián, tantas que a la nómina de compañías que hacen sonar tambores y barriles en calles y plazas se sumarán en 2023 otras ocho, algunas de las cuales ya estaban preparadas para desfilar el pasado año y no pudo ser.
Las decisiones adoptadas estos últimos años, reconoce Insausti, “fueron muy difíciles”. “Haber mantenido algunas actividades con muchas limitaciones creo que fue un acierto”, abunda.
Entusiasmo
El entusiasmo con el que la población espera la llegada de las citas festivas –en especial la de San Sebastián– es, en opinión del concejal del PNV, muestra de “la buena salud de la que goza la parte comunitaria de la ciudad”.
“En dos años de no celebrarse el día de San Sebastián el ánimo ha aumentado. En vez de desconectarse, la gente se ha ido preparando para volverla a disfrutar”, destaca.
Por lo demás, pocos cambios. Porque, afirma, “si algo funciona hay que dejarlo como está y más en esta fiesta. Lo cierto es que la fiesta de San Sebastián funcionaría con o sin la intervención del Ayuntamiento”.
Estas fiestas que vienen, que volverán a ofrecer la posibilidad de disfrutarlas “todos juntos”, llegan cargadas de propuestas culturales que tendrán como guinda el programa de dFeria, que llenará la ciudad de “ofertas innovadoras”.
Insausti se enfrenta a estas fiestas post pandemia con ilusión, que se redobla cara al 20 de enero. “Estos dos años hemos echado mucho de menos celebrar la fiesta como nos gusta y con el encuentro con la familia, algo que se quiere recuperar”.
Además, el edil de Cultura prevé volver a participar en la comparsa de Iñudes y Artzaias de Kresala, algo que ya hizo el pasado año.
En fiestas, la apuesta del Ayuntamiento tiene tres pilares sobre los que se sustenta: la apuesta por la sostenibilidad, algo en lo que considera que hay que seguir avanzando (este año volverán a repartirse más de 45.000 vasos de plástico reciclables en Santo Tomás al precio de un euro y se recogerá el aceite usado); la igualdad en el disfrute y participación, un ejemplo claro está en las compañías de las tamborradas y en las 7 mujeres haizkolari que acudirán a Santo Tomás; y “la autenticidad”. “En esta ciudad tenemos una historia. Nuestras fiestas no son un fake, son fruto de nuestra tradición”, concluye Insausti.