LA línea cimera de Jaizkibel separa dos mundos diferenciados: el de los suaves valles interiores que se extienden hacia sur, densamente poblados y domados por el ser humano; y la vertiente norte, bella, secreta, salvaje e indomable, que se sumerge y baña en el mar Cantábrico. Es un paraíso para el caminante, el excursionista y montañero, el fotógrafo, el botánico, el geólogo… para cualquiera que se emocione con la belleza de una naturaleza absolutamente exultante. Jaizkibel es tierra y mar en armonía.
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Desde la amplia explanada que se extiende junto al faro y cabo de Higer, enfilamos nuestros pasos hacia la línea de costa. Pasamos junto al camping y restaurante y enseguida nos encontramos el cartel del GR121 en dirección Pasaia, un magnífico recorrido de veinte kilómetros asomado a la línea de costa que nos permite desenmascarar los paraísos geológicos. Iremos por esta ruta durante un buen rato.
8 min | 43 m | 700 m
Bifurcación. Seguimos el ramal derecho entre robledales, helechales y pinares de pino marítimo. También hay matorrales de brezo, árgoma y retama.
Fuera del arbolado, el mar brama en las rompientes. Una orgía de espuma blanca se estrella contra los acantilados que claudican sin condiciones. Aquí y allá, aparecen y desaparecen los roquedos de areniscas alveolares, erosionadas caprichosamente por el viento y el salitre.
15 min | 55 m | 1,5 km
Cruzamos un puente para salvar las placas de areniscas sobre las que discurre un arroyo. Trazamos un par de lazos y descendemos hacia el fondo de la diminuta cala de Erretxiki, donde conectamos con un ancho camino que sube por el interior del pinar para salvar un primer escarpe. Regresamos a la sombra de una pequeña mancha de arbolado entre robles, laureles y fresnos.
25 min | 66 m | 2,3 km
Nueva bifurcación. Seguimos por la derecha y en suave declive asomamos fuera de la vegetación sobre la línea de costa, a la solitaria cala de Iruarri. Cruzamos la vaguada sobre placas de roca. Saltamos el arroyo y nos arrimamos a unas paredes dibujadas por la erosión con los alveolos u orificios que les dan nombre. Se han labrado unos cómodos peldaños en la roca para facilitar el tránsito.
Eucaliptus, pinos, jaras... la vegetación natural se intercala con la foránea. Jaizkibel alberga numerosos microhábitats en los que se refugian especies extremadamente raras, joyas botánicas refugiadas en el fondo de las escondidas regatas. Hay endemismos como los helechos paleo tropicales.
33 min | 23 m | 2,9 km
Salvamos un tramo rocoso sobre unas escaleras de madera y salimos a los prados que asoman al horizonte del Cantábrico. El verde de los campos contrasta con los colores ocres de la roca, con el azul intenso del mar y el blanco de las rompientes.
Descendemos a la tercera cala, Arluze, una estrecha lengua de mar que quiere adentrarse tierra adentro. En el fondo, cruzamos sobre el arroyo por una pasarela de madera.
40 min | 15 m | 3,5 km
Nueva bifurcación. Una baliza nos señala el camino que, por la izquierda, se dirige a Guadalupe. Lo obviamos y superamos otro pequeño repecho. Avanzamos en este continuo vaivén de calas y escollos, de subidas y bajadas, de adaptarnos a la nerviosa orografía de la línea de costa. Superamos un paso de escalera en la alambra, remontamos un corto repecho y nos asomamos a los verdes pastos que se funden con el mar. Cruzamos sobre placas de areniscas alveolares de color dorado hasta alcanzar una cruz de señales.
52 min | 4,5 km
Por la izquierda, abandonamos la compañía del océano y enfilamos hacia el bar restaurante de Juztiz. Damos la espalda al mar y por ancha franja herbosa remontamos la pendiente hacia el cercano caserío Marla.
1 h | 90 m | 5,2 km
A las puertas del caserío enlazamos con una pista por la que continuamos la ascensión. Primero por pastos y luego por un túnel abierto en la frondosidad bajo la sombra de encinas, robles y castaños, fresnos y acacias.
1 h 8 min | 133 m | 5,9 km
Asomamos de la espesura y llegamos al merendero Juztiz que habita en un pequeño claro, en mitad del bosque. Junto a él existe una escuela de golf.
Seguimos el vial que comunica el merendero con la carretera que discurre por los altos de Jaizkibel. Dejamos el asfalto al encontrarnos con el primer camino que, por la izquierda, se adentra en la vegetación. Una preciosa ruta nos guía por el interior de la foresta sin puntos de referencia visual. Nos ha engullido el bosque.
1 h 20 min | 185 m | 7 km
Salimos a la carretera GI-3340 junto al mojón kilométrico 14. Continuamos a mano izquierda, con atención al tráfico, y en breves instantes llegamos a Guadalupe.
1 h 25 min | 185 m | 7,5 km
En el entorno del santuario de la Virgen de Guadalupe, patrona de Hondarribia, encontramos miradores, fuente, zonas de pícnic y la Kantina. Nos encontramos bajo la empinada cota de Erramutz, primer hito de la línea de cumbres que se prolonga por Jaizkibel hacia el suroeste, en busca de Lezo y Pasai Donibane.
Emprender el regreso tras realizar una visita al cercano fuerte de Guadalupe, una de las construcciones defensivas más bellas de Hondarribia.
Guía práctica
Distancia: 7,5 km.
Duración: 1 h 45 min.
Desnivel: 300 m.
Dificultad: Fácil. No encontraremos fuentes durante el trayecto.
Cartografía: Bidasoa-Bertiz. Escala 1:25:000. Sua Edizioak.
Cómo llegar: Comenzamos nuestra ruta costera por el monte Jaizkibel en el faro de Higer, al que accedemos desde las inmediaciones de la playa de Hondarribia por la carretera GI-3361.
Rutas por Euskal herria
Paseos del libro ‘Rutas singulares con hamaiketako’ de Alberto Muro