Los jóvenes se enfrentan a un aumento en los problemas de salud mental asociados al tiempo que pasan en plataformas como TikTok, YouTube, o Instagram. Y desde Phondemic se pretende que sean ellos mismos, sin moralinas ni lecciones de mayores, los que se percaten de los riesgos de su abuso, y le pongan freno. “Solo gracias a una sesión en un centro escolar de Bermeo, nos consta que, al menos, dos se han quitado por una temporada de las redes sociales y otros dos han limitado su uso a 2,5 horas. Una barbaridad pero es que muchos pueden estar hasta siete horas, entre uso académico y de ocio”, precisa Jon Abaitua, uno de los promotores de esta iniciativa que, en 2019, dejó de lado el smartphone y se pasó un año entero sin teléfono inteligente ni redes sociales.
“Lo que hacemos es interpelarles para que vean las luces y las sombras de su relación con la tecnología. Es un ejercicio de empoderamiento porque son los propios adolescentes los que crean soluciones”, explica Agustín Zubillaga, desde su doble visión humanista y tecnológica ya que es doctor en informática y politólogo. “Los adolescentes deben pasar de sujetos pasivos a ser el motor del cambio. No podemos diseñar soluciones desde nuestra visión del mundo. Ellos deben decidir, para que surjan muchas Gretas Thunberg. Por eso, les ponemos ejemplos de que en Estados Unidos ya hay chavales yendo al Senado y trabajando para poner soluciones a este tema”. Ambos están convencidos de que hay que introducir este debate en la agenda escolar y llevarlo a las aulas. “Al final, los chavales tienen más identidad digital que personal. Y algunos de los experimentos no los deben hacer solos, porque a esas edades te van a señalar”, indica Abaitua, cofundador de la cooperativa TAZEBAEZ, que aboga por extrapolar Phondemic a otros centros. “Nosotros nos teníamos que conectar a internet, ellos no. No entienden el mundo sin internet y sin interacción permanente”, subraya este docente de Mondragon Unibertsitatea.
En la sesión se abordaron por ejemplo las fake news, el acoso o la cancelación. “Son elementos muy presentes, como ha sucedido últimamente con Nico Williams, o con Kai Nakai, tras haberse prestado a participar en el primer audio electoral con Artolazabal. Analizamos cómo ven la situación y qué proponen”. “Y a los estudiantes les preocupa que se censure y algunos mantienen que hay que asumir lo que haces. Mientras, otros dicen sí, pero tiene límites, no puedes hacer lo que quieras. Y además te puedes perder cosas si cancelas a alguien”.
La participación y acogida entre los chavales de 15 y 16 años les impresionó. “Se engancharon muchísimo y a pesar de los distintos perfiles, comprobamos que, a priori, los más rebeldes de la clase eran los que primero se enchufaban”, incide Zubillaga, del centro de investigación Vicomtech. “Coincidían en que usan las tecnologías porque les entretienen; les preguntamos pero ¿sois más felices, os sentís más plenos con los móviles? y aseguran que no, pero que les distraen”.
Abaitua advierte de las implicaciones. “Si estás todo el rato sobreestimulado, en el momento en el que dejas estarlo, tu personalidad cae o tu sociabilidad se reduce. Por eso muchos hábitos tecnológicos se consideran adicciones. Parece que si tú no estás conectado, eres un bicho raro, y hay unos elementos de sanción social de tu grupo. Imposible no abordar el fenómeno de la Inteligencia Artificial.
“Les advertíamos que si los datos que se usan son malos, porque mucha información que maneja es mentira, lo que construye la IA será malo. Esto es como una tarta. Si utilizas ingredientes basura, pues la tarta va a ser basura con una vela encima”. “Es necesario repensar cómo queremos vivir en esta sociedad digital y algunos líderes mundiales ya dicen que hay que pausar la Inteligencia Artificial, porque igual nos pasamos de frenada”, apostilla Zubillaga.
ALGUNAS CLAVES
En 2005
El primer smarthone. El primer smarthpone es de 2005. Y los cambios en una sola generación han sido brutales. “Ya hay mucha gente investigando y diciendo que el ser humano no está siendo capaz de asimilar esto. Que la capacidad neuronal del ser humano ha sido equis durante no sé cuántos miles de años, y ahora estamos sometiendo al cerebro a una tensión y a un nivel de estímulo como jamás en la historia de la humanidad”.
Cerebro
A 2.000 por hora. “El combinar varios dispositivos es como ver una peli 20 veces más rápido y eso produce efectos enormes en el cerebro”, dice Zubillaga. “Tiene implicaciones desde lo fisiológico, o desde la luz azul que emite el móvil y que básicamente afecta a la generación de melatonina, que tiene que ver con el sueño, por eso te aconsejan que no mires el móvil antes de dormir, pero ¿quién cumple eso? Es casi imposible de hacerlo, casi todos lo miramos”.
Ojo con la IA
“Miente”. Estos expertos advierten también de los peligros de la Inteligencia Artificial. “Yo le pedí la referencia de una publicación sobre startups y empresas de Berlín, me recomendó un libro, y resulta que ni existía”, aclara Abaitua. Zubillaga hizo el experimento preguntando a la Inteligencia Artificial por él mismo, y le contestó que era un experto en algo que tampoco correspondía con sus funciones.