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“Se les llama pelmas, consentidos, obsesivos… pero simplemente son niños con una alta sensibilidad”

Úrsula Perona es psicóloga infantil y divulgadora especializada en la alta sensibilidad, un rasgo de personalidad que es muy desconocido pese a que se calcula que afecta a una de cada cinco personas.
Úrsula Perona posa con uno de sus libros: 'Niños altamente sensibles'
Úrsula Perona posa con uno de sus libros: 'Niños altamente sensibles'

La alta capacidad y la alta sensibilidad van de la mano, lo que hace que las personalidades de los niños y niñas con estas características sean, en muchas ocasiones, explosivas si no se saben llevar bien. La psicóloga estuvo tratando esta cuestión en las recientes jornadas sobre altas capacidades organizadas por Alcagi (Altas Capacidades de Gipuzkoa) que tuvieron lugar en la UPV/EHU y estaban dirigidos al personal docente.

Se dice que hasta el 20% de la población es altamente sensible. Con un porcentaje tan elevado, ¿cómo es posible que siga siendo una cuestión tan poco conocida?

En primer lugar, el ser humano no ha podido pensar en las emociones cuando estaba en modo supervivencia. Este salto de conciencia viene de la mano de la evolución del ser humano. Ahora, por primera vez, se está oyendo hablar de la sensibilidad, las emociones y los procesos mentales. Y otro de los motivos es el devenir de la psicología. Piensa que la psicología aparece como ciencia en 1979. Hasta entonces estaba unida a la filosofía. Cuando empieza es cuando se estudia realmente cómo funciona el cerebro. Es poco tiempo y al principio se empieza a estudiar lo esencial: por qué hago esto, por qué reacciono así. Luego se estudian los procesos cognitivos como la memoria. Y luego ya hemos pasado a dedicarnos a las emociones, que eran las grandes olvidadas. Por eso se les ha prestado poca atención hasta ahora.

¿Cómo sabe un padre que su niño es altamente sensible y no un caprichoso o un consentido?

A ver. Son niños que reciben calificativos como pelma, consentido, mimado, obsesivo… pobrecitos. Pero los padres de ahora están más informados. Cuando algo les rechina, hoy en día se dan cuenta casi siempre. Y se ve desde el nacimiento. Que se despierta fácil, que entran al centro comercial y se abruman, incluso se tapan los oídos. Y sus reacciones son desproporcionadas, intensas, notas que se sobreestimulan. Y cuando crecen, puedes pensar que son unos maniáticos o así. Pero es por desinformación. Simplemente son niños con una alta sensibilidad.

¿Cómo hay que tratarlos? Entiendo que no enfrentarse a ellos y no entrar en una dinámica de gritos es fundamental.

Hay que intentar no gritar nunca, sea el niño altamente sensible o no, pero en la realidad del día a día es algo que sucede. Lo ideal es no gritar y tratar bien a tus hijos, eso por supuesto. Y luego, tienes que dedicarles mucho tiempo y mucha presencia, a lo mejor más que otros niños porque te van a demandar mucho. Piensa que estos niños no pueden regular o gestionar ellos solos todo ese mundo de emociones. Somos su termostato emocional, les ayudamos a regularse. Si están muy nerviosos o abrumados, van a acudir a nosotros para regular sus emociones. Y al mismo tiempo necesitamos enseñarles estrategias, qué puedes hacer tú solo para llevar bien eso cuando seas mayor.

Son niños que, de no tratarse de forma adecuada su alta sensibilidad, puede traerles problemas de mayor, incluso adicciones.

Si no aceptas que el niño es como es y lo ninguneas con cosas como eres un llorica o eres un débil, se le queda la autoestima dañada, se siente distinto, no integrado. ¿Cómo no le va a afectar todo eso? Se guarda las heridas, sobre todo a esas edades. Puede provocar depresión, ansiedad, y puede intentar anestesiar esos sentimientos con adicciones, porque viven su situación con desbordamiento. Y esto lo relacionamos con la mujer, pero hay muchos hombres altamente sensibles, y ellos tienen esa carga añadida.

Al hilo del conocimiento de las emociones, hay que quitarse esa mentalidad de que antes se educaba así, con la clásica frase de “tan mal no hemos salido”.

Antes nos educaban como nos educaban. Mira las guerras que hay, racismo, muertes por violencia de género, gente muriendo de hambre, contaminamos el planeta… Tan bien no estamos, ¿no? A lo mejor algo podemos hacer diferente para que no sucedan estas cosas. Si la sensibilidad estuviera más presente, habría más capacidad para establecer soluciones con ideas creativas, divergentes, con compasión… cualidades que mejorarían el mundo, no lo empeorían. Lo de que hasta ahora se ha hecho así…

Otra típica frase: “El chaval tiene que curtirse porque al final se va a tener que enfrentar a todo tipo de situaciones y personas en su vida”.

Sí, por supuesto. La vida te obliga a curtirte, pero no hace falta que sea cuando tenga cinco años. Claro que tendrá problemas y que las vicisitudes nos hacen más fuertes. La vida te las va a poner, pero no hace que las provoques en el niño para que se curta.

Al final consiste en darle herramientas para que el niño o niña sea capaz por su cuenta de gestionar esas emociones.

Sí, afrontar esas situaciones lo mejor posible porque la vida te lo va a pedir. Va a tener que lidiar con la muerte de un ser querido, con que se metan con él en el colegio, con suspender… son cosas que van a llegar. Ni hace falta que le metas en una burbuja y le protejas de eso, ni que le arrojes a los lobos para que se curta. Eso es muy de antes, decir: “Que lo pasen mal para que se hagan duros”. No tenemos tan claro si el resultado de eso es muy bueno, ¿eh?

Mucha gente no entiende que un chaval realmente lo pase mal por los gritos de los compañeros, por ruido de las sillas al arrastrarse, por el olor del comedor…

Pues es así. Los que lo tienen que entender bien son los padres. Cuando lo validan y lo respetan, el niño hace lo mismo y deja de pensar que hay que ser de otra manera. El resto del mundo nos tiene que dar igual. El que no lo quiera entender no lo va a entender. Abres el paraguas y la lluvia no te moja. Cuando tú estás seguro de las cosas, la opinión de los demás te resbala. Te afecta cuando no estás seguro.

Se puede descubrir de adulto esa alta sensibilidad. En su caso, ¿qué le aportó saberlo?

Me dio tranquilidad porque entendí muchas cosas. Dejé de sentirme culpable. Te liberas y te aceptas. Diría que me trajo aceptación y darme cuenta de que soy así, de que puede ser un don. Sirve para conocerte, cuidarte.

En su charla habló de la doble excepcionalidad: altas capacidades y alta sensibilidad.

Se presentan juntas, si no siempre, muchas veces. Esa disincronía es un reto para los padres. A nivel educativo la divergencia es un reto, en el sistema actual todos tenemos que ser iguales y el que se sale tiene dificultades. Y estos niños demandan mucho de los padres, es una carga fuerte que los padres tienen que aprender a gestionar. Desde la tranquilidad y la calma, es un trabajo continuo.

Estamos en una universidad, pero la psicología es una materia que apenas tocan los estudiantes de Magisterio.

Ni los de Pedagogía. Tienen una asignatura de psicología. No tienen formación en la materia y les ponen con niños con necesidades especiales. Imagínate tener en clase a chavales con hiperactividad, autismo… Tendría que haber ocho niños por profesor para poder atenderlos bien. Ojalá estas cuestiones empiecen a entrar en los estudios.

Entonces, ¿cómo lo pueden hacer esos profesores con 25 alumnos?

Demasiado bien lo hacen. El sistema está muy estructurado, pero algunos son muy creativos y autodidactas aunque no tengan esa formación de base. Trabajo mucho con colegios para hacer planes en común y dar pautas. Ves esas ganas, ese interés, se forman. Hacen una labor encomiable.

No hay que tener miedo a recibir un apoyo psicológico como otra pata en ese tratamiento de la alta sensibilidad.

Muchas veces la terapia es mejor para los padres, para saber cómo manejar una situación u otra. A veces eso es suficiente y los niños no necesitan la terapia. Si los padres lo llevan bien es más fácil.

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2022-12-11T06:51:02+01:00
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