“Pasear por Donostia es arriesgado, te genera mucha tensión. Vas por las calles y no sabes muy bien qué obstáculos te vas a encontrar”. Es el resumen de cómo se siente dando una vuelta por su ciudad Joxean Txintxurreta, invidente donostiarra que preside Begiris -una asociación que promueve y reivindica la inclusión “en todos los ámbitos” de las personas ciegas y con baja visión- y que lleva ya mucho tiempo reivindicando una mayor transitabilidad y accesibilidad en las aceras. Un problema que no solo tiene Donostia, sino “cualquier localidad”.
En los últimos años han proliferado en las calles elementos como carteles promocionales de hostelería y comercios en general, mesas altas y taburetes, motivos decorativos, cajas con productos o incluso los denominados burros (barras con ropa colgada en perchas). Todos ellos pegados a la pared. Por no hablar de papeleras y contenedores de pilas situados también al lado de las fachadas y, de forma puntual, incluso aparcabicis. Una situación en la que muchas personas quizás ni siquiera lleguen a reparar, pero que supone un serio problema para quien tiene problemas de movilidad y, sobre todo, de visión, como es el caso de Joxean Txintxurreta.
“Reinvindicamos nuestro derecho a transitar con seguridad y tranquilidad por las aceras”, dice a este periódico el invidente donostiarra, acompañado por Norma Andrade, técnica de accesibilidad en Elkartu, federación coordinadora de personas con discapacidad física de Gipuzkoa que apoya a Begiris en esta reivindicación. “El año pasado estuvimos reunidos con San Sebastián Shops y con Hostelería Gipuzkoa. Les presentamos la normativa, les explicamos nuestras dificultades y les pedimos si podían hacer algo para que nuestra movilidad sea más accesible porque a nuestro juicio se están ocupando de forma exagerada las aceras. No es solo que las fruterías saquen las cajas a la calle, es que hay carteles de menú, taburetes para fumadores, plantas, mesas alargadas...”.
Tanto Joxean como Norma se han reunido también con el Ayuntamiento de Donostia. Hay una ordenanza respecto al uso de las aceras que impide, básicamente, que haya mesas, taburetes, motivos decorativos, cajas o productos pegados a la pared de la calle. El problema para las personas invidentes que se manejan con el bastón es que ir pegados a la pared les proporciona la seguridad necesaria para andar de forma autónoma y con todos estos elementos en las aceras no pueden hacerlo con tranquilidad. “Nos llevamos unos cuantos golpes”, lamenta Joxean.
Un campo de minas
Un paseo por el Centro de Donostia con él confirma las dificultades que sufre. Ir desde la sede de la ONCE (en la calle Etxaide) hasta el Boulevard es un campo de minas que difícilmente podría recorrer sin compañía. En una calle encuentra cajas de una frutería y plantas decorativas de gran tamaño. Cruza la carretera y en la siguiente calle tiene un contenedor de pilas, también pegado a la pared. En otra calle se topa con dos mesas altas que el establecimiento hostelero ha colocado en la calle y que incumplen la normativa. Y en La Bretxa hay incluso un aparcabicis de Dbizi pegado a la pared que obliga a Joxean a rodearlo. Todo eso en apenas quince minutos de paseo. Y en verano no es raro que se encuentre con algún toldo situado por debajo de los 2,20 metros de altura, que es la distancia mínima que deben tener con el suelo.
“No se puede poner nada pegado a la fachada y, si se pone, tiene que ser homogéneo y que vaya hasta el suelo para que lo detecte el bastón. Se ponen macetas, mesas alargadas. No son teorías nuestras, sino ordenanzas municipales que los ayuntamientos no hacen cumplir”, expone Norma Andrade. “La pared es su forma de guiarse con el bastón. Falta pedagogía, que se sepa por qué lo pedimos”.
“En la ordenanza se intenta, de alguna forma, poner límite a estas situaciones, y se empezaban a tener en cuenta, pero llegó el covid y se abrió la veda. Ya nadie cumple la ordenanza”, añade la técnica de accesibilidad. “Desde el Ayuntamiento nos pidieron tener en cuenta el tema de la limitación de aforos, la situación económica que estaban pasando la hostelería y los comercios… perfecto, lo entendemos y hemos estado pacientemente esperando, todos tenemos que convivir, pero una vez que ya no hay restricciones, ¿cuándo nos van a tener en cuenta? ¿Cuándo podremos transitar con seguridad por la calle? Es que están privatizando las aceras, que son un lugar de uso público que están usando unos cuantos. Hay que ir esquivando carteles, mesas y taburetes. Los carteles con el menú lo podrían poner colgado de la pared, no en un soporte en la calle. Están privatizando los espacios públicos”, insiste Joxean.
“Hay comunicación con el Ayuntamiento, pero no acabamos de ver avances”, comentan. De hecho, parte del problema viene del propio mobiliario urbano. “Los contenedores de pilas o papeleras que se ponen al lado de fachadas son responsabilidad del Ayuntamiento. También los aparcamientos de bicis que están pegados a una pared, por ejemplo en La Bretxa. Legalmente, ahí no pueden estar. Si ni siquiera ellos tienen en cuenta la ordenanza… Los primeros que deberían hacer pedagogía son ellos”.
Intereses en colisión
“Nos hablan de equilibrio entre las partes, de convivencia… claro que sí”, indica Joxean, “pero cuando hay derechos en colisión, ¿quién es el que tiene que decidir cuál se prioriza?”. El invidente donostiarra considera que, “como ciudadano”, tiene “sus derechos, no solo el restaurante o la tienda”: “¿Nosotros somos los últimos porque somos pocos? ¿Dónde queda eso de ciudad amable y amiga para todos?”. Norma añade que “unos quieren tener el derecho a seguir poniendo las terrazas, las mesas o los carteles, y otros quieren poder andar con tranquilidad y seguridad por las aceras. ¿Dónde se pone el límite?”. Asegura Joxean que insiste “pasear por Donostia es arriesgado, te genera tensión. Vas por las calles y no sabes muy bien qué obstáculos te vas a encontrar. Algunos sitios conocemos, pero si vas por un sitio nuevo no sabes si va a haber un tiesto o un cartel. En vez de disminuir, todos estos obstáculos están aumentando. Yo lo que quiero es ser autónomo y poder andar solo, pero ya me he dado unos cuantos golpes”.
Joxean y Norma van más allá y consideran que “hay aceras y plazas totalmente invadidas. Si en una plaza hay un bar, se llena de mesas y ya no hay sitio ni para que jueguen los niños. A eso se está llegando”. Y creen que esto afecta a bastantes personas: “No solo invidentes o discapacitados. También padres con sillas de niños, gente con muletas… tenemos que hacer ciudades que faciliten las cosas a personas con dificultades. Hablamos de Donostia, pero es una situación general”.
Dice Norma Andrade que Elkartu lleva “casi 40 años trabajando por la accesibilidad en general en Gipuzkoa”. Intentan que se cumplan las normativas vigentes y suelen asesorar en estas cuestiones “a ayuntamientos pequeños”. Ante este aumento de elementos que dificultan la transitabilidad por las calles, han mandado una carta “a todos los ayuntamientos de Gipuzkoa” recordándoles la ordenanza: “La labor es pedagógica. No se trata de demandar ni de crear conflicto, sino de hacer una pedagogía, conseguir que la ciudad sea más amigable y que las personas sean autónomas. Si por ejemplo nos dicen que hay problemas de accesibilidad en un lugar concreto, vamos, lo comprobamos y hacemos un informe”.
Asegura la técnico de accesibilidad, mexicana de nacimiento pero que vive desde hace más de 30 años en Lazkao, que “hay muy buenas normativas, pero falta pedagogía” y dice que se han ofrecido a “dar cursillos a hosteleros e instituciones, que vean cómo es ir en silla de ruedas y con los ojos tapados, para que se pongan en el lugar de los demás”. “Nos piden esperar para cumplir la normativa”, finaliza Joxean, “pero ¿hasta cuándo? Yo creo que ya es hora de hacer las calles más transitables”.