Ya han pasado dos años desde que se decretase la pandemia del coronavirus. 24 largos meses desde que el director general de la Organización Mundial de la Salud (Tedros Adhanom) declarase la pandemia a nivel mundial y desde que el territorio alavés, Euskadi y el Estado sufrieran el primer confinamiento obligatorio en la historia reciente.
La pandemia ha comenzado a mejorar en las últimas semanas y la sociedad camina ya hacia la normalidad. Pero todavía quedan secuelas y riesgos, no solo en la salud, que deben seguir cuidándose. Lorenzo Vicario, profesor de Sociología en la Facultad de Economía y Empresa y en la de Educación en la Universidad del País Vasco, asegura a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA que detrás de las heridas, también se han generado cambios.
Fue a finales de febrero cuando en Vitoria se registraron los primeros casos del virus. El covid-19 había entrado en el corazón del hospital de Txagorritxu, infectando a los médicos. Pocos días después, Vitoria se convirtió en uno de los focos principales de la expansión del virus en Europa dejando a su paso miles de enfermos y registrando muertos cada día.
El covid-19 ha ido condicionando la salud, la economía, ha sido capaz de colapsar al sistema sanitario, paralizar la actividad quirúrgica no urgente, cerrar los colegios, encerrar a miles de personas en sus hogares y ha provocado cambios en el comportamiento de la sociedad. Pero sus distintas variantes, cada vez menos letales, están relajando las lecciones aprendidas.
Según explica Lorenzo Vicario uno de los cambios más importantes a los que se ha enfrentado el conjunto de la sociedad es a las desigualdades. Especialmente, según indica, se han agudizado las desigualdades que ya existían de antes. "El covid-19 no ha creado nuevas desigualdades; ha agudizado las que ya existían", matiza.
Pone como ejemplo las desigualdades urbanas. Según explica, se han realizado estudios distintos que confirman qué barrios son los más perjudicados de la pandemia. "Y son, casualmente, los barrios que ya eran perjudicados de antes. Es decir, los distritos de barrios que antes tenían problemas, ahora tienen más problemas todavía", concreta.
Por eso distingue y clasifica en este sentido a la enfermedad como "covid rico" y del "covid pobre". Porque esta enfermedad ha puesto en el punto de mira las desigualdades de las personas, de los barrios y de las ciudades y países. Incluso ha sido capaz de poner encima de la mesa las desigualdades educativas, especialmente, durante el tiempo del confinamiento donde muchas familias, por falta de recursos económicos, no tenían opciones para trabajar y estudiar de manera telemática: "En todos los aspectos, las desigualdades que ya existían han quedado más descubiertas y han empeorado su situación", destaca.
En cuanto al comportamiento en el día a día por parte de la sociedad, el experto asegura que se ha vuelto a la normalidad: "No creo que haya comportamientos muy profundos por parte de la sociedad. Hemos vuelto a nuestra vida habitual, normalizamos muy rápidamente los cambios. Cuando nos tuvimos que acostumbrar a las restricciones lo hicimos, pero ahora hemos vuelto a nuestra manera de relacionarnos", asegura.
Por esto, Lorenzo Vicario ve como riesgo que, finalmente, tras todas las experiencias vividas la sociedad no saque las lecciones aprendidas.
"Se realizaron muchos actos de solidaridad durante la pandemia, se puso en valor el trabajo de todos los médicos y salíamos a aplaudirles a las ocho de la tarde, y la sociedad en su conjunto aprendió otros valores. Ahora estamos volviendo a la normalidad, a cómo hemos sido siempre y no creo que hayamos sacado muchas lecciones de todo esto. Lo peor, lo que ha cambiado y es complicado solucionar, es la desigualdad que se ha agudizado tanto", concluye.